AIMPLAS participa en un ambicioso proyecto europeo que permitirá dar mayor valor añadido a los residuos que se generan actualmente durante la producción de bioetanol y que hasta ahora se empleaban para producir energía y biogás.

Obtendrán biopolímeros a partir de residuos forestales
Amador García, investigador principal de AIMPLAS en el proyecto BIOREFINE 2G

El Instituto Tecnológico del Plástico (AIMPLAS) participa, junto con siete socios más, en el proyecto europeo BIOREFINE 2G para obtener biopolímeros a partir de los residuos generados por las refinerías de segunda generación en la fabricación de bioetanol.

El innovador plástico que se obtenga como resultado reducirá la dependencia del petróleo en un 50%, dada su procedencia de residuos forestales, y permitirá obtener productos destinados a la industria del envase como láminas para termoformado, adhesivos y recubrimientos.

El proyecto, que comenzó el pasado mes de noviembre tiene una duración de tres años y medio y en él participan junto con AIMPLAS la empresa de Tarragona Ecopol Tech, la firma alemana de energías renovables WIP, el Instituto IFU de Hamburgo, la biotecnológica portuguesa Biotrend, la refinería noruega Borregaard y la Universidad de Lund de Suecia, bajo la coordinación de la Fundación Novo Nordisk para la Biosostenibilidad, de Dinamarca.

En una fase inicial, se están realizando los estudios de laboratorio por parte de los centros universitarios. Una vez completen estos trabajos, llegará el turno de los socios españoles y serán Ecopol Tech y AIMPLAS quienes obtendrán los biopolímeros y analizarán sus principales características para posteriormente fabricarlo en una escala de planta piloto.

Pero el proyecto también ha previsto llevar el desarrollo hasta su última fase, la comercial, y será la biorrefinería Borregard la encargada de llevar a cabo la implementación industrial y la comercialización de los biopolímeros obtenidos.

Según Amador García, investigador principal del proyecto en AIMPLAS, “BIOREFINE 2G va a suponer un impulso muy importante para las biorrefinerías de segunda generación, que no utilizan cultivos alimenticios para su funcionamiento, puesto que les permitirá asegurar su viabilidad económica a través de la generación de productos de mayor valor añadido, muy demandados por la industria y respetuosos con el medio ambiente. Además permitirá reducir la dependencia del petróleo en la fabricación de polímeros ya que se emplea una fuente de carbono alternativo como son los residuos de biomasa”.

Valor añadido para los residuos forestales

Actualmente, las biorrefinerías de segunda generación destinan un 20% de la biomasa que utilizan como materia prima para la obtención de bioetanol. El 80% restante son residuos que se valorizan en forma de biogás y para producir energía. Sin embargo, gracias a este proyecto europeo, se pretende dar un alto valor añadido a estos residuos al transformarlos en biopolímeros.

El resultado será un nuevo material fabricado en un 50% a partir de fuentes renovables como es el caso de la biomasa forestal, residuos procedentes de la tala y la poda que se fermentan con levadura de cerveza.

Gracias a este origen renovable, la fabricación de los nuevos biopolímeros resultantes reducirá un 50% su dependencia de los combustibles fósiles. Con ellos se fabricarán plásticos como poliuretano y poliéster, bioadhesivos y recubrimientos o film para el sector del embalaje.

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