Verònica Martínez

Fundació ENT

El último informe de la Fundación Ellen MacArthur sobre los “Urban Biocycles” [1] destaca las oportunidades de una bioeconomía basada en la energía, los nutrientes y la materia orgánica presente en los biorresiduos de las ciudades (es decir, la fracción orgánica de los residuos sólidos municipales y aguas residuales). Sin embargo, para explotar estas oportunidades se deberían cambiar aspectos clave en todo el ciclo de vida de los biorresiduos, desde su producción agrícola hasta su tratamiento final como residuo.

En primer lugar, es necesario pasar de la concepción lineal actual de “producción-consumo-desecho” a una circular en la que la materia orgánica y los nutrientes son devueltos a la tierra para mantener vivos sus ciclos. Actualmente, los nutrientes son extraídos (en forma de productos agrícolas) para ser transportados distancias largas donde son procesados, consumidos y eliminados. Este flujo lineal y unidireccional de nutrientes causa escasez en el suelo (reduciendo su productividad natural) y exceso en ecosistemas acuáticos (causando eutrofización). A menudo dicho desequilibrio se afronta con prácticas agrícolas intensivas (basadas en fertilizantes y pesticidas minerales y no renovables) que a largo plazo pueden exacerbar ambos problemas.

Con el fin de devolver los nutrientes y la materia orgánica a la tierra, evitando costes de transporte elevados, tanto en términos económicos como ambientales, las distancias entre unidades de extracción, consumo y recuperación de nutrientes deberían reducirse. Esto podría lograrse con la descentralización de las producciones, así como de las instalaciones de recuperación, para acercarse al consumidor. Al transformar grandes unidades centralizadas en unidades más pequeñas y descentralizadas, estas unidades (que son críticas para los ciclos de nutrientes) serían más flexibles y adaptables a los cambios locales y así contribuir a la resiliencia urbana.

Dicha proximidad entre la extracción, el consumo, la recuperación y el retorno de los nutrientes a la tierra podría también ampliar el conocimiento sobre la utilidad de los biorresiduos que desechamos todos los días en nuestras cocinas. Transformar la concepción actual de los biorresiduos como simples desechos sin ningún valor a una concepción que reconozca su valor intrínseco podría mejorar las actividades de clasificación de biorresiduos realizadas en nuestros hogares y actividades comerciales, aspecto clave para recuperar los nutrientes después del consumo.

Durante los próximos tres años y medio, el consorcio multidisciplinario del proyecto DECISIVE [2] abordará estos y otros aspectos para que una gestión descentralizada de biorresiduos sean viable. Los resultados principales serán:

  • Dos tecnologías nuevas, ecodiseñadas y comercializables: un proceso de digestión anaeróbica (a microescala) y un proceso de fermentación en estado sólido para valorizar el digestato (producido en la digestión anaeróbica) en bioproductos tales como biopesticidas.
  • Una herramienta de soporte a la toma de decisiones para autoridades locales y empresas de servicios medioambientales que incluye una metodología para evaluar la sostenibilidad de diferentes opciones para la gestión de biorresiduos en zonas urbanas (incluyendo una red descentralizada de digestores anaerobicos).
  • Material de comunicación para informar, sensibilizar e involucrar a los productores de biorresiduos, hogares y actividades comerciales.
  • Dos pruebas piloto donde se implementarán y probarán las nuevas tecnologías, métodos y herramientas: una de ellas en Lyon (Francia) y la otra en Cataluña.

[1] https://www.ellenmacarthurfoundation.org/publications/urban-biocyles

[2] This project has received funding from the European Union’s Horizon 2020 research and innovation program under grant agreement No 689229

Fuente:
ENT

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