Un tercio de los alimentos que se producen en el mundo para el consumo humano acaban desperdiciados, una cantidad con la que se podría alimentar a 2.000 millones de personas.

Nueva campaña de Sogama contra el desperdicio alimentario

En el marco del Día Internacional del Reciclaje, que se celebrará el próximo 17 de mayo, coincidiendo con el Día de las Letras Gallegas, SOGAMA, con el apoyo de la Consellería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Xunta de Galicia, lanza la campaña “Comer si, tirar non”, a través de la cual pretende ayudar a los ciudadanos a reducir el desperdicio alimentario en los hogares.

La iniciativa, que estará en vigor durante todo este mes, aglutina distintos soportes didácticos y divulgativos con los que se pretende informar, formar y concienciar a la población en torno a la necesidad de disminuir la cantidad de comida que cada día acaba arrojada al cubo de la basura.

En este marco, y en sintonía con la pretensión del Parlamento Europeo de reducir en un 30% el desperdicio de alimentos en el año 2025 y en un 50% en 2030, la Sociedade Galega do Medio Ambiente ha editado una guía, en soporte digital, que remitirá a los ayuntamientos gallegos, así como a los grupos de interés (asociaciones, centros educativos y colectivos sociales) para dar a conocer un problema con graves consecuencias ambientales, económicas, sociales y mismo morales.

La campaña se nutre con seis microvídeos, una cuña radiofónica y un juego online para escolares titulado “En esta casa no se tira nada”, a través del cual los pequeños aprenden a dar una salida eficiente a los distintos tipos de alimentos en función de sus características, evitando en todo momento que se conviertan en residuos.

UN TERCIO DE LOS ALIMENTOS ACABAN DESPERDICIADOS

Un tercio de los alimentos que se producen en el mundo para el consumo humano (en torno a 1.300 millones de toneladas anuales) acaban desperdiciados, una cantidad con la que se podría nutrir a 2.000 millones de personas. A nivel europeo, se pierden anualmente 89 millones de toneladas de alimentos, o, lo que es lo mismo, 179 kilos por habitante, circunstancia que provoca la emisión de 170 millones de toneladas de CO2 y el uso de 26 millones de toneladas de recursos. Los expertos apuntan a que, si el desperdicio alimentario fuese un país, sería el tercer mayor emisor de gases de efecto invernadero, después de Estados Unidos y China.

España es el séptimo Estado de la UE que más comida desperdicia, con 7,7 millones de toneladas, contribuyendo los hogares a este fenómeno con un 42%. En estos, el 80% de los comestibles desechados se tiran a la basura tal cual se han comprado y el 20% tras su procesado, es decir, son sobras. De todos los comestibles que se tiran, el 48,1% están conformados por verduras, frutas y pan fresco.

RESPONSABILIDAD Y MÁXIMO APROVECHAMIENTO

Con sencillos gestos se puede revertir esta situación. SOGAMA aconseja elaborar un menú semanal y una lista de la compra que se supedite al mismo, debiendo comprobarse al mismo tiempo el estado de la despensa y la nevera a fin de reordenar los productos para consumir primero aquellos con mayor riesgo a perderse.

En este sentido, es importante distinguir entre fecha de caducidad (momento a partir del cual el alimento puede presentar problemas de seguridad alimentaria y riesgo para la salud) y fecha de consumo preferente (momento a partir del cual el alimento puede perder cualidades –textura, sabor, olor-, pero no supone una amenaza para la salud).

Dar preferencia a los productos locales y de temporada siempre es una buena opción contra el desperdicio, con la que además se contribuye a crear empleo local y a disminuir las emisiones de CO2 derivadas del transporte. También lo es tener en cuenta que los alimentos “feos” alimentan igual que los “guapos”. Desechar los primeros por razones estéticas supone un dispendio injustificado de recursos.

Ajustar las raciones al número de comensales constituye un criterio que no debe olvidarse. Se acabó el tradicional dicho de “más vale que sobre a que falte”. Y, si aún así quedan restos de comida, las alternativas son múltiples: congelar las sobras, aprovecharlas para elaborar nuevos menús o repartirlas entre los invitados.

La solidaridad debe imponerse en todo momento y la donación de alimentos en buen estado constituye una práctica a incorporar a nuestros hábitos. Y cuando las citas gastronómicas tienen lugar en restaurantes, no debemos avergonzarnos al pedir nuestras raciones sobrantes, que por otra parte hemos pagado.

Para los restos orgánicos no comestibles, el compostaje doméstico constituye una buena alternativa en el caso de viviendas unifamiliares que dispongan de huerto o jardín en el que aplicar el abono natural resultante, con extraordinarias propiedades fertilizantes.

Todos los materiales didácticos y divulgativos de esta campaña están disponibles en la página web de SOGAMA. En este escenario, la empresa recuerda que la comida es un bien valioso que no está al alcance de todo el mundo, siendo nuestra obligación respetarla, conservarla y compartirla, pero jamás tirarla.

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