El informe de RREUSE pone en valor el papel de este sector para ofrecer formación continua en el ámbito de la reutilización y el reciclaje de residuos, especialmente entre colectivos vulnerables.
La red europea de entidades de la economía social activas en la reutilización, reparación y reciclaje RREUSE acaba de publicar un estudio en el que, a través de colección de historias, muestra las valiosas contribuciones de las entidades de la economía social al desarrollo de competencias necesarias para una economía circular, y destaca el importante papel que desempeñan en la mejora y el reciclaje de los trabajadores para una economía más sostenible y circular.
Tras la presentación del estudio el pasado 15 de marzo, la conversación sobre el papel vital de las entidades de la economía social para ofrecer formación continua ha tomado fuerza, lo que indica que no solo se trata de un debate importante, sino también oportuno y muy pertinente, quizás ahora más que nunca. De hecho, 2023 ha sido designado el Año Europeo de las Competencias (“European Year of Skills”).
La circularidad puede ayudar a prolongar la vida útil de los productos y materiales existentes y a reducir las emisiones de CO2. Sin embargo, hay muy poca investigación sobre cómo mejorar rápidamente la formación y cualificaciones de los trabajadores, ancladas en un modelo económico basado en la extracción de recursos y generación de residuos. Este informe constituye un valioso recurso a este respecto.
Las entidades de la economía social llevan décadas creando oportunidades de empleo y proporcionando formación a los miembros más vulnerables de nuestra sociedad. De media, una empresa de integración laboral crea 70 puestos de trabajo por cada 1.000 toneladas de productos y materiales que recoge con vistas a su reutilización.
Los 18 casos presentados en el estudio, tres de ellos en España, muestran la contribución de las entidades de la economía social al desarrollo de competencias circulares, principalmente entre personas poco cualificadas y desfavorecidas. Para la elaboración de este informe, RREUSE entrevistó a 18 organizaciones de varios países europeos. Estas trabajan con varios tipos de productos, incluidos textiles, equipos eléctricos y electrónicos, muebles, bicicletas y residuos de construcción y demolición.
El estudio pretende así arrojar luz sobre el papel crucial de las entidades de la economía social en la construcción de una transición justa e inclusiva a la economía circular.