J. Guillermo Sánchez León

Modelización matemática. IUFFyM
Universidad de Salamanca

El combustible gastado generado por las centrales españolas hasta finales de 2021 ocupa un volumen de 8.700 metros cúbicos que, una vez guardados en contenedores adecuados, cabrían en una nave del tamaño de un campo de fútbol.

Central nuclear de Cofrentes (Valencia). Arcadio Oliver Atienzar / Wikimedia Commons

En España existen siete reactores nucleares en funcionamiento y tres en distintas fases de desmantelamiento ubicados en siete emplazamientos, pues algunas centrales tienen más de un reactor. Un reactor de agua a presión típico, de 1.000 MW de potencia eléctrica, contiene 157 elementos combustibles, de los que cada año y medio se reemplaza un tercio, lo que equivale aproximadamente a 20 toneladas de uranio al año.

Cuando un elemento combustible ha permanecido dentro del reactor durante tres ciclos se considera combustible gastado. Si bien está clasificado como residuo radiactivo de alta actividad, este material conserva gran parte de su poder energético y podría reciclarse y reutilizarse, aunque este proceso no se contempla en España.

En diciembre de 2004 la Comisión de Industria del Congreso de los Diputados optó por un almacén temporal centralizado (ATC) como mejor solución para guardar el combustible nuclear gastado y otros residuos de alta actividad. Tras una convocatoria pública se acepta la candidatura de Villar de Cañas (Cuenca) como lugar para construir el ATC.

Aquel proyecto, paralizado desde 2018, se ha descartado definitivamente. El pasado 7 de noviembre la propuesta de 7ª Plan General de Residuos Radiactivos del actual Gobierno plantea construir siete almacenes, uno en cada central nuclear, a los que ha denominado almacenes temporales descentralizados.

Montaje de un elemento combustible en la fábrica de Juzbado (Salamanca) de ENUSA. ENUSA

Dónde se guarda el combustible

Hasta ahora, el combustible gastado se ha ido almacenando en cada central. Una excepción es la central nuclear de Vandellós I (parcialmente desmantelada y en fase de latencia), cuyo combustible se envió a Francia y se recicló, reduciéndose a 13 metros cúbicos de residuos de alta actividad vitrificados. En 2014 debían haber sido devueltos a España. Hasta que regresen, seguimos pagando una penalización del orden de 60.000 euros al día.

Elemento combustible introduciéndose en un contenedor. CSN

El combustible gastado generado por las centrales españolas hasta finales de 2021 ocupa un volumen de 8.700 metros cúbicos que, una vez guardados en contenedores adecuados, cabrían en una nave del tamaño de un campo de fútbol.

Este material ha generado casi 2,2 millones de GWh, lo que representa alrededor del 25 % del consumo eléctrico español en los últimos 35 años. De no haber existido centrales nucleares en España, el uso de carbón y gas para producir esa misma energía habría supuesto unas emisiones de CO₂ de casi 1.000 millones de toneladas.

Ubicación de las centrales nucleares en España. Ministerio Transición Ecológica y Reto Demográfico

Composición del combustible gastado

Este combustible gastado es en un 95 % uranio que podría reutilizase. Una pequeña parte lo forman los productos de fisión, que son los isótopos más radiactivos, pero que se desintegran en pocos años. Y también hay una cantidad pequeña en masa de isótopos radiactivos de vida larga e intermedia (aproximadamente 20 kg por tonelada) que son el componente más crítico de este tipo de materiales.

Debido a esos isótopos radiactivos, el combustible gastado se considera un residuo de alta actividad. Para su aislamiento a largo plazo es necesario enterrarlo en lo que se denomina almacén geológico profundo, donde lentamente estos isótopos vayan desapareciendo.

Pero antes de llegar a esta fase, los elementos combustibles deben almacenarse temporalmente varias decenas de años. La razón fundamental es que una vez que se extrae el combustible gastado del reactor, la desintegración radiactiva genera mucho calor, sobre todo en las primeras semanas y meses y ello requiere que esté refrigerado.

Los planes del almacén temporal centralizado

En diciembre de 2004 el Parlamento Español, en su Comisión de Industria del Congreso de los Diputados, estudió el asunto y llegó a la conclusión de que la mejor solución era construir un almacén temporal centralizado al que trasladar todo el combustible gastado y los vidrios de alta actividad almacenados en Francia. Posteriormente se creó una Comisión Interministerial para establecer los criterios que debería cumplir el emplazamiento del ATC y de su centro tecnológico asociado.

El ATC es una instalación robusta pero no compleja cuyo objeto principal es garantizar que el combustible gastado se mantiene almacenado al menos 60 años. No produce ningún tipo de emisiones ni apenas tendrá consumos energéticos. Una instalación análoga en Holanda está situada en un polígono industrial.

El combustible gastado se trasladaría de las centrales al ATC en resistentes contenedores desde los que se trasferiría al interior de cápsulas selladas. Las cápsulas finalmente se introducen en tubos de almacenamiento que se sitúan en celdas de hormigón. Los elementos quedan finalmente aislados por un triple blindaje: cápsula, tubo de acero y muro de hormigón.

La instalación obviamente debería ser antisísmica, pero el lugar donde se construya no debe tener condiciones geológicas muy especiales. Debería cumplir con las condiciones impuestas por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN).

La instalación de un centro tecnológico de investigación anejo sobre residuos radiactivos era un aspecto muy importante asociado a la construcción del ATC.

Piedras en el camino

En diciembre de 2009 se efectuó la convocatoria pública para la selección de los municipios candidatos a albergar el emplazamiento del ATC. Hubo trece municipios candidatos, procedentes de cinco comunidades autónomas diferentes.

Si bien la mayor parte del proceso se desarrolló durante la etapa como presidente del Gobierno de J. L. Rodríguez Zapatero, no fue hasta el Consejo de Ministros de final de diciembre de 2011, con el entonces recién investido Gobierno de M. Rajoy, cuando se adjudicó la ubicación para el Almacén Temporal Centralizado al municipio conquense de Villar de Cañas. El ATC tenía entonces un apoyo mayoritario a nivel municipal, provincial y autonómico, al coincidir al frente de todos esos ámbitos el Partido Popular.

Parecía que los políticos se habían puesto de acuerdo en un tema que afectaría a varias legislaturas. Pero años después todo resultó ser un espejismo.

Tras unas nuevas elecciones en Castilla-la Mancha, un gobierno de coalición, presidido por E. García-Page, se desentiende del acuerdo que alcanzaron sus predecesores y recurre a diversas maniobras legales para paralizar el proyecto, como fue declarar en 2015 parte de la finca donde se construirá el ATC zona de especial protección para las aves (ZEPA), posteriormente anulada en 2020 por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha.

En 2018 la misión internacional ARTEMIS ratificó que la mejor opción para almacenar este material seguía siendo la construcción del ATC, viendo en ese punto una fortaleza destacable del programa español de gestión de residuos radiactivos. Los estudios para construir el ATC en Villar de Cañas continuaron, al igual que los litigios.

Los almacenes temporales descentralizados

Después de varios años y un gasto de varios millones de euros, en julio de 2018 el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) pide al CSN que interrumpa su evaluación, casi terminada, de cara a la concesión del permiso de construcción.

Tras más de cuatro años de paralización, finalmente decide cerrar esta vía. La nueva propuesta del séptimo Plan General de Residuos Radiactivos opta por construir siete almacenes temporales descentralizados, uno en cada central nuclear.

En la solución centralizada, los emplazamientos de las centrales nucleares una vez clausuradas quedarían libres para otros usos. Ahora deberán permanecer indefinidamente como emplazamientos nucleares con zonas de acceso restringido. Esta decisión supondrá un sobrecoste de varios miles de millones de euros –la diferencia en la partida destinada al almacenamiento temporal entre el sexto plan general de residuos radiactivos y el séptimo se estima en unos 5.500 millones de euros– pues se multiplican las instalaciones por siete.

Comparativa de los costes totales para el periodo 1985-2100 del 6º PGRR, que recogía un solo almacén temporal, y del 7º PGRR, con siete almacenes. Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico

Además, al perder el ATC y su centro tecnológico de I+D se complican innecesariamente los problemas de seguridad, ya que habrá que construir una instalación donde poder manipular los contenedores de combustible gastado, para su mantenimiento y eventual reparación, pudiendo necesitar traslados temporales entre los almacenes. Y dicha instalación no tiene aún ubicación ni proyecto definido.

Otro tanto ocurre con la protección física y ambiental, cuya complejidad se multiplica también por siete.

Además habrá que construir un nuevo almacén temporal en el emplazamiento de Vandellos I para poder retornar a España los residuos de Francia. La paradoja es que los que evitaron tener un ATC en Villar de Cañas ahora tendrán dos almacenes temporales en la misma Comunidad Autónoma y otros 5 repartidos en otras tres.

Lo curioso es que en el propio borrador del 7º Plan General de Residuos Radiactivos (PGRR) se reconocen estos problemas, pero se opta por los siete almacenes pues:

“Tras la consideración de las alegaciones formuladas durante el periodo de información pública y consultas, se han puesto de manifiesto las dificultades que se plantean para lograr el necesario grado de consenso social, político e institucional para la construcción de una instalación de esta naturaleza, por lo que se considera inviable disponer de un ATC”.

Es decir, se ha elegido esta opción que se sabe peor y más cara. Naturalmente, todos los extracostes asociados a esta decisión los deberá soportar el consumidor de electricidad, es decir, todos los ciudadanos. Nadie va a pedir cuentas a quienes toman las decisiones por gastos innecesarios que se extenderán por decenas de años.

La nuclear en la transición energética

En el mismo 7º PGRR, en base al actual Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), se contempla el cierre entre 2027 y 2035 de todas las centrales nucleares españolas que supuestamente se sustituirán por renovables. Lo mismo decía Alemania cuando decidió cerrar sus nucleares y acabaron creando una dependencia del gas ruso y de la continuación en la quema de carbón.

La experiencia demuestra que la variabilidad de las fuentes renovables obliga a complementarlas con fuentes que garanticen el suministro cuando el viento no sople, falte el agua o no salga el sol. A cambio de unos pocos metros cúbicos de residuos, las nucleares en la base del sistema eléctrico resuelven este problema sin emitir CO₂.

El 7º PGRR dice que para 2073 se dispondrá de un almacén geológico profundo, necesario en todo caso. Pero, si para un ATC, que es una decisión temporal, no ha habido acuerdo, ¿lo habrá para un almacén geológico profundo?

Sin un acuerdo político amplio como el que se logró en 2004, nunca será posible llegar a tener una adecuada gestión de los residuos radiactivos de alta actividad y el combustible gastado. Sin salir de Europa, tenemos buenos ejemplos en los que fijarnos en Finlandia, Suecia y Francia, entre otros.The Conversation

Fuente:
The Conversation

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