Según un exhaustivo informe del PNUMA y la OMM, la aplicación del Protocolo de Montreal ha permitido reducir los niveles de concentración atmosférica de las sustancias que agotan la capa de ozono, y se espera que esta esté recuperada para mediados de siglo

Agujero de la capa de ozono sobre la Antártida en 2009
Foto: NASA Goddard Space Flight Center en Flickr (cc)

Según una nueva evaluación realizada por 300 científicos, la capa de ozono que protege a la Tierra lleva camino de recuperarse en las próximas décadas, gracias a las medidas internacionales adoptadas de forma concertada contra las sustancias que agotan esa capa.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) se disponen a publicar el Assessment for Decision-Makers (Evaluación para los encargados de adoptar decisiones), un documento que resume el informe “Evaluación científica del agotamiento de la capa de ozono 2014” y que representa la primera actualización exhaustiva realizada en los últimos cuatro años.

La capa de ozono estratosférico es un frágil escudo gaseoso que protege a la Tierra de la dañina radiación ultravioleta procedente del sol. De no ser por el Protocolo de Montreal y los acuerdos correspondientes, los niveles de concentración atmosférica de las sustancias que agotan la capa de ozono podrían haber llegado a multiplicarse por diez antes de 2050. Según el PNUMA, los modelos mundiales indican que, en 2030, el Protocolo habrá evitado dos millones de casos anuales de cáncer de piel, además de impedir lesiones oculares y daños al sistema inmunológico humano y proteger la fauna y flora silvestres y la agricultura.

Existen indicios positivos de que la capa de ozono se habrá recuperado a mediados de este siglo

La eliminación de las sustancias que agotan la capa de ozono ha tenido efectos secundarios beneficiosos para el clima mundial, ya que muchas de esas sustancias son también gases con un potente efecto invernadero. Ahora bien, en el informe de evaluación se advierte de que con el rápido aumento de ciertos sustitutos como los hidrofluorocarbonos (HFC) –que aunque no son nocivos para la capa de ozono también son gases de potente efecto invernadero–, podría perderse el terreno ganado. En el informe se señala asimismo que existen algunos métodos que podrían aplicarse para evitar los efectos perniciosos de esos sustitutos.

“Existen indicios positivos de que la capa de ozono se habrá recuperado a mediados de este siglo. El Protocolo de Montreal, uno de los tratados ambientales más fructíferos del mundo, ha protegido la capa de ozono y evitado el aumento de la radiación ultravioleta que llega a la superficie terrestre”, declaró Achim Steiner, secretario general adjunto de las NacionesUnidas y director ejecutivo del PNUMA.

Este éxito debería alentarnos a mostrar la misma urgencia y unidad para encarar un problema aún mayor como es el cambio climático

“Pero los problemas que nos acucian siguen siendo enormes –añadió Steiner–. El éxito del Protocolo de Montreal debería alentar la adopción de más medidas no solo para proteger y recuperar la capa de ozono, sino también para combatir el cambio climático. El 23 de septiembre, el secretario general de las Naciones Unidas acogerá como anfitrión a los jefes de Estado en Nueva York al objeto de impulsar medidas mundiales contra ese cambio. La comunidad de países que integran el Protocolo de Montreal, con sus logros tangibles, puede aportar pruebas contundentes de que la cooperación mundial y la actuación concertada son los ingredientes fundamentales para garantizar la protección de nuestro patrimonio mundial”.

“La labor internacional para la protección de la capa de ozono es un logro ejemplar en materia de medio ambiente”, declaró Michel Jarraud, secretario general de la OMM. “Este éxito debería alentarnos a mostrar la misma urgencia y unidad para encarar un problema aún mayor como es el cambio climático. En esta última evaluación, los encargados de formular políticas encontrarán conclusiones científicas sólidas sobre la compleja relación existente entre la capa de ozono y el clima y la necesidad de adoptar medidas de apoyo mutuo para proteger la vida en la Tierra en beneficio de las generaciones futuras”.

“Las actividades humanas ­–añadió Jarraud– seguirán alterando la composición de la atmósfera. Por ello, el programa de Vigilancia Atmosférica Mundial de la OMM no cejará en sus importantes actividades de vigilancia, investigación y evaluación a fin de aportar la información científica necesaria para comprender y, en última instancia, predecir las variaciones del medio ambiente, como viene haciendo en los últimos 25 años”.

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