Se trata de espacios en los que se pueden coger prestados todo tipo de objetos para usos esporádicos, evitando así un consumo innecesario y promoviendo la reutilización y la prevención de residuos.
¿De beber? Agua, pero que sea reciclada, por favor
Sergio Vila Tojo. Investigador posdoctoral en psicología social aplicada al medioambiente. Universidade de Santiago de Compostela. La mayoría de personas aceptan usar agua reciclada para limpiar las calles, pero a medida que aumenta el contacto físico con ella, la disposición a aceptarla disminuye, siendo el rechazo aún mayor cuando se trata de ingerirla.