El Proyecto NOSHAN financiado con fondos de la Unión Europea ha constatado que los residuos alimentarios pueden aprovecharse para fabricar piensos seguros y nutritivos para animales.

Los residuos alimentarios aparecen a menudo en los titulares de los medios de comunicación. No en vano anualmente se desperdician en la UE cerca de cien millones de toneladas de alimentos, una cifra que podría aumentar hasta las ciento veinte toneladas para 2020.

Las dimensiones de este problema son económicas, medioambientales e incluso éticas y la UE está dispuesta a abordarlo en todas ellas. Así, los fondos europeos destinados al proyecto NOSHAN sirvieron para investigar modos de canalizar los desperdicios alimentarios hacia la producción de piensos para animales.

Si se emplease la dieta mixta de NOSHAN al 10% en el 1% de todo el pienso para pollos de engorde de Europa, se dejarían de emitir 0,62 millones de toneladas de CO2 al año.

Sus responsables descubrieron que si se sustituyera el 10% de los ingredientes actuales de los piensos por otros derivados de desperdicios alimentarios mejoraría la sostenibilidad de la cadena de producción de alimentos para animales.

«Nuestros resultados muestran que con la dieta mixta de NOSHAN al 10% por cada kilogramo de pienso para pollos de engorde se producen 0,3 kg menos emisiones de carbono que con una dieta que no incluya desperdicios alimentarios», explicó Montse Jorba, coordinadora del proyecto NOSHAN. «Si se emplease la dieta mixta de NOSHAN al 10% en el 1% de todo el pienso para pollos de engorde de Europa se dejarían de emitir 0,62 millones de toneladas de CO2 al año».

El empleo de piensos para cochinillos y pollos de engorde en cuya formulación se han incluido residuos alimentarios reduce la necesidad de emplear materias primas como la soja. Esto supone un ahorro para la balanza comercial de la UE, ya que cada año se importan veinte millones de toneladas de soja, cantidad que en su mayor parte se destina a la fabricación de pienso.

«NOSHAN mostró que el empleo de desperdicios alimentarios reduciría la cantidad de terreno dedicado a la producción de piensos y también la ecotoxicidad de esta actividad, al evitarse los fertilizantes y plaguicidas correspondientes», declaró Jorba.

Todas las fases de la cadena alimentaria

En NOSHAN estudiaron los residuos generados en todas las fases de la cadena alimentaria, desde el cultivo al consumo, y los clasificaron en función de factores de valor nutritivo, estacionalidad, seguridad, normativa y logística.

Acto seguido se llevaron a cabo ensayos de campo para averiguar su efecto sobre los animales. Se obtuvieron resultados positivos con distintos productos de desecho en grandes cantidades, como las tortas grasas de colza, el yogur y el polvo de suero. Los aditivos nutricionales ensayados fueron oligosacáridos pécticos de la pulpa de la remolacha azucarera, péptidos de la torta grasa de colza y extracto del orujo de la oliva (un subproducto de la almazara).

«Demostramos que los ingredientes extraídos de estos subproductos favorecen la salud y el bienestar de los animales. Algunos subproductos alimentarios como el orujo pueden mejorar la salud gastrointestinal del ganado porcino y aviar», explicó Jorba.

También se estudió la seguridad de la mezcla en todas las etapas de uso. Para controlar los patógenos se emplearon tecnologías innovadoras, entre ellas técnicas de secado, deshidratación de los residuos lácteos y prensado mecánico de residuos de frutas, verduras y hortalizas.

NOSHAN creó además una base de datos de acceso libre dedicada a los subproductos y los desperdicios alimentarios europeos. La base de datos contiene información sobre distintas fuentes de residuos alimentarios que resultan útiles como ingredientes para piensos y en otras aplicaciones.

El proyecto ya ha llegado a su fin, pero sus responsables confían en investigar más a fondo maneras de comercializar los ingredientes propuestos y llevar al mercado tecnologías innovadoras.

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