Un investigador de la Universidad de Vigo ha analizado las posibilidades de valorizar energéticamente tanto los restos de poda de las plantaciones de kiwi como de las frutas desechadas, mediante su uso como biomasa o su conversión en bioetanol.

Proponen la valorización energética de los residuos de producción de kiwis
Por cada 100 kilos de kiwis producidos se generan 83 kilos de restos de poda. Foto: Ludovic Sarrazin (cc)

Por cada 100 kilos de fruta que se obtienen en una plantación de kiwis, se generan otros 83 kilos de restos de poda, que por lo general terminan convertidos en residuos. Esto último también ocurre con el 23% de la fruta recolectada. No obstante, lo que los productores tratan como residuos son también una posible fuente de energía, ya que ambos –restos de poda y fruta no aprovechada– pueden transformarse en biocombustibles.

Así lo sostiene el investigador de la Universidad de Vigo Rubén Rodríguez, que en su tesis de doctorado estudia diferentes métodos para la conversión de estos residuos en biomasa o su uso para producir etanol.

Tras analizar los datos de producción en los cinco principales países productores de kiwi en el mundo (Italia, Nueva Zelanda, Chile, Francia y Grecia) y en España, concluyó que en estos países se desperdician de media unas 237.000 toneladas de fruta –que, bien por defectos o por no adaptarse a los “valores comerciales”, no serían comercializadas– y 695.000 toneladas de restos de poda, que podrían convertirse en un combustible con un rendimiento energético que equivaldría en su conjunto al uso de más de 400 millones de litros de gasolina.,

La investigación analiza los datos de producción en los cinco principales países productores de kiwi en el mundo y en España

“La transformación de este residuo provocaría múltiples ventajas”, sostiene Rodríguez, que en su tesis incide en que el “incremento sustancial de la demanda de energía a nivel mundial” fomentará un “considerable desarrollo” de fuentes de energía alternativas, como sería el aprovechamiento de los residuos agrícolas para la producción de biocombustibles.

Se trata, destaca el investigador, de una “alternativa viable desde el punto de vista técnico, altamente relevante en aquellos países con una agricultura desarrollada, que además poseen una alta dependencia de combustibles fósiles”. En primer lugar, porque permitiría “obtener un valor añadido” de unos residuos que, a día de hoy, no se aprovechan; pero también porque su aprovechamiento contribuiría a evitar los gastos asociados a este residuo, que normalmente termina en el suelo de la propia plantación, provocando su acidificación, “ya que, al estar en contacto con el suelo, se genera una descomposición bacteriana que hace que el ph baje, lo que implica un gasto para enmendarlo”.

Aprovechar toneladas de residuos

En su tesis “Características y parámetros analíticos para la obtención de biocombustibles a partir de residuos en la producción industrial de Actinidia chinensis”, este ingeniero de Minas pone sobre la mesa diferentes alternativas para el aprovechamiento energético de estos residuos, “analizando tanto las posibilidades naturales como las metodologías químicas”. Para ello realizó pruebas en una plantación en la provincia de Pontevedra –donde se generan más del 60% de los kiwis que se comercializan en España– y llevó a cabo análisis de laboratorio en Italia, principal productor de kiwis del mundo.

Los residuos de la producción de kiwis pueden aprovecharse como biomasa o para la producción de bioetanol

Así, Rodríguez comprobó que es posible aprovechar estos residuos como biomasa, “tanto con su quema directa como mediante su conversión en pellets o briquetas”; pero también se pueden emplear tanto los restos de fruta como las ramas para la producción de bioetanol, un biocombustible que tiene como base el azúcar que se podría extraer, tanto a través de un proceso químico de “hidrólisis ácida” como de uno propio de la especie, el conocido como “maduración climatérica”.

“Energéticamente, es más rentable utilizar la quema directa de la biomasa, pero todo depende de la finalidad de la industria”, añade Rodríguez. No obstante, su tesis no implica un análisis del rendimiento económico de cada proceso, en lo que incidirían múltiples factores. “Todo varía en función de los objetivos o de los valores de mercado, que cambian constantemente. Por ejemplo, ahora mismo el petróleo está a 50 dólares el barril, por lo que igual, en este momento, no interesa producir bioetanol”, apunta el experto, que en su tesis propone “varios posibles caminos para aprovechar un recurso que se desperdicia”.

Restos de poda

Por una parte, Rodríguez estudia la posibilidad de utilizar como biomasa tanto los restos de poda como los de fruta, que harían posible convertir el 16% de los restos de fruta en biomasa o en pienso animal. Patiendo de los datos de producción recogidos por la FAO entre 2001 y 2011, el investigador de la UVI calcula que en los cinco principales productores de kiwis del mundo, junto con España, país en el que se han realizado los estudios de campo, podrían aprovecharse energéticamente 695.000 toneladas de restos de poda, así como otras 38.000 toneladas de fruta seca. Aunque según apunta este experto, sería “absurdo” hoy en día aprovechar estos últimos como biomasa, “ya que son un buen alimento para animales, por lo que sería mejor utilizarlos como pienso”.

El investigador propone una “opción mixta”: los restos para producir combustible y los de fruta para obtener bioetanol

Asimismo, apunta que la combustión de la biomasa generada por los restos de poda y de fruta permite también el aprovechamiento de las cenizas resultantes, “que podrían ser utilizadas como abonos inorgánicos”.

Bioetanol

Por otra parte, Rodríguez también estudió como transformar todos estos residuos en bioetanol, sometiéndolos a un proceso de “hidrólisis ácida”. Esto permitiría generar, teniendo en cuenta la producción de los seis países analizados, cerca de 208 millones de litros al año de este biocombustible, “que la industria podría utilizar sin mayores costes”, lo que haciendo una equivalencia al rendimiento energético de la gasolina, “supondría el uso de 147 millones de litros de este combustible.

A este respecto, Rodríguez alude a la “la mayor rentabilidad” que supondría a su juicio usar los residuos forestales como biomasa, “porque se usarían como lo que son, sin transformarlos, por lo que así su rendimiento energético aumenta mucho”.

De hecho, también propone en su tesis una “opción mixta” en la que estos residuos se emplearían como combustible, y los restos de fruta se destinarían a obtener bioetanol a través de la maduración climatérica, la opción que considera “más rentable”.

No obstante, este investigador deja claro que el posible aprovechamiento de estos subproductos generados en las plantaciones tienen también una serie de desventajas, como el hecho de que el kiwi sea un producto estival, “lo que implica que estos subproductos solo estarán disponibles en un determinado momento del año, lo que puede condicionar la inversión necesaria para la elaboración de los biocombustibles”. Igualmente, destaca el hecho de que en algunos casos, “las cantidades no serán suficientes para la fabricación de biocombustible a gran escala”.

Fuente:
Universidad de Vigo

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