Investigadores austriacos han demostrado que los micro y nanoplásticos presentes en el organismo se transmiten durante la división celular.

Relacionan los nanoplásticos con la extensión del cáncer en el organismo

El tracto gastrointestinal ya es conocido por los investigadores como uno de los principales lugares de almacenamiento de micropartículas y nanopartículas plásticas (MNP) en el cuerpo humano. Ahora, un consorcio de investigación formado por la Universidad de Viena, la Universidad de Medicina de Viena y otros socios bajo la dirección de CBmed GmbH en Graz (Austria), ha investigado los efectos de estas diminutas partículas de plástico en las células cancerosas del tracto gastrointestinal humano. El estudio demostró que las MNP permanecen en la célula durante mucho más tiempo de lo que se suponía hasta ahora, ya que pasan a la célula recién formada durante la división celular. También se descubrieron los primeros indicios de que las partículas de plástico podrían favorecer la metástasis de los tumores. Los resultados del estudio se publicaron recientemente en la revista científica Chemospheres.

Además de la respiración, la ingestión es la vía más importante de entrada de los microplásticos y nanoplásticos en el organismo. Se estima que cada semana entran en el tracto gastrointestinal hasta cinco gramos de partículas de plástico, aproximadamente el peso de una tarjeta de crédito. El equipo dirigido por Verena Pichler, de la Universidad de Viena, y Lukas Kenner, de la Universidad de Medicina de Viena, ha investigado las interacciones entre los MNP y diversas células cancerosas del colon.

En sus análisis, no sólo pudieron demostrar cómo entran los MNP en la célula y dónde se depositan exactamente, sino que también observaron sus efectos directos: Los nanoplásticos son absorbidos por los lisosomas, como otros «productos de desecho» del organismo.

Los lisosomas son orgánulos celulares que también se conocen como el «estómago de la célula» y descomponen los cuerpos extraños en la célula.

Sin embargo, los investigadores observaron que, a diferencia de los cuerpos extraños de origen biológico, los MNP no se degradan debido a su composición química extraña.

Dependiendo de diversos factores, estas partículas de plástico incluso pasan a la célula recién formada durante la división celular, por lo que es probable que sean más persistentes en el cuerpo humano de lo que se suponía en un principio.

Además, hay indicios iniciales de que los MNP aumentan la migración de las células cancerosas a otras regiones del cuerpo y, por tanto, posiblemente promuevan la metástasis de los tumores. No obstante, este efecto se investigará más a fondo en un estudio de seguimiento.

Cuanto más pequeños, más dañinos

El comportamiento alterado de las células de cáncer colorrectal en relación con la migración celular se observó principalmente como resultado de la interacción con partículas de plástico de tamaño inferior a un micrómetro (1 µm = 0,001 mm). Las partículas de este tamaño suelen denominarse nanoplásticos, que se encuentran con una frecuencia de 10 a 100 veces mayor que los microplásticos en una botella de agua, por ejemplo.

Es indiscutible que cuanto más pequeñas son las partículas de plástico, más nocivas resultan. «Esto coincide una vez más con los resultados de nuestros análisis», subraya Verena Pichler.

«Nuestro estudio también confirma hallazgos recientes que indican que las MNP pueden influir en el comportamiento celular y posiblemente contribuir a la progresión de enfermedades«, añade Lukas Kenner.

«Dada la ubicuidad de los plásticos en el medio ambiente y la exposición persistente de los seres humanos a las partículas de plástico más pequeñas, se necesitan urgentemente más estudios para investigar sobre todo los efectos a largo plazo», afirma Kenner.

«Cabe suponer que los MNP causan toxicidad crónica», teme Pichler. Los últimos resultados y estudios anteriores muestran una elevada captación y una larga retención en tejidos y células. Por tanto, las partículas investigadas cumplen dos de las tres características toxicológicas que se utilizan para clasificar sustancias como preocupantes según el Reglamento de la UE sobre sustancias químicas («REACH»), concluyen los investigadores.

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