Un nuevo informe de Circle Economy estima que la economía de la región es apenas un 1% circular, si bien este dato debe ser tomado con cautela ya que hasta dos tercios de los residuos generados no se registran en las estadísticas oficiales.

La brecha de la circularidad en América Latina y el caribe

Los países de América Latina y el Caribe (ALC) exportan el 40% de los materiales que se extraen anualmente en la región, según refleja el nuevo Informe sobre la Brecha de Circularidad de América Latina y el Caribe, elaborado por Circle Economy. Esto representa más del doble de los materiales que importan desde otros países.

El rápido aumento en la demanda global de materiales se ha convertido en un importante impulsor de la degradación ambiental y las desigualdades sociales en la región. Sin embargo, el estudio encuentra que la implementación de estrategias de economía circular podría reducir el uso de materiales y la huella de carbono de la región en aproximadamente un 30% cada uno, al tiempo que generaría más de 8,8 millones de empleos formales nuevos.

El informe explora cómo se extraen, utilizan y reciclan los materiales en la región de ALC. También estima el impacto potencial de las estrategias de economía circular en la mejora de la salud ambiental de la región, la reducción de las emisiones de carbono y la creación de empleos.

Según el informe, los países de ALC suministran más del 11% de las materias primas del mundo a pesar de representar solo el 8,3% de la población mundial. La región consume, en promedio, 12,4 toneladas de materiales por persona por año, incluyendo materia biológica, combustibles fósiles, metales y materiales no metálicos. Esto está a la par con el promedio global de 12,2 toneladas, pero es mucho menos que lo que se consume en muchos países europeos. Suiza, por ejemplo, consume 19 toneladas de materiales por habitante, mientras que Suecia utiliza hasta 25 toneladas por persona.

El estudio advierte de que el consumo excesivo en los países ricos ha dañado el entorno local de la región. América Latina y el Caribe es la región con mayores exportaciones netas de alimentos en todo el mundo, produciendo casi una cuarta parte de toda la carne consumida a nivel mundial. Sin embargo, esto provoca deforestación, emisiones de gases de efecto invernadero y pérdida de biodiversidad. Además, las prácticas agrícolas actuales dañan a los polinizadores y la salud del suelo, lo que amenaza la resistencia a largo plazo del sector.

El informe calcula que de todos los materiales consumidos en las economías locales, menos del 1% se reintegra en forma de materiales reutilizados y reciclados. Sin embargo, es difícil disponer de cálculos fiables ya que hasta dos tercios de los residuos en la región no están registrados en las estadísticas oficiales. También existen lagunas de datos en otros aspectos, lo que permite vertederos ilegales y contaminación, y evita que los gobiernos locales monitoreen eficazmente los flujos de residuos. El informe destaca la importancia de un seguimiento riguroso de los residuos y materiales y su reflejo en las cuentas oficiales.

También se alienta a los gobiernos locales a reconocer el valor de los principios de la economía circular, como la agricultura regenerativa, la reducción de residuos industriales y la renovación de edificios antiguos en lugar de construir nuevos. La implementación de estrategias de economía circular en solo dos sectores, la agroalimentación y la manufactura, puede reducir la huella de carbono y de materiales de ALC en un tercio cada uno, asegurando un entorno más saludable y un clima más seguro.

El estudio también estima que se podrían crear alrededor de 8.8 millones de empleos formales nuevos si la región se mueve hacia una economía circular, regularizando miles de empleos informales. Ejemplos de nuevas ocupaciones incluyen trabajadores de instalaciones de reciclaje, operarios de reparación y mantenimiento, operadores de transporte público, gerentes de logística, urbanistas y biotécnicos. La implementación exitosa de estrategias circulares puede traer otros beneficios socioeconómicos, como una mejora en la salud y el bienestar, y un trabajo digno. Sin embargo, para aprovechar su máximo potencial, la transición a una economía circular debe ser justa e inclusiva.

Huella material en América Latina y el Caribe

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