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Un informa del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente estima que se desperdicia el 17% de todos los alimentos disponibles, la mayor parte en los hogares.

El desperdicio alimentario es un problema global. Foto: RESIDUOS PROFESIONAL

Se estima que 931 millones de toneladas de alimentos -el 17% del total de alimentos disponibles para los consumidores-, terminaron en 2019 en los cubos de la basura de hogares, minoristas, restaurantes y otros servicios alimentarios, según una nueva investigación de la ONU. El peso de esta comida desperdiciada equivale aproximadamente a 23 millones de camiones de 40 toneladas completamente cargados, suficiente para dar siete vueltas a la Tierra.

El informe sobre el Índice de desperdicio de alimentos 2021, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la organización asociada WRAP, analiza el desperdicio de alimentos que se produce en los puntos de venta, restaurantes y hogares, y considera no solo los alimentos, sino también las partes no comestibles, como los huesos y cáscaras. El informe presenta la recopilación, el análisis y el modelo de datos más completos hasta la fecha sobre el desperdicio de alimentos, y ofrece una metodología para que los países puedan hacer sus propias mediciones. Se han identificado 152 puntos para la medición del desperdicio de alimentos en 54 países.

El estudio revela que en casi todos los países que han medido el desperdicio de alimentos, este fue sustancial, independientemente del nivel de ingresos. Muestra que la mayor parte de este desperdicio proviene de los hogares, que descartan 11% del total de alimentos disponibles en la etapa de consumo de la cadena de suministro. Los servicios de alimentación y los establecimientos minoristas desperdician el 5% y el 2%, respectivamente. A nivel mundial, cada año se desperdician 121 kilogramos de alimentos per cápita, y 74 de esos kilogramos se desperdician en los hogares. El informe también incluye estimaciones regionales y nacionales.

El desperdicio de alimentos tiene importantes repercusiones medioambientales, sociales y económicas. Por ejemplo, en un momento en el que la acción climática sigue estando rezagada, entre el 8% y el 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero están asociadas a los alimentos que no se consumen, si se tienen en cuenta las pérdidas antes del nivel de consumo.

«Reducir el desperdicio de alimentos reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero, frenaría la destrucción de la naturaleza a por la conversión de tierras y la contaminación, aumentaría la disponibilidad de alimentos y, por tanto, reduciría el hambre y ahorraría dinero en un momento de recesión mundial», dice Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA.

«Si queremos tomarnos en serio la lucha contra el cambio climático, la pérdida de la naturaleza y la biodiversidad, y la contaminación y los residuos, las empresas, los gobiernos y los ciudadanos de todo el mundo tienen que poner de su parte para reducir el desperdicio de alimentos. La Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU de este año ofrecerá la oportunidad de poner en marcha nuevas acciones para hacer frente al desperdicio de alimentos a nivel mundial», explica Andersen.

Con 690 millones de personas afectadas por el hambre en 2019 -una cifra que se espera que aumente considerablemente como consecuencia de la pandemia de la COVID-19- y 3.000 millones de personas que no pueden permitirse una dieta saludable, los consumidores necesitan ayuda para reducir el desperdicio de alimentos en casa.

Los países pueden aumentar la ambición climática incluyendo el desperdicio de alimentos en las contribuciones nacionales al Acuerdo de París, al tiempo que refuerzan la seguridad alimentaria y reducen los costes para los hogares. Esto hace que la prevención del desperdicio de alimentos sea también un área primordial para incluir en las estrategias de recuperación de la COVID-19.

Un problema global

«Durante mucho tiempo, se asumió que el desperdicio de alimentos en el hogar era un problema importante sólo en los países desarrollados», dice Marcus Gover, director general de WRAP. «Con la publicación del informe del Índice de Desperdicio de Alimentos, vemos que las cosas no están tan claras».

«Con sólo 9 años por delante -añade Gover-, no alcanzaremos el Objetivo 3 del ODS 12 si no aumentamos significativamente la inversión en la lucha contra el desperdicio doméstico de alimentos a nivel mundial. Debe ser una prioridad para los gobiernos, las organizaciones internacionales, las empresas y las fundaciones filantrópicas».

La meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) pretende reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita en el mundo a nivel de minoristas y consumidores, y reducir las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro. Uno de los dos indicadores de la meta es el Índice de Desperdicio de Alimentos.

Un número creciente de países ha medido el desperdicio de alimentos en los últimos años. El informe concluye que 14 países ya disponen de datos sobre el desperdicio de comida en los hogares recogidos de forma compatible con el Índice de Desperdicio de Alimentos. Otros 38 países disponen de datos sobre el desperdicio de alimentos en los hogares en los que pequeños cambios en la metodología, la cobertura geográfica o el tamaño de la muestra permitirían crear una estimación compatible con el ODS 12.3. Un total de 54 países tenían datos para al menos uno de los tres sectores cubiertos por el informe.

Las nuevas estimaciones mundiales sobre el desperdicio de alimentos a nivel de los consumidores se generaron a partir de datos existentes y de extrapolaciones basadas en las estimaciones observadas en otros países. Dado que el 75% de la población mundial vive en un país con una estimación directa del desperdicio de alimentos en los hogares, la confianza en la estimación en este sector es mayor que a nivel de comercio minorista y servicios alimentarios, donde las estimaciones directas son mucho más bajas.

Sólo se dispone de datos sobre el desglose entre alimentos y partes no comestibles desperdiciados en unos pocos países de ingresos altos, y muestran una división al cincuenta por ciento de media en los hogares. La proporción de partes no comestibles es una importante laguna de conocimiento, y puede ser mayor en los países de renta baja.

Para aprovechar el trabajo del informe, el PNUMA pondrá en marcha grupos de trabajo regionales para ayudar a desarrollar las capacidades de los países para medir el desperdicio de alimentos a tiempo para la próxima ronda de informes del ODS 12.3 a finales de 2022, y apoyarlos para desarrollar líneas de base nacionales para seguir el progreso hacia el objetivo de 2030, y diseñar estrategias nacionales para prevenir el desperdicio alimentario.

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