La entidad cumplió los objetivos ecológicos legales, con casi el 80% del residuo recuperado destinado a regeneración para producir nuevos lubricantes, mientras que el 20% restante se valorizó energéticamente.
El sistema colectivo para la gestión de aceites industriales usados SIGAUS ha remitido recientemente sus Informes Oficiales al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD) y a los organismos correspondientes de las CCAA, dando cuenta de la gestión del aceite industrial usado llevada a cabo en España durante 2022, así como del cumplimiento de los objetivos ecológicos que establece la normativa.
Tal y como se recoge estos informes, durante 2022 el mercado de aceites industriales tuvo una caída del 2,1%, debido al progresivo deterioro de las expectativas económicas, además de la creciente inflación. En concreto, las empresas adheridas a SIGAUS comercializaron 288.770 toneladas de lubricantes, la mayoría (un 57%) en el mercado de automoción.
Los informes ofrecen un detallado análisis de la gestión del aceite industrial usado a través de tablas, gráficos y mapas que ponen de manifiesto el servicio universal de recogida que ofrece SIGAUS, incluso en zonas de vacíos de población, áreas de montaña o cercanas a espacios protegidos. De acuerdo a la información ofrecida, en 2022 se recogieron 160.016 toneladas brutas de residuo, atendiendo para ello a más de 67.000 establecimientos productores en cerca de 4.800 municipios.
Después de descontar el agua y otros sedimentos, la cantidad total de aceite usado que finalmente fue gestionada ascendió a 129.509 toneladas, que se valorizaron en su totalidad mediante distintos tratamientos destinados a producir materias primas secundarias.
La gran mayoría del aceite usado fue destinado a regeneración –el tratamiento más alineado con los principios de la economía circular, que consiste en obtener bases lubricantes del aceite usado de forma que éste vuelve a poder utilizarse como lubricante–, alcanzando una tasa sobre el aceite usado regenerable del 79,4%, 14 puntos porcentuales por encima del objetivo mínimo establecido en la normativa vigente.
En concreto, se regeneraron 102.455 toneladas de aceites usados, con las cuales fue posible devolver al mercado 64.137 toneladas de bases regeneradas para la producción de nuevos lubricantes. Gracias a este proceso se evitó, además, la emisión de 68.000 toneladas de CO2 y se ahorraron los 30 millones de barriles de petróleo que habrían sido necesarios para generar la misma cantidad de lubricante a partir del primer refino del petróleo.