Una investigación pone de manifiesto que, sin una regulación eficaz, la autodisciplina no es suficiente para tomar decisiones de consumo sostenible, y destaca la influencia del entorno en el comportamiento individual.

Por qué es tán dificil el consumo sostenible
Optar por un consumo más sostenible no depende únicamente de nuestra libertad de elección, según un estudio

Aunque muchas personas desean alcanzar objetivos importantes a largo plazo -como mejorar su dieta, dejar de fumar o adoptar un estilo de vida más sostenible-, a menudo les resulta difícil hacerlo. ¿Se debe todo a una falta de autodisciplina? La respuesta es no, según el psicólogo social Wilhelm Hofmann, de la Universidad Ruhr de Bochum (Alemania). En un artículo publicado en «Nature Reviews Psychology», Hofmann ha analizado numerosos estudios de investigación y ha destacado hasta qué punto el entorno físico y social influye en el comportamiento individual. Critica que muchos estudios psicológicos sigan centrándose en el individuo e ignoren factores estructurales cruciales.

Influencia de los factores ambientales

Los enfoques tradicionales, como la teoría de la autodeterminación, se centran en la autonomía personal. Esto significa que la libertad de elección del individuo debe preservarse a toda costa. «Las recomendaciones de políticas públicas que se derivan de esto son no hacer ninguna restricción, proporcionar información suficiente sobre los riesgos y efectos secundarios identificados de las distintas opciones y luego confiar en que la gente tomará las decisiones correctas y actuará adecuadamente», dice Hofmann. Pero esta fórmula no funciona.

Para ilustrarlo, el psicólogo cita el ejemplo de un consumidor preocupado por el medio ambiente al que le gustaría reducir su consumo de carne, pero que de vez en cuando también se siente tentado por un buen filete. «En la psicología convencional, esto se considera un conflicto interno», explica. Si la persona pudiera reunir suficiente fuerza de voluntad, lograría su objetivo a largo plazo.

Según Hofmann, este punto de vista es erróneo, porque las decisiones están muy influenciadas por el entorno: Por ejemplo, si en el restaurante hay cinco platos de carne, pero sólo una opción vegetariana, y esta última puede ser incluso más cara. Por otro lado, la gente también desea ajustarse a las normas sociales: Si muchos de tus amigos y familiares conducen un coche grande, es más probable que tú también quieras uno.

No basta con la disciplina individual

En su artículo, Hofmann combina la investigación psicológica con la investigación sobre políticas públicas para ilustrar que la primera tiene implicaciones en otros ámbitos y debe adoptar una perspectiva más amplia. En concreto, sostiene que debemos ser más conscientes de que las personas no tienen poder para moldear muchos de sus propios entornos.

«Mucha gente intenta vivir de forma más sostenible, pero no lo consigue», afirma Hofmann. Y es que las opciones no sostenibles suelen ser más baratas, más visibles y estar más disponibles que aquellas más amigables con el medio ambiente.

«Confiar en la disciplina individual, la voluntad de hacer sacrificios y el sentimiento de culpa no nos llevará muy lejos. Tenemos que cuestionar y cambiar las estructuras que contribuyen a problemas sociales como la sobreexplotación de los recursos naturales y que dificultan los comportamientos sostenibles. Y para lograrlo, necesitamos decisiones políticas sensatas y eficaces», asegura el experto.

A mucha gente le gustaría que hubiera más regulación para no tener que nadar a contracorriente. La creciente conciencia del problema, combinada con la constatación de que algunos retos y crisis sociales no pueden resolverse mediante la responsabilidad personal o el libre mercado, está impulsando el deseo de intervención gubernamental. En esencia, la sociedad necesita ponerse de acuerdo sobre reglas adecuadas para proporcionar a los individuos el mejor apoyo posible en el camino del cambio deseado hacia una mayor sostenibilidad.

Mayor atención al bien común

«La aceleración de la crisis climática es el mejor ejemplo de cómo el ejercicio ilimitado de las libertades personales de consumo acarrea consecuencias negativas para el conjunto de la sociedad», explica Wilhelm Hofmann. «Nos hemos olvidado hasta cierto punto de mirar el beneficio colectivo, es decir, el bien común, y necesitamos volver a reconocer la importancia de una buena regulación. Con esto quiero decir que necesitamos acordar normas eficaces y justas que nos protejan de los riesgos y que se apliquen a todos por igual. Como las que son práctica habitual en el tráfico rodado, por ejemplo».

Aun así, el psicólogo cree que los individuos también deben poner de su parte. «Todo el mundo puede dar pequeños pasos y ayudar a modelar su entorno siempre que sea posible. Y una vez que su propio poder creativo como ciudadano, empleado o cliente alcanza sus límites, puede abogar por que las personas con poder de decisión asuman la causa. Siempre tenemos poder de influencia», concluye.

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