La investigación revela que 12 países tienen la capacidad técnica de secuestrar más del 20% de sus emisiones de gases de efecto invernadero convirtiendo los residuos de cultivos en biocarbón.
El biocarbón, un carbón vegetal fabricado a partir del calentamiento de materiales orgánicos desechados, como los residuos de cultivos, ofrece una vía para reducir el dióxido de carbono (CO2) atmosférico. Nuevos mapas, elaborados a partir de un conjunto de datos mundiales de alta resolución sobre residuos de cultivos, revelan las zonas en las que los residuos pueden utilizarse de forma sostenible para producir biocarbón.
La investigación, financiada por The Nature Conservancy y Bezos Earth Fund y publicada en la revista GCB Bioenergy, revela que 12 países tienen la capacidad técnica de secuestrar más del 20% de sus emisiones totales actuales de gases de efecto invernadero convirtiendo los residuos de cultivos en biocarbón. Bután encabeza la lista, con un potencial de captura del 68% de sus emisiones en forma de biocarbón, seguido de India, con un 53%.
«Estamos entrando en una era sin precedentes en la que ni siquiera una reducción rápida y profunda del uso de combustibles fósiles bastará para evitar los graves daños del cambio climático tanto para los seres humanos como para los ecosistemas», afirma Dominic Woolf, coautor del estudio e investigador asociado de la Facultad de Ciencias Vegetales Integradas de la Universidad de Cornell.
«También tenemos que reducir el exceso de CO2 -añade-. Fabricar biocarbón a partir de residuos de cultivos es una de las pocas herramientas que tenemos para hacerlo a escala sin competir por la tierra».
El biocarbón mejora la fertilidad del suelo y favorece el crecimiento de las plantas, al tiempo que ofrece una forma de eliminar CO2 de la atmósfera. Cuando se añade a los suelos, el biocarbón secuestra carbono en ellos durante siglos.
El estudio concluye que si la cantidad total de residuos de cultivos generados por la agricultura en todo el mundo se convirtiera en biocarbón, secuestraría un máximo de mil millones de toneladas métricas de carbono anualmente. Tres cuartas partes de ese carbono permanecerían secuestradas al cabo de 100 años, lo que representa una cantidad suficiente para compensar cerca del 80% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la agricultura.
«Incluso si se tienen en cuenta las limitaciones de la recogida sostenible de residuos y el uso competitivo de los residuos de cultivos, como la alimentación del ganado, el potencial de producción mundial de biocarbón es aproximadamente la mitad de esa cantidad», afirma Woolf.
Si se tienen en cuenta estas limitaciones, la producción mundial potencial de biocarbón asciende a 510 millones de toneladas métricas de carbono al año, de las que aproximadamente 360 millones permanecerían secuestradas al cabo de 100 años.
«Los mapas de alta resolución de la producción de residuos de cultivos y el secuestro de biocarbón proporcionarán información valiosa y apoyarán la toma de decisiones relacionadas con la producción de biocarbón y la inversión en capacidad de producción de biocarbón», dijo Woolf.