Alexandra Farbiarz Mas.
Comunicóloga especializada en Biotecnología y Medio Ambiente.
Donde no llega ni la tecnología ni la digitalización deberán hacerlo las personas con mayor comunicación y participación.
Este concepto del Retorno del Esfuerzo Ciudadano en los residuos municipales me vino a lo largo de una mesa redonda en la que me invitó a participar la Fundación CONAMA en su edición local, en Viladecans. Escuchando a compañeros y compañeras de ayuntamientos y SCRAP que hablaban sobre participación ciudadana, información, dificultades, estrategias y éxitos respecto a los residuos, de pronto, poniéndolo en relación con mi propia visión, lo vi claro. En economía todo el mundo conoce el concepto ROI, es decir el retorno de la inversión que evalúa la rentabilidad de una inversión considerando los beneficios obtenidos en relación con el costo inicial. Fue así como todo el argumentario que me había preparado, de pronto, se ordenó tomando forma bajo el Retorno del Esfuerzo Ciudadano en los residuos municipales.
Causas de una indebida separación de los residuos domésticos
Algunos podrían pensar que el hecho de que los ciudadanos separen correctamente sus residuos debería ser una pantalla superada a estas alturas, sin embargo, las estadísticas no reflejan que estemos en esta situación.
El caso es que la recogida selectiva de los residuos está muy lejos de lo que las necesidades socioambientales requieren y de lo que exige la UE y que el gobierno ejecuta. Hay distintas variables sociológicas que lo explican: la presión que se ejerce a los ciudadanos en cuanto a distintas obligaciones debido a:
- Un mundo dominado por las prisas y un aumento de la precariedad donde hay otras prioridades a solventar antes.
- Una presión fiscal mucho más fuerte entre la ciudadanía que entre las grandes empresas.
- Una falta de socialización y medios para una educación ambiental para la infancia y para los adultos donde no llegan las administraciones para crear una conciencia efectiva y 360º de la sostenibilidad. Es necesario porque la obviedad de que somos nosotros quienes dependemos del cuidado natural y no al revés urge. Hemos sobrepasado 7 de los 9 límites planetarios.
- Siempre habrá negacionistas, personas que dirán que “ya pagan sus impuestos”, pero nunca nos olvidemos de que, además de los convencidos también están los que dudan y que están dispuestos a escuchar.
- Porque es necesario que los municipios puedan explicar bien el cambio de las tasas y cómo estas pueden variar en función de si se separa bien y se generan menos residuos para poder premiar a los ciudadanos que lo hacen bien, aunque se han perdidos 3 años para ir preparando a la ciudadanía mientras aumentaba la precariedad, y esto no ayuda.
- La sociedad de la distracción no ayuda a la comunicación y educación ambiental porque requiere ver cosas que no nos agradan y no es precisamente entretenido.
- Llevamos más de 20 años con la misma campaña basada en la separación de residuos en función de los colores de los contenedores y parece que ya no da más de sí, pero en muchos casos sigue sin cambiarse. Parece que aquí el mito de que una cosa repetida muchas veces al final se hace realidad no funciona. Urge cambiar pues las estrategias. Y tampoco puede ser que la ciudadanía responda siempre, cuando se les pregunta si les importa el medio ambiente, con un automático “Sí, yo reciclo”. Hay más cosas que hacer a nivel ambiental pero no parece que haya muchos otros automatismos respecto a otros vectores ambientales.
- Damos por hecho que a los jóvenes les preocupar mucho el medio ambiente y que pueden ser prescriptores con sus mayores. Seguramente los mejores embajadores sean los niños, pero en la adolescencia les preocupan otras cosas: el cambio de cuerpo, el cambio hormonal, entre otras cosas, hace que la percepción del riesgo, que está en construcción, no sepa advertir de determinados peligros. Basta con leer el último informe del observatorio de sostenibilidad sobre la percepción social de la transición ecológica en España de DIRSE. Este estudio revela el que, en solo dos años (del 2023 al 2025), se ha pasado de un 90,1% del convencimiento de que el cambio climático existe a un 76,4% en la franja de la ciudadanía de 18 a 30 años. Esto no menoscaba que muchos otros jóvenes sean conscientes de lo que ocurre e incluso unos cuantos desarrollen ecoansiedad.
- En relación al último punto, es evidente que la desinformación y mitos respecto a todos los temas relacionados con los residuos es un gran problema que requiere de respuestas rápidas y contundentes, porque la IA está en manos de unos pocos que no parece que les preocupe demasiado el impacto ambiental y tienen la capacidad de generar fake news que les resultan muy baratas.
- La sociología de los municipios ha cambiado mucho y muy rápidamente los últimos años. A menos que una persona o familia tenga una fuerte cultura ambiental de por sí, hasta que no se instala en el territorio y observa los hábitos ciudadanos en función del modelo de gestión y cómo funciona, igual el tema de la separación en casa no es su prioridad. Y no vayamos a pensar que es sólo cuestión de inmigración, en algunos lugares las problemáticas están asociadas a personas con altas rentas y que son nacidas en España.
- Hay muchos residuos que podrían reducirse simplemente cambiando de envases individuales por formatos más grandes como está legislado en otros países como en Holanda, por poner un ejemplo.
- Como dijo el moderador de la mesa, Josep Mª Tost, exdirector de la Agència de Residus de Catalunya y uno de los impulsores del Puerta a Puerta en Cataluña, “excepto a los frikies del sector, a nadie le interesan los residuos”. Yo no diría tanto pero ciertamente no es especialmente atractivo esto de los residuos, y falta por socializar la economía circular aún para que la gente entienda:
- Que antes de generar un residuo existen muchas formas de prevención de residuos.
- Que separar es una cuestión de hábitos que hay que generar y no cuesta tanto. A lo largo de los años he encontrado formas creativas para optimizar mis procesos de separación, y puede resultar hasta un ejercicio divertido (¿igual es que soy muy freak?)
- Que los residuos hay que entenderlos como potenciales materiales que nos pueden ayudar a no depender tanto de países terceros en un momento geopolítico muy complicado.
¿Todo ello exime al ciudadano de su responsabilidad de una debida separación de los residuos? No, pero sí debemos empatizar con distintas situaciones y comprender por qué hay muchas políticas sobre residuos que no les llegan. Y muchos de estos argumentos no son controlables por los municipios. Y aquí ciudadanía y municipios se sienten igual de solos.
El retorno del esfuerzo del ciudadano en los residuos municipales
Pero para hacer crecer a los convencidos de que la separación de residuos es necesaria, tendremos que crear mecanismos de impulso para el Retorno del Esfuerzo del Ciudadano para que éste se convenza de que no solo le importa, sino que le interesa hacer bien la separación de residuos. ¿Pero cómo?
Dignificando todos los procesos de prevención de residuos para que el ciudadano conozca y refuerce su inclinación hacia procesos de uso y compra que no generen residuos, es decir, optar por la prevención de residuos. En este sentido, el sentido de contribución se alinea para muchas personas conociendo cómo puede obtener ventajas más económicas y en las que puede generar relaciones de comunidad.
Dando a conocer los procesos de gestión de residuos desde que el ciudadano deposita sus residuos de forma separada hasta el final del proceso. Existe un gran desconocimiento de qué ocurre con los residuos y materiales una vez depositado en el contenedor. Falta dar a conocer la trazabilidad de todo este circuito para mostrar en qué consiste la circularidad. Y en este sentido implicar no solo a los municipios sino a otros agentes de la cadena de valor que también intervienen, como los que planifican la prevención de residuos, los SCRAP, los gestores de residuos, las empresas que utilizan los residuos y los reconvierten en nuevos materiales. Es una oportunidad de comunicación para todo el sector muy buena, pero hay miedos que afloran, hay distorsiones del mercado que corregir. Sin embargo, con lo que nos supone ambientalmente y para nuestra propia salud tanto social como individual, entiendo que todos los agentes deberían atreverse a trabajar conjuntamente por el bien de todos.
En esta trazabilidad, un buen retorno al ciudadano sería mostrar objetos o servicios que se han obtenido gracias a la separación de residuos. Hablamos de circularidad, pero a nivel de ciudadanía sigue existiendo una gran incógnita de en qué se convirtieron sus materiales que puede acabar también en un gran desinterés. Hay excepciones cuando se trata de algunos lugares en los que se hace compost con la materia orgánica obtenida y que se devuelve en parte a la ciudadanía, o sirve para los propios servicios municipales, o en algún caso se llega incluso a vender por su alta calidad. O bien cuando los ciudadanos reciben electricidad proveniente de sus propios residuos. Igual si hubiera una tasa específica en relación a lo que se ha separado bien que se reflejara en la factura, pues estaríamos creando un buen incentivo.
Otra práctica que ayudaría mucho es lo que ya se empieza a hacer en determinados municipios, pero pocos aún: entender que no puede sostenerse la comunicación de residuos solo en campañas, sino en una comunicación sostenida, porque los residuos son también constantes y en muchos lugares siguen creciendo.
Una manera de corresponsabilizar a los ciudadanos sería implicarles en la cogestión de residuos en la que participan. Esto no es una tarea nada fácil pero sí una forma muy efectiva para que la ciudadanía conozca los grandes costes que significa la gestión de los residuos municipales y el porqué del aumento de las tasas y la comprensión de muchas de las cosas que se desconocen. La participación ciudadana puede ser una alianza muy buena también si se incentiva y responde a los criterios sociológicos incluyendo a una muestra representativa de la población. ¿Es una inversión inicial algo compleja? Sin duda, pero seguramente sería una forma muy efectiva de dar un Retorno del Esfuerzo del Ciudadano, con un elemento de gran transparencia, en el que se pudiera entender bien la situación actual de sus facturas y de que lo contaran a sus vecinos. A su vez, los municipios podrían obtener información cualitativa y valiosa a tener en cuenta para la mejora tanto de los procesos de gestión como de comunicación de residuos. Y es que donde no llegan las planificaciones ni la digitalización, llegan las personas.
Mejorar la ambientalización de todas las administraciones y de todos sus equipamientos y servicios municipales. Hay que hacer una revisión honesta en este sentido. Hay administraciones que lo hacen muy bien, pero muchas otras que dejan mucho que desear o pueden corregir determinados hábitos buscando alianzas naturales. Me explico a través de un ejemplo: me hierve la sangre cada vez que en fin de semana voy a mi gimnasio de titularidad municipal y hay ligas de básquet entre adolescentes y jóvenes. Cuando entro es bonito ver que tanto equipos femeninos como masculinos despiertan el mismo interés (aquí la igualdad se palpa, y me sonrío por dentro ¡Cuánto han cambiado las cosas respecto a cuando yo tenía la misma edad); pero al salir de mi entrenamiento me encuentro con muchas botellas de agua y refrescos tirados por el suelo. Es evidente que algo falla, pero, ¿es responsabilidad del equipamiento o de las federaciones deportivas? Yo entiendo que de ambas, unos por dejar hacer y otros por no promover otros hábitos. Pero más allá de buscar de quién es la culpa, lo suyo sería sentar a federaciones, el equipamiento deportivo y a representantes de jugadores para poner remedio a la situación.
Entrar en la revisión de la microgestión de la gestión de los residuos puede ser una gran palanca de cambio porque también es actuar con la ciudadanía más cerca en su día a día y conocer mejor las distintas motivaciones que se ejercen, conocer el nivel de conocimiento sobre residuos y recursos y una forma de incidir que puede valorarse de forma más evaluable, porque está más acotada a un servicio o equipamiento.
Para despertar interés al ciudadano, también hay que reforzar el retorno del esfuerzo ciudadano respecto a los residuos a través de incentivos distintos de los ya mencionados como, por ejemplo, las tasas justas: quien menos contamina –menos residuos genera– menos paga. Sabemos que no son fáciles los distintos sistemas de individualización de las tasas de residuos, pero también sabemos que nos proporciona información valiosa sobre el comportamiento de los ciudadanos sobre la gestión de los residuos.
Otra forma de crear incentivos es la de decidir un proyecto entre diferentes que la propia ciudadanía presente que se financiará con la diferencia del dinero que se destinaría a la gestión de residuos respecto a un objetivo común de descenso de los residuos por parte de la comunidad. De este modo se explica a la ciudadanía bien los costes de la gestión de los residuos y que de ellos también depende que su factura de residuos suba, y se crean mejoras de hábito con un objetivo tangible, que conocen y entienden que pueda transformar su propia realidad.
Otra manera de crear interés es crear retos intergeneracionales en los que niños, adolescentes, adultos y mayores pudiesen crear equipos para competir entre ellos para ver quién genera menos residuos, con algún premio al ganador y que explique cómo lo ha conseguido. Esto permitiría aglutinar personas de edades diversas con un objetivo común y con una fiesta final. En este sentido, las actividades culturales son esenciales, así como, por ejemplo, las que se hacen respecto al despilfarro alimentario que, a su vez, sirven para mejorar la cultura gastronómica cuando la dieta mediterránea se ve amenazada. O los pases de modelo con ropa de segunda mano con mirada inclusiva.
Conclusiones
Responsabilizar a los ciudadanos de la mala gestión de los residuos no está ayudando a que mejoren los números y sabemos que no todo el problema depende de ellos. El aumento de las tasas en la recogida selectiva va a aumentar, si no logramos mejorar las recogidas de residuos bien separadas desde el hogar de los ciudadanos. Sin embargo, éste ni conoce cómo funciona el sistema de gestión de residuos en el que participa, ni tampoco sabe el porqué de este aumento ni las alternativas que pueden ayudarle a llevar a cabo distintas acciones, tanto de prevención como de la importancia ni las posibilidades que hay en determinados materiales que separa.
Por eso, trabajar en el Retorno del Esfuerzo Ciudadano en los residuos municipales puede ser una oportunidad para mejorar la separación de los residuos, y hacerlo en función de las particularidades sociológicas de cada municipio. Y para ello la tecnología, los Excel y solo los impuestos no van a mejorar necesariamente las cosas. Es hora de mostrar las complejas entrañas de los residuos para hacer valer sus usos como nuevos materiales, aprender a prevenir residuos antes de crear montañas que aún hoy van a parar a los vertederos; es hora de hacer partícipe a la ciudadanía de los costes que no saben de dónde vienen pero que tienen justificación, y pueden también ser protagonistas para hacerlos bajar en la medida de los posible. Es hora de dialogar sobre lo incómodo, porque no es bonito, pero necesitamos gestionar bien para hacerlo todo mucho más digerible.








