Investigadores colombianos se han planteado la posibilidad de hacer una tirita que acelere el proceso de cicatrización, disminuya el dolor y el sangrado. Asimismo, este apósito está pensado para proteger el medio ambiente, ya que tras ser utilizado, su degradación es completa gracias a sus componentes biodegradables.

Trabajan en nuevas tiritas biodegradables
El profesor Jesús Barbosa, con una muestra de las películas poliméricas. Foto: Felipe Castaño / Unimedios

La tirita está hecha con una base polimérica de quitosán, que se obtiene a partir de la quinina, un alcaloide que forma parte de estructuras de algunos seres vivos como artrópodos, moluscos y hongos. Dentro de sus propiedades está la absorción y la actividad antimicrobiana, antioxidante y hemostática (que detiene el flujo de sangre).

El otro compuesto polimérico es el pullulán, producido aeróbicamente por cultivos de levaduras y caracterizado por sus excelentes propiedades adhesivas cuando está seco. Igualmente, es una buena barrera de protección contra el oxígeno.

Después de estar puesta en la piel, la película se biodegrada en función del tiempo, pero a su vez concentra el fármaco que cumple con la labor terapéutica.

“También se trabaja sobre películas con base de yodo, que es un desinfectante, o con unas películas mucoadhesivas que tienen la capacidad de pegarse sobre una mucosa como la de la boca para tratar la gingivitis”, explica el profesor Jesús Barbosa, del departamento de Farmacia de la Universidad Nacional de Colombia, que trabaja en esta investigación junto con la estudiante Yenny Marcela Mancipe.

Aunque en este momento se ensaya con ratones, también se probará con humanos de una forma muy sencilla, pues se acudirá a personas que deben hacerse la prueba de la glucosa y pincharse un dedo; allí se pondrá la tirita y se determinará el tiempo de coagulación.

La película que forma el apósito cuenta con 1,5 milímetros de espesor y puede adaptarse en varios tamaños. En este momento se hacen pruebas de resistencia con un aparato que estira la banda para medir su fuerza.

El agua cumple la función de ayudar a adherir la biopelícula a la piel y, al mismo tiempo, degradarla para que desaparezca poco a poco y el paciente no tenga necesidad de quitársela.

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