Una investigación ha estimado el ahorro en la huella climática que se puede obtener reduciendo en un 50% la pérdida y el desperdicio de alimentos a lo largo de la cadena de suministro alimentario de Europa.

Desperdicio de alimentos

Una nueva investigación demuestra que el consumo alimentario europeo recurre innecesariamente a recursos globales. Muchos de los alimentos que se consumen en Europa se producen en países de fuera. La pérdida y el desperdicio de alimentos se produce a lo largo de toda la cadena de suministro alimentario, desde el sector agrícola primario en Europa o en el resto del mundo, hasta que llega a las mesas de los europeos.

En un contexto internacional, la «pérdida de alimentos» se produce desde el sector agrícola primario hacia la industria de transformación alimentaria y el sector mayorista, mientras que el «desperdicio de alimentos» ocurre desde el sector minorista hacia la industria de servicios y los hogares.

«Reducir a la mitad la pérdida y el desperdicio de alimentos en Europa, junto con una redistribución de los recursos alimentarios mundiales, podría resolver los problemas de escasez de alimentos en el mundo», afirma Marianne Thomsen, responsable de investigación y profesora de sistemas alimentarios sostenibles en el Departamento de Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca.

Por ello, los países deben invertir en soluciones para reducir el derroche de alimentos en todas las fases de la cadena de suministro alimentario, opina Thomsen, coautora de la investigación publicada en Environmental Science & Technology.

Los cálculos de los investigadores muestran que reducir a la mitad la pérdida y el desperdicio de alimentos a lo largo de las cadenas de suministro asociadas al consumo de alimentos en Europa equivaldría a ahorrar el 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el consumo de alimentos en Europa, junto con un ahorro asociado del 6% de las zonas agrícolas y del 6% de las zonas de pastoreo. Además, se ahorraría un 7% del consumo de agua y un 14% de la energía incorporada a la producción de alimentos para los ciudadanos europeos.

Marianne Thomsen señala que el control y la notificación de la pérdida y el desperdicio de alimentos por parte de todos los agentes de la cadena alimentaria es un importante instrumento político.

«Un instrumento político de este tipo puede ser, con el apoyo de otros tipos de herramientas, un fuerte incentivo para que las empresas y el resto de la sociedad inviertan tiempo y dinero en nuevas tecnologías y en colaboración para evitar la pérdida y el desperdicio de alimentos cerrando el ciclo a lo largo de las cadenas de suministro de alimentos dentro de los sistemas alimentarios circulares locales», afirma.

Thomsen también ofrece algunos ejemplos de dónde se puede evitar el desperdicio de alimentos: «Las empresas pueden colaborar en la innovación sostenible en simbiosis circulares en las que los flujos secundarios se utilizan para producir ingredientes y productos reciclados. Por ejemplo, la industria de servicios puede utilizar ingredientes reciclados producidos a partir de excedentes alimentarios en el sector mayorista y, al mismo tiempo, animar a los consumidores a consumir porciones más pequeñas reduciendo el tamaño de los platos», explica.

Un nuevo punto de vista sobre la huella climática europea

Los inventarios nacionales de emisiones de gases de efecto invernadero se basan en la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos por cada país a partir de la producción de alimentos que tiene lugar dentro de sus propias fronteras geográficas. Los nuevos cálculos aplican un enfoque contable basado en el consumo. Esto incluye la huella climática de los alimentos producidos localmente e importados en los países europeos, mientras que excluye los alimentos de producción nacional exportados a otros países. En los cálculos de este escenario, los investigadores han supuesto que la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos se produce a través de la prevención, generando una reducción de la producción y el suministro de alimentos para satisfacer el consumo alimentario europeo.

«Reducir en un 50% la pérdida y el desperdicio de alimentos causados por el consumo de alimentos en Europa requiere una intervención política, y también que las intervenciones políticas se adapten a las circunstancias nacionales y a los retos regionales y locales específicos», afirma Marianne Thomsen.

Los cálculos muestran que existen grandes diferencias regionales que determinan el tipo de intervención más eficaz. Dicho esto, los europeos occidentales muestran el mayor potencial de ahorro de huella, especialmente Francia, Alemania, Bélgica y los Países Bajos. Pero también los países con un producto interior bruto más bajo, como Grecia, Croacia, Bulgaria y Rumanía, tienen un gran potencial para la prevención del desperdicio de alimentos. El sector agrícola muestra el mayor potencial de reducción de la huella climática, mientras que el mayor potencial de ahorro de energía se encuentra en la industria de servicios, que incluye comedores, hoteles y restaurantes.

Los cálculos

Los cálculos se basan en la producción y el comercio mundial de alimentos en 2018. Reduciendo en un 50% la pérdida y el desperdicio de alimentos derivados del consumo alimentario europeo, se podría conseguir el siguiente ahorro de huella basado en el consumo:

  • 51 millones de toneladas equivalentes de CO2 (8%)
  • 106 446 km² de uso de tierras agrícolas (6%)
  • 55.523 km² de uso de tierras de pastoreo (6%)
  • 4.600 millones de m³ de ahorro de agua (7%)
  • 131 teravatios-hora (0,47 exajulios) de ahorro energético (14%)

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