Una investigación de la Universidad de Copenhague insiste en que la contaminación atmosférica no debe percibirse como un obstáculo para ejercitarse en zonas urbanas, ya que los beneficios de hacer deporte superan a los efectos adversos de la polución sobre la salud.

Los beneficios del ejercicio son mayores que los efectos nocivos de la contaminación del aire
El ejercicio físico «compensa» los efectos negativos de la contaminación del aire. Foto: Chris Unkeler (cc)

Una nueva investigación de la Universidad de Copenhague, en colaboración con otros organismos como el Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL), el Centro de Investigación del Cáncer de Dinamarca y el Imperial College de Londres, ha concluido que los efectos beneficiosos del ejercicio son más importantes para nuestra salud que los efectos negativos de la contaminación del aire, relacionados con el riesgo de mortalidad prematura.

El estudio muestra que a pesar de los efectos adversos de la contaminación atmosférica sobre la salud, la contaminación del aire no debe percibirse como una barrera para dejar de ejercitar en las zonas urbanas. “Incluso para los que viven en las zonas más contaminadas de Copenhague, es más saludable salir a correr, caminar o ir a trabajar en bicicleta que  permanecer inactivo”, dice la profesora asociada Zorana Jovanovic Andersen, del Centre for Epidemiology and Screening en la Universidad de Copenhague.

Acumulación de contaminantes en los pulmones

Es conocido que la actividad física reduce el riesgo de mortalidad prematura, mientras que la contaminación del aire aumenta este riesgo. La actividad física amplifica el volumen de respiración, así como la acumulación de contaminantes del aire en nuestros pulmones, lo que puede aumentar los efectos nocivos por contaminación del aire durante el ejercicio.

“La contaminación del aire se percibe, a menudo, como una barrera para realizar ejercicio en las zonas urbanas. Pero, debido a la creciente carga de salud por el aumento de la falta de actividad física y la obesidad en la sociedad moderna, nuestros resultados apoyan los esfuerzos en la promoción del ejercicio, incluso en las zonas urbanas con alta contaminación”, explica Andersen, primera autora del estudio.

“Por otro lado, aconsejamos a la gente que haga ejercicio en zonas verdes, parques y bosques donde la contaminación del aire es baja, y que lo realice lejos de las carreteras más transitadas, cuando sea posible”, explica el coordinador del estudio, el profesor Mark Nieuwenhuijsen, investigador del CREAL, centro de la alianza ISGlobal.

Este es el primer gran estudio prospectivo poblacional que ha analizado los efectos conjuntos de la actividad física y la contaminación atmosférica sobre la mortalidad. Se basa en datos de alta calidad, tanto en la actividad física como de la exposición a la contaminación del aire.

El estudio incluye 52.061 sujetos, con edades entre 50 a 65 años, de las principales ciudades de Aarhus y Copenhague, que participaron en el estudio “Dieta, Cáncer y Salud”. Entre 1993 y 1997 informaron sobre sus actividades de ocio físicas, incluyendo deportes como ir y volver en bicicleta al trabajo o caminar. Luego, los investigadores estimaron los niveles de contaminación del aire de tráfico basándose en sus direcciones de residencia.

5.500 participantes murieron antes de 2010, y los investigadores observaron un 20% menos de muertes entre aquellos que practicaron ejercicio que entre los que no hacían ningún ejercicio, incluso para aquellos que vivían en las zonas más contaminadas, en el centro de Copenhague y Aarhus, o cerca de las carreteras más transitadas.

“También es importante tener en cuenta que estos resultados corresponden a Dinamarca y son extrapolables a sitios con niveles de contaminación similares. No son necesariamente ciertos en ciudades con niveles de contaminación atmosférica más altas, como ocurre en otras partes del mundo”, concluye Andersen.

Fuente:
Sinc

 

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