Una investigación concluye que las empresas que adaptan sus modelos de negocio e invierten en sostenibilidad son mejor valoradas por los inversores.
Un estudio pionero de la Universidad de Florida ha cuantificado la exposición de las empresas a los riesgos del cambio climático, como huracanes, incendios forestales y normativas relacionadas con el clima, y la medida en que dichos riesgos se incluyen en sus valoraciones de mercado. La investigación también pone de manifiesto una costosa brecha: las empresas que gestionan de forma proactiva los riesgos climáticos obtienen mejores resultados que las que ignoran las amenazas.
A partir de un análisis de casi 5.000 empresas públicas estadounidenses, los investigadores desarrollaron nuevas medidas de la exposición de las empresas a los riesgos climáticos físicos derivados de los fenómenos meteorológicos extremos, así como los «riesgos de transición» a los que se enfrentan las empresas por el cambio global hacia una economía descarbonizada, como el cambio a las energías renovables y la reducción de las emisiones de carbono.
Descubrieron que los inversores tienden a valorar a la baja a las empresas que afrontan riesgos de transición elevados, como los derivados de las normativas sobre emisiones.
«En los últimos años, la atención de los inversores al cambio climático ha aumentado», explica Qing Li, profesora adjunta de la Warrington College of Business de la Universidad de Florida. «Como muestra nuestra investigación, las empresas que tienen una alta exposición al riesgo de transición parecen ser castigadas por los mercados».
Sin embargo, esa menor valoración no se aplicó a las empresas que trabajan activamente para adaptar sus modelos de negocio y reducir el impacto climático mediante estrategias como el aumento de las inversiones sostenibles y las tecnologías verdes.
Estas empresas «proactivas» tienden a impulsar las innovaciones sostenibles y a evitar recortes en el gasto en investigación a medida que se intensifican los riesgos de la transición.
Por el contrario, las empresas que adoptan una postura pasiva tienden a recortar los presupuestos de I+D y los puestos de trabajo cuando se enfrentan a una mayor exposición climática, un impedimento potencial para su competitividad a largo plazo.
«La división en estrategias y resultados entre empresas proactivas y no proactivas es bastante marcada», señala el investigador Yuehua Tang, profesor asociado de Emerson-Merrill Lynch. «Las empresas que son transparentes sobre sus vulnerabilidades climáticas, pero que también demuestran respuestas tangibles para mitigar esos riesgos, parecen ser recompensadas por los mercados».
Las conclusiones de esta investigación, publicadas en The Review of Financial Studies, se producen en medio de una creciente presión de inversores, reguladores y activistas para que las empresas divulguen públicamente los riesgos climáticos.
En 2024, la Comisión de Bolsa y Valores de los Estados Unidos (SEC) puso en marcha nuevas normas que obligan a las empresas públicas a informar de los riesgos derivados de los efectos del cambio climático y, en algunos casos, de sus emisiones de gases de efecto invernadero.
En conclusión, si bien las empresas que se adaptan a los riesgos climáticos físicos y transitorios incurren en costes, el estudio, en el que también participan investigadores de la China Europe International Business School y la Universidad Estatal de Georgia, sugiere que los esfuerzos proactivos podrían impulsar las valoraciones de las empresas, ya que los inversores tienen cada vez más en cuenta las amenazas climáticas a la hora de tomar decisiones de inversión informadas.