Una investigación revela que con una concentración de 80 microfibras por litro, los mejillones crecieron un 36% menos, lo que puede tener un impacto negativo en los ecosistemas marinos.

El impacto de los microplásticos en el crecimiento de los mejillones

Las microfibras de plástico y algodón son omnipresentes en los mares de todo el mundo y se sabe que son fácilmente ingeridas por diversos organismos marinos. Cada año llegan a los océanos 12,7 millones de toneladas de plástico, y los microplásticos se encuentran en concentraciones diferentes en distintos lugares y en diversas formas: fragmentos, películas, perlas y fibras. Sin embargo, las microfibras son la forma más frecuente de microcontaminantes marinos plásticos (polipropileno, poliéster) y no plásticos (algodón, rayón).

Los moluscos bivalvos, como las vieiras y los mejillones (Mytilus spp.), ingieren fácilmente microplásticos, más que otras especies marinas. Recientemente se han observado hasta 88 elementos de microplásticos por litro de agua de mar, lo que suscita preocupación por las posibles repercusiones en la biota marina que puede ingerirlos. Se cree que la mayor parte de las microfibras de algodón y plástico presentes en los medios acuáticos proceden de la abrasión de tejidos artificiales, durante el lavado de la ropa, por ejemplo, o de la abrasión de cuerdas y redes.

La Unión Europea se ha comprometido a reducir los residuos plásticos en el medio ambiente y cuenta con una serie de estrategias y normativas actuales y propuestas para lograrlo. En 2022, la UE publicó la estrategia de la UE para textiles sostenibles y circulares, centrada en la liberación de fibras microplásticas de los textiles. En la actualidad, las fibras naturales como el algodón no están reguladas; sin embargo, se está llevando a cabo una ampliación de la directiva sobre ecodiseño, que incluirá normas sobre el diseño ecológico de productos sostenibles. La información sobre el impacto de las microfibras no sintéticas, como el algodón, en los animales marinos es valiosa para los responsables políticos a la hora de plantearse cambios normativos.

Este estudio se diseñó para abordar varias lagunas de conocimiento, en primer lugar utilizando concentraciones de microfibras relevantes para el medio ambiente y, en segundo lugar, comparando el impacto sobre los mejillones de las microfibras naturales de algodón con las sintéticas de poliéster. Los autores del estudio también son los primeros en investigar la exposición a largo plazo de los moluscos a microfibras plásticas artificiales a niveles ambientalmente relevantes, para identificar cualquier efecto crónico sobre la salud. Al estudiar los mejillones juveniles, que probablemente son menos resistentes a la exposición a contaminantes ambientales que los adultos, el estudio también pudo detectar impactos sólo perceptibles en esta etapa vital de rápido crecimiento.

Los investigadores expusieron mejillones juveniles a microfibras rojas de poliéster o amarillas de algodón durante 94 días. Probaron dos concentraciones distintas de fibras de poliéster en los mejillones: ocho fibras por litro (que representaban las muestras ambientales actuales) y 80 fibras por litro (que representaban las concentraciones proyectadas en el futuro), mientras que las fibras de algodón sólo se probaron a un nivel de concentración de 80 fibras por litro. Un grupo de control de mejillones no fue expuesto a microfibras de ninguno de los dos materiales. Antes del experimento, los mejillones se mantuvieron en agua de mar filtrada durante una semana para eliminar las partículas plásticas.

Los mejillones expuestos a las microfibras de algodón o de plástico crecieron a un ritmo más lento que los no expuestos. Con la concentración más alta de 80 microfibras por litro, los mejillones crecieron un 36% menos durante los tres meses que duró el estudio. Según los investigadores, estos resultados demuestran que las microfibras de poliéster pueden, en concentraciones ambientales marinas proyectadas realistas, afectar negativamente al crecimiento de los mejillones.

Los mejillones son presas importantes para muchas especies marinas, además de secuestrar carbono y prestar un servicio de biofiltración, por lo que una reducción de su tamaño podría tener efectos más amplios en el ecosistema. Los mejillones también son un importante marisco de piscifactoría: en 2018, la acuicultura produjo 17,7 millones de toneladas para el consumo. Por lo tanto, una tasa de crecimiento más lenta puede afectar la velocidad a la que los mejillones alcanzan el tamaño cosechable, y así impactar la viabilidad comercial de las cosechas.

Aunque no es estadísticamente significativo, las microfibras de algodón también redujeron la tasa de crecimiento de los mejillones en un 19% durante el periodo de estudio de tres meses, lo que pone de relieve que deberían investigarse otras partículas artificiales por su impacto en la vida marina.

El impacto negativo subletal de las microfibras en los mejillones que muestra este experimento, combinado con otros múltiples factores de estrés derivados del cambio climático, la contaminación y la sobrepesca, podría tener efectos a gran escala en los ecosistemas marinos. Las poblaciones mundiales de bivalvos ya están disminuyendo, y muchas especies ya figuran en la lista de especies en peligro de extinción y algunas en la de extinguidas. Las microfibras pueden acelerar este declive.

Según los investigadores, debe darse mayor prioridad a la investigación futura sobre los impactos de la ingestión de partículas de microfibras naturales, como el algodón, así como de microfibras plásticas, en la biota marina. Comprender el impacto de los microplásticos y otras partículas contaminantes de origen humano puede ayudar a los responsables políticos a identificar materiales y productos prioritarios para su regulación.

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