El tratamiento que reciben los residuos procedentes del embalaje, así como los generados durante las fases de campo y elaboración son algunos de los factores que se analizan.

Bodega
Las bodegas han calculado la huella de carbono en todas las fases de elaboración del vino. Foto: Residuos Profesional

Un total de 13 bodegas de seis comunidades autónomas han certificado la huella de carbono de sus vinos en el marco de una iniciativa pionera en España, el proyecto “Más Vino Menos CO2”. El cálculo de huella de carbono ha sido validado por el organismo internacional de certificación Bureau Veritas.

Concretamente, las bodegas certificadas son: Bodegas Ruberte, Bodega Can Majoral, Bodegas Ribas, Bodega Monastrell, Bodega Lavia, Bodega Vinyes Domènech, Bodega Clos Mogador, Bodegas Orvalaiz, Bodegas Macaya, Bodegas Gil Berzal, Bodega Txakoli Ameztoi, Bodegas Itsasmendi y Bodega Señorío de Astobiza

Diez vinos crianza y tres tipos de txakoli han sido los productos certificados por estas bodegas –pertenecientes a las comunidades de Aragón, Baleares, Murcia, Cataluña, Navarra y País Vasco– en la primera iniciativa conjunta de sostenibilidad de estas características. Además, gracias a la comunicación de la huella de carbono de su producto, una de estas bodegas (Bodegas Lavia) ha sido recientemente galardonada en la VI Edición de los Premios al Desarrollo Sostenible de la Región de Murcia.

La huella de carbono de estos caldos consiste en la descripción y cálculo de todas las emisiones de CO2 que se generan en la elaboración y consumo del vino. Se estudia el producto desde el proceso de cultivo, hasta que llega a la puerta de la empresa distribuidora, ya sea nacional o internacional. Se analiza también el tratamiento que reciben los residuos procedentes del embalaje, y los generados durante las fases de campo y elaboración en bodega.

Mediante este proceso, las bodegas consiguen identificar oportunidades de ahorro de costes, implantar políticas de reducción de emisiones más efectivas e iniciativas de ahorro mejor dirigidas, además de demostrar su compromiso de responsabilidad empresarial y medioambiental.

Para obtener la huella de carbono de las bodegas participantes en “Más Vino Menos CO2” y su posterior verificación, el Grupo de Acción Local de Euskadi, Mendinet –coordinadores del proyecto– y las entidades que han ofrecido apoyo técnico en el mismo –Neiker-Tecnalia (Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario) y la consultora experta en ecodiseño IK Ingeniería–, han analizado las fases del ciclo de vida de los vinos seleccionados teniendo en cuenta el enfoque “cradle to grave” (de la cuna a la tumba).

Esto engloba cuatro fases principales: la fase agrícola o de campo (el consumo en desplazamientos y trabajo de los tractores, labores de campo, consumos de productos agroquímicos, energía consumida en el riego, etc.); la fase de bodega o elaboración (consumo de energía, productos enológicos, materiales de embalaje); la fase de distribución (transporte de las botellas) y la fase de consumo y fin de vida del producto (gestión de residuos).

La verificación de la huella de carbono de cada botella se ha realizado siguiendo la metodología GHG Protocol (Protocolo de Gases de Efecto Invernadero), hoy día la herramienta internacional más exhaustiva para gestionar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

En los vinos de estas 13 bodegas, las etapas que generan mayor impacto ambiental han resultado ser la distribución (54%), seguida de la fase de embotellado (23%), el cultivo (15%), y la elaboración en último lugar, con un 8%, como fase de menor impacto dentro del ciclo de vida completo del producto.

Con estos datos, las bodegas podrán ahora poner en marcha medidas correctivas y de mejora para disminuir el impacto ambiental en la producción de sus respectivos caldos.

Metodología para el sector vitivinícola

En el proyecto, al mismo tiempo que se ha llevado a cabo el cálculo y asesoramiento a las bodegas, se han recogido datos sobre las características comunes al ciclo de vida de cualquier vino. Con estos datos, se ha desarrollado una metodología específica de huella de carbono para el sector vitivinícola, que incluye un listado de buenas prácticas para poder actuar sobre los puntos críticos del ciclo de vida del producto y reducir su impacto ambiental.

Esta metodología está muy próxima a la nueva norma internacional ISO 14067: “Huella de carbono de productos. Requisitos y directrices para la cuantificación y la comunicación”, recién publicada en julio de 2013. Además se ha elaborado un Manual de Buenas Prácticas Vitivinícolas basado en los resultados de las trece bodegas participantes.

Para las bodegas, la ventaja principal de certificar la huella de carbono es el hecho de poseer una herramienta que proporciona un seguimiento exhaustivo y preciso para la gestión integral de las emisiones de CO2, además de demostrar el firme compromiso de las bodegas con el medio ambiente.

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