Un proyecto liderado por el centro de investigación alemán encontró grandes cantidades de microplásticos de menos de 1 mm en el compost obtenido a partir de los biorresiduos contenidos en estas bolsas.
Desde hace varios años existen en el mercado bolsas fabricadas con materiales biodegradables para la recogida de residuos orgánicos domésticos. Ahora, los investigadores de un estudio piloto a gran escala han estudiado a fondo si estas bolsas se descomponen por completo. Además, este estudio -el primero de este tipo- también analizó el interés de los consumidores por utilizar bolsas biodegradables. El proyecto fue coordinado por el Instituto Fraunhofer de Tecnología Química ICT (Alemania) en colaboración con las universidades de Bayreuth y de Hohenheim y la empresa de gestión de residuos BEM Umweltservice, que participaron como socios de investigación. Según sus resultados, por numerosas razones, los investigadores no recomiendan actualmente el uso de bolsas biodegradables para residuos orgánicos.
El objetivo del proyecto sobre bolsas biodegradables en la recogida de residuos orgánicos -denominado BabbA– era analizar cómo se degradan estas bolsas en las plantas de reciclaje de biorresiduos existentes y arrojar más luz sobre su posible impacto medioambiental. Además, el estudio piloto investigó si el público en general ha adoptado estas bolsas biodegradables para la recogida de residuos orgánicos y si, por tanto, dichas bolsas tienen potencial para sustituir a las bolsas de plástico convencionales fabricadas con polietileno (PE).
Los investigadores también trabajaron para averiguar si el uso de bolsas de recogida fabricadas con materiales biodegradables y papel reduce el contenido total de materias extrañas en los residuos orgánicos. El enfoque de la investigación puede resumirse en una pregunta de gran relevancia para nuestra vida cotidiana: ¿Son las bolsas fabricadas con materiales biodegradables una buena alternativa para la recogida doméstica de biorresiduos orgánicos? Los trabajos de este proyecto de investigación fueron financiados por el programa BWPLUS para la salvaguarda de los recursos medioambientales, financiado por el estado de Baden-Württemberg, en el suroeste de Alemania.
Residuos orgánicos como fuente de energía
Aunque en Alemania se obliga a separar los residuos, se siguen enviando cantidades significativas de plástico a las plantas de reciclaje de residuos orgánicos, probablemente porque a la gente le resulta más cómodo o higiénico utilizar una bolsa de plástico para recoger los biorresiduos en su casa. Sin embargo, estas bolsas -tanto las de plástico convencional como las fabricadas con plásticos biodegradables- deben separarse antes de que los residuos orgánicos vayan a reciclarse, para que no acaben en la fracción de residuos compostados. Se trata de una tarea que lleva mucho tiempo y en la que siempre se pierde parte de la valiosa materia orgánica. Por otro lado, la gente a menudo no considera el uso de bolsas de papel como una alternativa, ya que creen que son menos resistentes a la humedad y podrían romperse en el camino hacia el contenedor de recogida de residuos orgánicos.
Esta es sólo una de las razones por las que alrededor de un tercio de los hogares alemanes se limitan a eliminar sus residuos orgánicos con la basura normal. Sin embargo, estos biorresiduos tienen un enorme potencial como fuente de energía e importantes nutrientes para las plantas. Es una fuente de biogás, que puede utilizarse para generar electricidad, y sus productos finales, como el compost, pueden utilizarse como abono orgánico, lo que reduce el uso de fertilizantes artificiales. Esto significa que el reciclaje de residuos orgánicos puede contribuir de forma importante a la transición energética y a la sostenibilidad, al tiempo que reduce la dependencia de las cadenas de suministro internacionales.
Sin garantía de descomposición
El uso de bolsas de plástico fabricadas con materiales biodegradables podría ser una solución viable para la recogida de residuos orgánicos, ya que cumplen los requisitos de higiene del público y aumentan la proporción de residuos orgánicos que pueden reciclarse. Pero, ¿son realmente inocuas estas bolsas? A medida que los métodos de análisis de microplásticos han ido mejorando en los últimos años, también ha aumentado espectacularmente el conocimiento y la concienciación sobre los riesgos potenciales que los microplásticos y nanoplásticos suponen para el medio ambiente. A estas alturas, está claro que cuanto más pequeñas sean las partículas, mayor será su impacto ambiental potencial.
«Los actuales criterios de calidad del compost han definido límites para los fragmentos de plástico, pero sólo tienen en cuenta los fragmentos de más de 1 milímetro de tamaño. Las partículas más pequeñas no se tienen en cuenta. Si las bolsas fabricadas con materiales biodegradables no se degradan por completo en las plantas de reciclaje de biorresiduos y sólo se descomponen en micropartículas y nanopartículas de plástico, podrían llegar al medio ambiente con el compost. Y teniendo en cuenta la cantidad de tiempo que los residuos biológicos pasan actualmente en las plantas de reciclaje, se trata de un escenario realista», explica el director del proyecto BabbA, Jens Forberger, de Fraunhofer ICT.
En 2019, los investigadores del proyecto BabbA comenzaron a examinar sistemáticamente las bolsas biodegradables desde todos los ángulos -desde su uso por el público hasta la forma en que se degradan en las plantas de reciclaje– en condiciones reales por primera vez. El objetivo era llegar a una conclusión fiable sobre la idoneidad de las bolsas biodegradables.
En experimentos a gran escala realizados en verano e invierno, los socios del proyecto distribuyeron 400.000 bolsas fabricadas con distintas materias primas (Ecovio, Mater-Bi y bolsas de papel recubiertas de cera) y material informativo a 10.000 hogares. BEM Umweltservice colaboró con los investigadores para organizar la recogida y el análisis de los residuos orgánicos en los distritos seleccionados, tanto antes como después de la campaña informativa. A continuación, los investigadores examinaron el compost resultante en busca de fragmentos de plástico. Este trabajo pionero fue posible gracias a la labor preparatoria llevada a cabo en el proyecto MiKoBo, coordinado también por Fraunhofer ICT. En esta iniciativa, un equipo de la Universidad de Bayreuth sentó las bases de un método analítico de detección de microplásticos en el compost, el digestato y la tierra.
Análisis comparativo
Como coordinador, el Fraunhofer ICT fue el impulsor del enfoque innovador del proyecto BabbA. El instituto trabajó con BEM Umweltservice para realizar análisis de lotes, es decir, examinar la composición de los residuos orgánicos recogidos en las regiones piloto para determinar los niveles de humedad y las proporciones de materias extrañas y biorresiduos. «Recogimos un lote inicial de referencia antes de informar a los hogares sobre el proyecto y distribuir las bolsas biodegradables. Así pudimos comparar los dos lotes recogidos tras la campaña de información, uno en verano y otro en invierno, con las condiciones originales reales», explica Forberger.
Una de las claves del éxito del proyecto fue el acceso de los investigadores a plantas de reciclaje de biorresiduos en funcionamiento, lo que les permitió observar cómo se fragmentan y degradan las bolsas de materiales biodegradables en condiciones reales. Los científicos de la Universidad de Bayreuth realizaron análisis de flujo de materiales para examinar todos los fragmentos de plástico en muestras tomadas en distintos puntos del proceso de reciclado de biorresiduos (es decir, desde los residuos recogidos hasta el compost terminado). Además de las pruebas en las plantas de reciclaje, los investigadores de la Universidad de Hohenheim comprobaron hasta qué punto las bolsas de recogida utilizadas en el proyecto podían degradarse en el suelo.
No se recomiendan las bolsas biodegradables
Con la reciente publicación del informe final del proyecto BabbA, ya están disponibles los resultados de los investigadores. A través de sus pruebas, pudieron demostrar que el compost obtenido contiene grandes cantidades de microplásticos de menos de 1 milímetro de tamaño, y que estos pueden permanecer en el suelo durante largos periodos de tiempo.
La evaluación inicial del grupo del proyecto es que se debería evitar introducir bolsas biodegradables en plantas reales de reciclaje de biorresiduos a gran escala hasta que se pueda garantizar que las bolsas se descompondrán por completo.
Además, el uso de bolsas de papel y de materiales biodegradables no influyó positivamente en la cantidad de residuos orgánicos que los hogares depositaron para su recogida durante el proyecto piloto. La cantidad de residuos orgánicos recogidos no aumentó cuando se distribuyeron las bolsas a los hogares, y el análisis por lotes mostró que la cantidad de materias extrañas en los residuos no era inferior a la que había antes del estudio piloto.
Esta es otra de las razones por las que el grupo del proyecto BabbA no recomienda el uso de bolsas de recogida fabricadas con materiales biodegradables; sin embargo, creen que las bolsas de papel son una alternativa prometedora y deberían investigarse con más detalle.
Por todo ello, los investigadores piden una revisión crítica de las actuales normas DIN -emitidas por el Instituto Alemán de Certificación- para evaluar la capacidad de compostaje de un material compostable. En general, el informe ofrece recomendaciones específicas para el gobierno, las empresas de eliminación de residuos y el público en general, y pretende contribuir a la mejora de la utilización de los recursos de biorresiduos en el futuro.