Ricardo Fernández García.
Doctor en Ciencias Químicas.
Assistant Plant Manager.
Momentive Specialty Chemicals Barbastro.
Hoy, 11 de noviembre, se inicia en Varsovia (Polonia) el 19º período de sesiones de la Conferencia de las Partes (CP) y el 9º período de sesiones de la Conferencia de las Partes en calidad de reunión de las Partes en el Protocolo de Kioto (CP/RP), que se extenderá hasta el viernes 22 de noviembre de 2013.
Recordemos los temas más candentes provenientes de la cumbre de Doha (Qatar) a finales de 2012:
- Desarrollar el acuerdo de mínimos, conocido como Puerta Climática de Doha. Recordemos que este acuerdo de mínimos prorrogaba hasta el año 2020 el periodo de compromiso del Protocolo de Kioto, que expiraba en el año 2012. En base a él, se mantiene tanto su normativa como sus mecanismos de mercado: el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), la Implementación Conjunta (IC) y el Comercio Internacional de Emisiones.
- Desarrollar un nuevo Protocolo internacional en 2015 que sustituirá a Kioto. Las partes (países en el argot de las reuniones del cambio climático) han acordado la adopción de un protocolo internacional en 2015 para que entre en vigor justo cuando termine el segundo período de Kioto (año 2010). El objetivo sigue siendo reducir las emisiones de gases que provocan el efecto invernadero y establecer mecanismos para que cada país controle de forma individual sus porcentajes, al mismo tiempo que se establecía una reducción del calentamiento global en dos grados.
Tenemos que reconocer que la negociación internacional sobre el clima es forzosamente compleja, porque compleja es la realidad de casi doscientos países con circunstancias y características muy diferentes, y también porque los respectivos gobiernos, sometidos a la tiranía del corto plazo, están representados por los ministros de medio ambiente, normalmente, poco capacitados para tomar decisiones de política económica o presupuestaria. Intereses locales, visión segmentada y cortoplacista y políticos escasamente influyentes…
Exactamente lo contrario de lo que se necesitaría: una gobernanza global, concebida desde un enfoque integral y de largo plazo, y una profunda reconversión del modelo económico dominante, impulsada desde nuevos liderazgos. Es por ello comprensible que países con diferentes niveles de desarrollo tengan capacidades muy distintas a la hora de lidiar con el cambio climático y sus objetivos.
Sin embargo, se intuye la existencia de una conciencia creciente sobre los riesgos asociados al cambio climático. Por ello la lucha contra el calentamiento global va integrándose progresivamente en la exigencia ciudadana de otro modelo de desarrollo, de otra forma de hacer política para garantizar más seguridad y más bienestar de forma duradera, con menores desigualdades.
No podemos tampoco obviar que estamos en un momento de transición donde se debe mejorar y legitimar una nueva gobernanza global. Los países emergentes no ven útiles ni el Fondo Monetario Internacional (FMI), donde sus cuotas no reflejan su peso en la economía global, ni la Organización Mundial del Comercio (OMC) que, según ellos, no les permite obtener suficientes ganancias. Esta es la verdadera discusión.
Y esta cumbre, que es el único instrumento con el que contamos para gestionar la compleja interdependencia entre lo económico y lo ambiental, está buscando unas nuevas “reglas del juego”. No podemos olvidar que en el ámbito energético, mientras los recursos nacionales son nacionales, las externalidades ambientales, como las emisiones de CO2, son globales.
Foto de portada:
Tim J Keegan en Flickr (cc)