Un estudio de la ETH Zúrich ha identificado 10.500 sustancias químicas en productos plásticos de todo tipo, de las que 2.480 (el 24%) se consideran potencialmente preocupantes. De estas últimas, más de 900 están aprobadas en Europa o EE.UU. para su uso en plásticos en contacto con alimentos.
El plástico es práctico, barato e increíblemente popular. Cada año se producen más de 350 millones de toneladas en todo el mundo. Estos plásticos contienen una enorme variedad de sustancias químicas que pueden ser liberadas durante su ciclo de vida, incluyendo aquellas que suponen un riesgo significativo para las personas y el medio ambiente. Sin embargo, sólo una pequeña proporción de las sustancias químicas contenidas en los plásticos se conoce públicamente o se ha estudiado en profundidad.
Un equipo de investigadores dirigido por Stefanie Hellweg, catedrática de Diseño de Sistemas Ecológicos de la Escuela Politécnica Federal (ETH) de Zúrich, en Suiza, ha recopilado por primera vez una completa base de datos de monómeros plásticos, aditivos y auxiliares tecnológicos utilizados en la producción y el procesamiento de plásticos en el mercado mundial, y los ha clasificado sistemáticamente en función de sus patrones de uso y su potencial peligrosidad.
El estudio, que acaba de publicarse en la revista científica Environmental Science & Technology, ofrece una visión esclarecedora pero preocupante del mundo de las sustancias químicas que se añaden intencionadamente a los plásticos.
Una gran diversidad química
El equipo identificó unas 10.500 sustancias químicas en el plástico. Muchas de ellas se utilizan en envases (2.489), textiles (2.429) y aplicaciones en contacto con alimentos (2.109); otras se destinan a juguetes (522) y dispositivos médicos, incluidas las mascarillas (247).
De las 10.500 sustancias identificadas, los investigadores clasificaron 2.480 (el 24%) como sustancias potencialmente preocupantes.
«Esto significa que casi una cuarta parte de todas las sustancias químicas utilizadas en el plástico son muy estables, se acumulan en los organismos o son tóxicas. Estas sustancias suelen ser tóxicas para la vida acuática, causan cáncer o dañan órganos específicos», explica Helene Wiesinger, estudiante de doctorado de la Cátedra de Diseño de Sistemas Ecológicos y autora principal del estudio. Aproximadamente la mitad son productos químicos con un gran volumen de producción en la UE o en Estados Unidos.
«Resulta especialmente llamativo que muchas de las sustancias cuestionables apenas están reguladas o tienen una descripción ambigua», continúa Wiesinger. De hecho, el 53% de todas las sustancias potencialmente preocupantes no están reguladas en EE.UU., la UE o Japón. Y lo que es más sorprendente, 901 sustancias peligrosas están aprobadas para su uso en plásticos en contacto con alimentos en estas regiones. Por último, faltan estudios científicos para cerca del 10% de las sustancias potencialmente preocupantes identificadas.
Monómeros, aditivos y auxiliares tecnológicos de los plásticos
Los plásticos están formados por polímeros orgánicos construidos a partir de unidades monoméricas repetidas. Una gran variedad de aditivos, como antioxidantes, plastificantes y retardantes de llama, confieren a la matriz polimérica las propiedades deseadas. También se utilizan catalizadores, disolventes y otros productos químicos como auxiliares de procesamiento en la producción.
«Hasta ahora, la investigación, la industria y los organismos reguladores se han centrado principalmente en un número limitado de sustancias químicas peligrosas que se sabe que están presentes en los plásticos», afirma Wiesinger. En la actualidad, los envases de plástico se consideran la principal fuente de contaminación orgánica en los alimentos, mientras que los plastificantes de ftalato y los retardantes de llama bromados son detectables en el polvo doméstico y el aire interior. Estudios anteriores ya indicaron que un número significativamente mayor de productos químicos plásticos utilizados en todo el mundo son potencialmente peligrosos.
Sin embargo, los resultados del inventario fueron una desagradable sorpresa para los investigadores. «El número inesperadamente elevado de sustancias potencialmente peligrosas es preocupante», afirma Zhanyun Wang, científico principal del grupo de Hellweg. La exposición a estas sustancias puede tener un impacto negativo en la salud de los consumidores y trabajadores y en los ecosistemas contaminados. Las sustancias químicas problemáticas también pueden afectar a los procesos de reciclaje y a la seguridad y calidad de los plásticos reciclados.
Wang subraya que aún hay más sustancias químicas en los plásticos que podrían ser problemáticas. «Los datos sobre peligros registrados suelen ser limitados y dispersos. En el caso de 4.100 sustancias, es decir, el 39% de todas las que identificamos, no pudimos clasificarlas debido a la falta de clasificaciones de peligrosidad», afirma.
Falta de datos y transparencia
Los dos investigadores identificaron como problema principal la falta de transparencia de las sustancias químicas en los plásticos y la dispersión de las fuentes de datos. En más de dos años y medio de trabajo detectivesco, peinaron más de 190 fuentes de datos de acceso público procedentes de la investigación, la industria y las autoridades, e identificaron 60 fuentes con información suficiente sobre las sustancias añadidas intencionadamente en los plásticos. «Encontramos múltiples lagunas críticas de conocimiento y datos, en particular sobre las sustancias y sus usos reales. Esto, en última instancia, dificulta la elección de productos de plástico seguros por parte de los consumidores», afirman.
Wiesinger y Wang persiguen el objetivo de una economía circular del plástico sostenible. Consideran que es muy necesaria una gestión global eficaz de las sustancias químicas; un sistema de este tipo tendría que ser transparente e independiente, y supervisar todas las sustancias peligrosas en su totalidad. Los dos investigadores afirman que el acceso abierto y fácil a información fiable es crucial.