Una de las novedades más relevantes es la introducción de la monitorización basada en efectos (EBM), que, más allá de medir sustancias individuales, evalúa el impacto conjunto de mezclas químicas en los ecosistemas acuáticos.

Mas control de la UE sobre los contaminantes en ecosistemas acuáticos

La Presidencia del Consejo de la UE y el Parlamento Europeo han alcanzado un acuerdo político provisional para actualizar la lista de sustancias contaminantes que afectan a aguas superficiales y subterráneas, así como los estándares regulatorios aplicables. La revisión supone un paso clave en la mejora de la calidad del agua en Europa, alineando la normativa con los últimos avances científicos y reforzando la lucha contra los contaminantes emergentes.

Entre las principales novedades figura la inclusión de pesticidas, productos farmacéuticos, bisfenoles y las llamadas sustancias per- y polifluoroalquiladas (PFAS), conocidas como “químicos eternos”. Destaca la incorporación del ácido trifluoroacético (TFA), un subproducto de ciertos PFAS, y la designación del bisfenol-A como sustancia peligrosa prioritaria.

Además, se fija un estándar conjunto para pesticidas en aguas superficiales de 0,2 µg/l y se eliminan de la lista compuestos ya obsoletos, como la atrazina. Paralelamente, se endurecen los límites de varias sustancias conforme a las recomendaciones científicas más recientes.

El acuerdo introduce obligaciones más estrictas y homogéneas para los Estados miembros en materia de seguimiento y reporte, con el objetivo de mejorar la transparencia y comparabilidad de los datos:

  • Cada tres años deberán reportar datos biológicos sobre la salud de los ecosistemas acuáticos.
  • Cada dos años, datos químicos de aguas superficiales y subterráneas (con la opción de hacerlo anualmente de manera voluntaria).
  • Cada seis años, un informe global sobre el estado de las masas de agua, en línea con los planes hidrológicos de cuenca.

Una de las novedades más relevantes es la introducción de la monitorización basada en efectos (EBM), que evalúa el impacto conjunto de mezclas químicas en los ecosistemas acuáticos, más allá de medir sustancias individuales. Durante un periodo inicial de dos años, esta metodología será obligatoria de forma limitada y enfocada en sustancias estrogénicas.

Para apoyar a los Estados miembros, la Comisión Europea estudiará la creación de un centro conjunto de monitorización que facilite nuevas metodologías y el control de un mayor número de sustancias.

Prevención del deterioro y nuevas excepciones

La revisión aclara el principio de no deterioro del estado de las aguas, ya contemplado en la Directiva Marco del Agua (DMA) y desarrollado por la jurisprudencia europea. También introduce dos excepciones:

  • Deterioro temporal a corto plazo.
  • Reubicación de la contaminación sin incremento de la carga total.

En ambos casos se aplicarán salvaguardas, especialmente relacionadas con la protección del agua destinada a consumo humano.

“Este acuerdo garantiza que la legislación europea sobre aguas se mantenga al ritmo de la ciencia y de los contaminantes emergentes. Protege la salud de la ciudadanía y de las generaciones futuras al reducir la exposición a químicos dañinos en nuestros ríos, lagos y aguas subterráneas”, declaró Magnus Heunicke, ministro danés de Medio Ambiente e Igualdad de Género.

Los Estados miembros tendrán hasta 2039 para cumplir con los nuevos estándares, con posibilidad de prórroga excepcional hasta 2045. En el caso de sustancias con límites más estrictos en aguas superficiales, el plazo se acorta a 2033.

Además, se mantiene la obligación de eliminar progresivamente, en un plazo de 20 años, las sustancias peligrosas prioritarias.

La necesidad de actuar

Según los planes de gestión de cuenca, el 46% de las aguas superficiales y el 24% de las subterráneas de la UE no alcanzan un buen estado químico. No obstante, persisten grandes diferencias entre Estados miembros y dificultades para comparar datos.

El examen de adecuación de la DMA realizado en 2019 ya subrayó la necesidad de actualizar las listas de contaminantes y mejorar la gestión de datos, así como de abordar los efectos combinados de mezclas de sustancias, hasta ahora insuficientemente considerados.

La nueva directiva, que modificará la DMA y las normas específicas de aguas subterráneas y calidad ambiental, contribuirá directamente al objetivo de contaminación cero de la UE para 2050.

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