Según el último informe de Circle Economy sobre la brecha de circularidad mundial, en los últimos cinco años la humanidad ha consumido 500.000 millones de toneladas de materiales, casi lo mismo que en todo el siglo XX.

La tasa de circularidad global es del 7,2%

En los últimos cinco años, el número de discusiones, debates y artículos relacionados con la economía circular casi se ha triplicado. Pero, al parecer, esto solo refleja lo mucho que teorizamos, porque en la práctica la tasa mundial de circularidad -es decir, la reintroducción en la economía de materias primas secundarias- ha caído del 9,1% al 7,2% en el mismo periodo de tiempo. Así se desprende del informe sobre la brecha de circularidad ‘Circularity Gap Report 2024’, presentado ayer por la Fundación Circle Economy, con sede en Ámsterdam (Países Bajos).

Acelerar el progreso hacia una economía circular significa abordar las causas profundas de los impactos lineales y cambiar las reglas del juego para favorecer las prácticas circulares. El Informe sobre la Brecha de Circularidad 2024 describe cómo las reformas políticas, financieras e industriales pueden remodelar los sistemas mundiales para promover la circularidad.

En estos cinco años, la humanidad ha consumido la friolera de 500.000 millones de toneladas de materiales, casi lo mismo que se consumió durante todo el siglo XX. Y en este tiempo la tasa de circularidad mundial ha caído de forma constante desde el 9,1% en 2018, cuando se publicó el primer informe, hasta el 7,2% en 2023. Esto significa que, de todos los materiales consumidos en el mundo, estamos consumiendo más materiales vírgenes que nunca, mientras que la proporción de materiales secundarios está en declive.

«Aprovechando el informe, las partes interesadas pueden priorizar su hoja de ruta circular gracias a un análisis basado en datos. Los responsables políticos, los líderes industriales y las instituciones financieras pueden ponerse de acuerdo sobre las áreas de interés y trabajar en colaboración en el cambio sistémico necesario para permanecer dentro de nuestros límites planetarios«, afirma Ivonne Bojoh, CEO de Circle Economy. «Para garantizar que la transición a una economía circular sea justa y equitativa -añade-, las soluciones circulares deben diseñarse teniendo en cuenta a las poblaciones más vulnerables del mundo, ya que estas soluciones reducirán las desigualdades entre los trabajadores y aumentarán las oportunidades de empleo en todo el mundo».

En última instancia, el informe propone una estrategia para liberarse de prácticas económicas viciadas y conocidas por su explotación social y medioambiental. Para ello será necesario desbloquear capital, poner en marcha políticas audaces y adecuadas al contexto y colmar la brecha de cualificaciones sostenibles y circulares.

Propuestas para una mayor circularidad

Las políticas y los marcos jurídicos pueden incentivar las prácticas sostenibles y circulares y penalizar las lineales y perjudiciales. Los países ricos podrían lograr el mayor impacto ajustando las normativas de los sectores de la construcción y la manufactura. Por ejemplo, incentivando la readaptación y la reutilización de edificios (y sus componentes y materiales), desarrollando certificaciones y garantías para los materiales de construcción secundarios, estableciendo normas para la durabilidad de los productos y reforzando la legislación sobre el derecho a la reparación.

En los países de renta media, el fomento de la agricultura y la fabricación circulares será una prioridad absoluta. Los gobiernos locales podrían, por ejemplo, imponer y hacer cumplir prohibiciones y límites públicos a la contaminación, imponer sistemas de Responsabilidad Ampliada del Productor y exigir una cantidad mínima de materiales recuperados para toda nueva producción, al tiempo que destinan fondos a la agricultura regenerativa.

Los países de renta baja podrían dar prioridad al desarrollo sostenible mediante políticas circulares en la construcción y la agricultura. Por ejemplo, aliviando la deuda y mejorando el acceso al capital de desarrollo y de transición, garantizando los derechos de los pequeños agricultores e incentivando el uso de materiales locales, orgánicos y secundarios en la construcción.

Para desbloquear la financiación de la construcción y la fabricación circulares en los países de renta alta, el estudio sugiere repensar las normas y prácticas contables, así como implantar impuestos para aumentar el precio de los productos no sostenibles.

En las economías emergentes, los gobiernos pueden desviar las subvenciones de las prácticas contaminantes en la agricultura y la industria hacia otras limpias y regenerativas. Además, pueden garantizar que todas las inversiones futuras se ajusten a las normas de bienestar ecológico y social.

Los fondos de desarrollo y transición podrían utilizarse en los países de renta baja para apoyar medidas circulares en sectores clave como la agricultura y la construcción: agricultura regenerativa y planificación urbana inteligente, por ejemplo.

Promover el empleo verde

Por último, el informe subraya la necesidad de posibilitar una transición justa colmando las lagunas en materia de mano de obra y cualificaciones. Esto significa que los planes de estudios -especialmente los de formación profesional- deben incluir disciplinas y competencias ecológicas. Los cursos de corta duración podrían ser una solución para satisfacer la demanda inmediata y creciente de empleos verdes, desde técnicos en energías renovables a especialistas en reparaciones.

Además, los países en desarrollo podrían regularizar el empleo informal y centrarse en hacer que los nuevos empleos sean decentes, inclusivos y bien remunerados para garantizar una transición justa para todos.

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