Miquela Grimalt.
Consultora en derecho ambiental. Abogada.
La necesaria coordinación en la protección del medio ambiente a escala planetaria resulta extremadamente compleja y debe pasar por el filtro de estados con una fuerza económica diversa y articulados por sistemas jurídicos y formas de gobernar dispares. La definición de instrumentos coercitivos comunes resulta de difícil concreción, es terriblemente lenta y requiere de una gran coordinación e intercambio de conocimiento.
En este contexto, si centramos la valoración de la evolución de los esfuerzos de coordinación internacional en la contaminación causada por residuos plásticos y, muy especialmente, la tan preocupante contaminación de los mares y océanos, resultan notables los avances concentrados en los primeros meses de este año 2019. Así, a fin mejorar el conocimiento de los instrumentos legales existentes y facilitar la labor a los gestores públicos y otros actores económicos, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP, en sus siglas en inglés) ha publicado recientemente un trabajo de investigación[i] llevado a cabo entre los meses de marzo y agosto de 2018 en el que revisa, en 192 estados, la normativa asociada a la manufactura, la distribución, el uso de plástico de un solo uso y la gestión de los residuos generados (toma en consideración, también, los microplásticos).
El informe pretende conocer a qué tipo de control se someten, a nivel mundial, los residuos plásticos que, demasiado a menudo, van a parar a mares y océanos. Destaca la disparidad de los métodos utilizados en diferentes países y apunta que uno de los sistemas más extendidos es la prohibición de bolsas de plástico de un solo uso, pero, en general, no se aborda el ciclo de vida completo de este producto, los impuestos que gravan su utilización son todavía escasos y poco se incide en la promoción de materiales renovables.
Entre otras cosas, considera esperanzador el número de países que incluyen elementos en su legislación asociados a la responsabilidad ampliada del productor y cómo las limitaciones a la importación aumentan progresivamente. Apunta, además, que son muy pocos los estados que han adoptado medidas para regular la presencia de microplásticos en productos. Señala, asimismo, que son muchos los países que están realizando campañas y esfuerzos para impulsar la reducción y el reciclaje de productos plásticos, pero escasos los países que disponen de legislación específica que imponga controles a los productores para abordar la minimización de desechos, adoptar objetivos de reciclaje o imponer tasas suficientes para desincentivar la compra de productos plásticos.
La Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente ha adoptado diversas resoluciones con el objetivo de atajar la basura marina y los microplásticos
En cualquier caso, el estudio no valora el grado de implementación de las normas que identifica, una cuestión determinante para combatir la contaminación marina por residuos plásticos.
El informe recuerda que la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente ha adoptado diversas resoluciones sobre la basura marina y los microplásticos que pretenden avanzar hacia su eliminación, el desarrollo de planes de acción a escala regional y estatal, así como el impulso de una mayor coordinación y colaboración. Este estimable trabajo recopilatorio menciona que las cuestiones que pone sobre la mesa continuarían siendo debatidas en la cuarta Asamblea de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente reunida en Nairobi el pasado mes de marzo que, efectivamente, abordó cuestiones como la adopción de los compromisos voluntarios aplicables a la basura marina y microplásticos o el trabajo del grupo de expertos creado con el encargo específico estudiar esta problemática.
El mes de marzo vimos también cómo el Parlamento Europeo votaba a favor de la propuesta de directiva relativa a la futura eliminación de los residuos plásticos de un solo uso. El avance del consenso sobre la necesidad de frenar la proliferación de residuos plásticos y la correspondiente adopción de medidas a este efecto en el ámbito internacional no cesa; este mismo mes de mayo, como bien informa Residuos Profesional, 180 estados han encontrado la manera de supervisar el traslado de residuos plásticos que no hayan sido sometidos a una correcta selección (eso es, mezclados con impropios o peligrosos) y por ello no aptos para una adecuada gestión, a fin que los países destinatarios deban consentir su recepción y controlar, de esta manera, una llegada excesiva de estos residuos de difícil gestión a su territorio. La enmienda a instancias del Gobierno de Noruega a un anexo al Convenio de Basilea ha permitido este notable paso adelante, un buen ejemplo de coordinación y concreción legalmente vinculante.
En la misma línea, las prioridades marcadas por la presidencia del G-20, Japón, para la cumbre de finales de junio incluye el vertido de plásticos a los océanos.
La práctica diaria de empresas productoras y consumidores sigue necesitando que esta cuestión sea abordada de forma transversal, detallada y urgente
Vemos, con todo ello, cómo aumenta la consciencia en los foros internacionales que reúnen a los estados de la necesidad de atajar, de forma más o menos directa, la catástrofe que comporta la invasión del mar por los residuos plásticos. No obstante, la práctica diaria de empresas productoras y consumidores sigue necesitando que esta cuestión sea abordada de forma transversal, detallada y urgente, incidiendo en todos los aspectos de los procesos de producción, de unos productos que circulan por todo el planeta y alcanzan la condición de residuo en lugares a menudo lejanos al de producción. Una mayor unidad de actuación y coordinación internacionales es posible, así ha sido el mes de mayo en Ginebra.
La protección ambiental, tanto si queremos prevenir la llegada a los océanos de residuos plásticos, como si pensamos en otras formas de agresión al entorno natural, debería superar los inconvenientes de la discontinuidad de acción por la existencia de fronteras o falta de coordinación entre los gestores públicos. Necesitamos, por ello, objetivos claros compartidos, acciones coordinadas, indicadores precisos de seguimiento y una aproximación holística asociada a los procesos productivos. En definitiva, una actitud decidida para implementar, urgentemente, las directrices de los tratados internacionales a fin de dar una solución eficiente a un problema altamente complejo.
Así, tal y como afirmaban el 19 de marzo en The Green European Journal[ii], Jean-Pierre Schweitzer y Yianna Sigalou, refiriéndose a la reacción de la Unión Europea al uso de plásticos (…) sus propuestas representan sólo pequeños avances en el largo camino para cambiar nuestra relación con este material y por ello aún hay muchas incertidumbres sobre cómo será “la nueva economía de los plásticos”. Aunque hay un acuerdo generalizado sobre la importancia del tema, establecer el camino a seguir es complicado (…).
[i] https://www.unenvironment.org/resources/publication/legal-limits-single-use-plastics-and-microplastics-global-review-national
[ii] https://www.greeneuropeanjournal.eu/el-camino-hacia-una-nueva-economia-de-los-plasticos-retos-a-superar/