Gemma Nohales

Fundació ENT

Según se desprende de la última memoria de gestión de residuos municipales del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, solo se recoge de forma separada un 14% de los biorresiduos generados, a pesar de que esta fracción se considera clave para alcanzar los objetivos de reciclaje establecidos por la UE.

La normativa europea de los últimos tiempos y, a nivel estatal especialmente la reciente Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular (LRSC) (1), establecen medidas más concretas y exigentes que tendrían que funcionar como instrumentos efectivos para ir encauzando la gestión de residuos hacia la aplicación de mejores prácticas y la consecución de objetivos. Estos efectos se deberían ver reflejados de forma más evidente en la fracción de los biorresiduos, por las regulaciones vinculadas a este flujo que se van sumando, por sus características e importancia en peso para alcanzar los objetivos y por el hecho de que es un recurso transversal con relaciones e impactos en muchos ámbitos.

Gestión de biorresiduos

Como pilares destacados de la normativa vigente, que tendrían que funcionar como drivers, nos encontramos con:

En la etapa de recogida, se debe dar cumplimiento a la obligatoriedad que establece la Ley española de residuos de recoger de forma separa los biorresiduos de origen doméstico, incluyendo el compostaje doméstico o comunitario, antes del 30 de junio de 2022 para las entidades locales con más de cinco mil habitantes, y antes del 31 de diciembre de 2023 para el resto. Para los residuos comerciales e industriales, tanto gestionados por las entidades locales como de forma directa por gestores autorizados, también se establece la obligatoriedad de separarlos en origen antes del 30 de junio de 2022 (1).

Adicionalmente, por primera vez se plantean condicionantes sobre la calidad de los biorresiduos, estableciendo un porcentaje máximo de impropios del 20% desde 2022 y del 15% desde 2027, y dejando la puerta abierta para una revisión a la baja en un futuro (1).

En la fase de valorización, existen unos objetivos exigentes de preparación para la reutilización y de reciclado de residuos municipales, incluyendo los biorresiduos, del 55% para 2025, del 60% para el 2030 y del 65% para el 2035 (1).

Y finalmente, en el último estadio de tratamiento finalista, se debe dar cumplimiento a que la cantidad en peso de residuos municipales vertidos se reduzca al 10%, o menos, en relación al total de residuos generados de este tipo, para el 1 de enero de 2035, con unos objetivos intermedios del 20% para 2030 y del 40% para el 2025 (2).

De forma complementaria, se limita la cantidad total (en peso) de residuos municipales biodegradables destinados a vertedero, de manera que no se debe superar el 35% de la cantidad total de residuos municipales biodegradables generados en 1995 (2).

Estos instrumentos quedarían reforzados con los incentivos económicos que introduce el nuevo impuesto estatal sobre el vertido e incineración (1) y las ayudas derivadas de los paquetes de fondos NextGenerationEU (3) para la mejora de la gestión de residuos municipales.

A estas alturas, cabe discutir los efectos que tendrán estas políticas a nivel local en relación a los avances de los modelos de gestión de residuos y sus operativas, y consecuentemente en los resultados de recogida selectiva, calidad de los materiales y reciclaje final.

En este sentido, si analizamos la Memoria anual de generación y gestión de residuos. Residuos de Competencia Municipal 2020 (4), publicada por el MITERD, encontramos ciertos indicadores que reflejan que estos avances son escasos en materia de gestión de residuos.

Por un lado, se puede concluir que en el Estado español no se alcanza el objetivo inicial del 50% de reciclaje de residuos municipales para 2020 (5). Así, el índice global de reciclaje publicado es del 40,6%, del cual un porcentaje no menospreciable del 16,2% fueron flujos de materiales bioestabilizados procedentes del tratamiento de la fracción resto no separada en origen, que dejarán de considerarse como flujos reciclados de cara a 2027 (1).

Por otro lado, si nos centramos en la situación para la fracción de biorresiduos, los resultados aún son menos esperanzadores, a pesar de que esta fracción se considera el eje principal de los residuos municipales por su peso en la bolsa tipo y por el hecho de que su correcta separación favorece también una mayor captura y, especialmente, calidad del resto de materiales, y una reducción de la fracción resto.

Así, si se analizan los valores de recogida selectiva de biorresiduos de la memoria del MITERD y a partir de los valores absolutos se calcula el indicador del porcentaje de captura, se desprende que solo se recoge de forma separada un 14% de los residuos orgánicos generados (considerando la composición de los residuos del Plan Estatal Marco de Gestión de Residuos (PEMAR) 2016-2022 (6)). Sobre las calidades no se dispone de información consolidada a nivel estatal, pero cabe apuntar que sigue siendo una asignatura pendiente en muchos casos, especialmente en modelos que no posibilitan aplicar medidas de control y seguimiento de las aportaciones.

Para alcanzar el próximo objetivo de reciclado del 55% para 2025, aplicado de manera individual para el flujo de biorresiduos, se debería multiplicar su recogida separada por 3,8 veces como mínimo (sin considerar los flujos de impropios y las pérdidas durante los procesos de tratamiento), partiendo de los resultados de 2020.

En un contexto de emergencia climática y crisis de recursos materiales y energéticos, sumado a todas las regulaciones existentes, un escenario basado en la lógica y las estrategias efectivas pasaría por priorizar la recogida separada en cantidad y calidad de los residuos municipales y especialmente en los biorresiduos.

A mucho pesar, dicho escenario no se ajusta a la realidad ya que la gran mayoría de los municipios del Estado aún no ha implementado la recogida de la fracción orgánica y los que lo han hecho no están alcanzando buenos resultados en términos generales, excluyendo el grupo creciente de municipios con modelos individualizados, como el sistema puerta a puerta y otros modelos más incipientes como los contenedores cerrados e identificados (para estos últimos aún cabe validar sus resultados en cuanto a captura y, especialmente, en relación a la calidad de los materiales recogidos).

Obtener gran cantidad, pero también alta pureza, de los materiales recogidos de forma separada es crucial para disponer de flujos reciclados de calidad y poder cerrar los ciclos de los materiales de forma efectiva, minimizando la pérdida de recursos y cualquier impacto derivado. En concreto, la entrada de orgánica con bajos niveles de impropios a tratamiento biológico se traduce en la obtención de compost de calidad para poder cerrar su ciclo con los múltiples beneficios que supone por ser un recurso transversal y, a su vez, minimizando cualquier impacto sobre el suelo (medidas clave que recoge la propuesta de Directiva de salud del suelo y el Plan de acción de contaminación cero).

Por todo ello, es momento de avanzar con estrategias que aseguren los mayores beneficios con los biorresiduos como eje central para mejorar, no solo los resultados de gestión, sino también aportar efectos positivos sobre el resto de ámbitos con los que están interconectados.

Con este fin, cabe incorporar estrategias e instrumentos como los siguientes:

  • Planificar de forma integral, con hojas de ruta claras para las CCAA, pero también a nivel local y supramunicipal, considerando además de los modelos de recogida e instrumentos complementarios, las necesidades de adaptación e implantación de plantas de tratamiento, prioritariamente de proximidad, incorporando cuando sea óptimo modelos basados en compostaje individual y comunitario.
  • Implantar modelos individualizados y eficientes, complementados con mecanismos para minimizar los impropios (modelos que permitan un control de las aportaciones como los servicios de recogida puerta a puerta, comunicación en continuo con el usuario, bocas dimensionadas y baterías completas en el caso de contenedores, etc.). Existen referencias contrastadas y experiencias exitosas sobre qué modelos e instrumentos funcionan (y cuales no), que deben ser considerados con el fin de no reiterar errores.
  • Fomentar al máximo las recogidas puerta a puerta para los residuos comerciales y para otros residuos asimilables a municipales. Aplicar un seguimiento y control por parte del ente local de los servicios de recogida privada para residuos comerciales y asimilables.
  • Desplegar campañas bien diseñadas y con recursos suficientes de implementación de recogidas y servicios de comunicación y seguimiento del usuario en continuo. Aportar los materiales para facilitar la separación en origen, como cubos y bolsas compostables.
  • Introducir sistemas eficientes para reportar los datos, en cuanto a cantidades, calidades y destinos de los materiales recogidos, pudiendo disponer de caracterizaciones periódicas.
  • Potenciar el incentivo derivado del impuesto sobre el vertido e incineración, ajustando al alza los tipos impositivos con el fin de encarecer los costes asociados a la fracción resto respecto a los de las recogidas selectivas, especialmente para los biorresiduos, y transformar el sistema en finalista mediante mecanismos de compensación a los entes locales principalmente basados en la calidad y cantidad de los biorresiduos recogidos.
  • Aprovechar al máximo las inversiones de las ayudas NextGenerationEU para implementar modelos eficientes y definitivos que sean capaces de aproximarse a los objetivos, evitando perder el tiempo con sistemas que en un segundo estadio se deban sustituir o rediseñar.
  • Fomentar la formación y empoderamiento de los políticos y técnicos, llegar a consensos políticos en materia de residuos, e incrementar los recursos humanos destinados a la gestión de residuos para dar respuesta a las necesidades de implementación y operación de modelos más avanzados.

En el marco de contribuir a las estrategias de mejora de la gestión de los biorresiduos, el proyecto LIFE BIOBEST tiene como objetivo generar conocimientos consolidados y validados por grupos de expertos en esta materia, como la definición de mejores prácticas e instrumentos de gestión enfocados en la obtención de compost y digestato de calidad, guías y herramientas de soporte para las administraciones y recomendaciones para políticas y estándares, especialmente sobre los materiales de entrada a las plantas de tratamiento biológico (7).

Referencias

Fuente:
ENT

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