Según los investigadores del MNCN, la contaminación detectada indica que el arsénico puede llegar hasta los acuíferos de la zona en trazas muy pequeñas pero de forma continuada, lo que supone un riesgo medioambiental grave debido a su toxicidad.

Encuentran arsénico en suelos mineros cerca de Madrid
Imagen del área estudiada. Los puntos blancos muestran los lugares donde se han tomado las muestras y la línea morada representa la zona de escorrentía. Foto: Fernando Garrido / MNCN

Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) han detectado arsénico (As(V)) en los suelos colindantes a una explotación de wolframio abandonada en la sierra de Madrid.

En la zona se acumulan residuos ricos en escorodita (FeAsO4 2H2O), un mineral muy estable que la minería metálica utiliza para almacenar arsénico evitando el riesgo de contaminación de suelos y aguas. Estos depósitos mineros se encuentran próximos al cerro de San Pedro, situado entre las localidades madrileñas de Guadalix de la Sierra y Colmenar Viejo.

En los años 30 se extraía wolframio de esta zona y se exportaba a Alemania para la construcción de armamento pesado. Cuando terminó la guerra se dejó de exportar, la mina se cerró y en su lugar quedaron los residuos ricos en escorodita.

La escorodita, un mineral compuesto principalmente por arsénico y hierro en igual proporción, es conocida por su estabilidad y capacidad para almacenar arsénico. Por ambos motivos, la minería metálica lo emplea como forma mineral para el almacenamiento y desecho seguro del arsénico. “Tras la extracción del mineral en cuestión, el arsénico producido queda fijado, aparentemente de forma estable e insoluble, en forma de escorodita. De hecho, este es el proceso final que la industria minera aplica a la gestión de este residuo”, explica Fernando Garrido, investigador del MNCN.

Posible dispersión del arsénico

Los investigadores apuntan la necesidad de monitorizar los residuos mineros abandonados y recuperar los suelos contaminados

Los investigadores han estudiado la dispersión de arsénico determinando su concentración en los suelos colindantes; para ello han recogido muestras a distintas profundidades y distancias a lo largo de las zonas de escorrentía por las que el agua estacional discurre desde el área donde se almacenan los residuos hasta un arroyo cercano. “En las muestras de suelo hemos detectado arsénico en concentraciones altas que proviene de la disolución de la escorodita”, explica Garrido.

“Hemos comprobado que se trata de As(V) y que se encuentra químicamente vinculado a oxihidróxidos de Fe(III) (un tipo de minerales compuestos fundamentalmente de hierro, oxígeno e hidrógeno). Es decir, no se trata de pequeñas partículas de escorodita, sino de compuestos secundarios que pueden formarse tras la disolución de este mineral por la acción del agua de lluvia”, aclara Garrido.

En esta zona los desechos están expuestos a las condiciones meteorológicas y los análisis realizados ponen en duda la estabilidad a largo plazo de estos depósitos ricos en arsénico. “Los datos demuestran que no se puede tratar la escorodita como elemento final para retener el arsénico a menos que se proteja de las condiciones ambientales, ya que, expuesta a ellas, puede provocar la dispersión de arsénico”, continúa Garrido.

Asimismo, los investigadores apuntan la necesidad de monitorizar los residuos mineros abandonados y de aplicar estrategias de eliminación de residuos y recuperación de suelos contaminados. “La contaminación detectada nos indica que el arsénico puede llegar hasta los acuíferos de la zona. Serían trazas muy pequeñas de este elemento pero llegarían de forma continuada lo que supone un riesgo medioambiental grave debido a su toxicidad”, concluye el investigador del MNCN.

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