Esta iniciativa europea liderada por la UAB aprovecha las emisiones de dióxido de carbono de la industria para fabricar plásticos y productos químicos.
El proyecto VIVALDI, financiado por la UE, está haciendo algo mucho más innovador que capturar y enterrar carbono: tomar las emisiones de CO₂ de las industrias de base biológica y transformarlas en productos químicos útiles y respetuosos con el medio ambiente, en este caso, ácidos orgánicos de alto valor.
No se trata de una sola empresa, sino de una colaboración masiva de 16 socios europeos, liderada por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), que trabaja para cerrar el ciclo del carbono y acelerar la transición de Europa hacia una bioeconomía circular basada en el CO₂, demostrando que los residuos pueden ser realmente una nueva mina de oro.
A través de esta iniciativa se pretende impulsar la bioeconomía, que consiste en utilizar recursos biológicos renovables, como cultivos, bosques y residuos orgánicos, para producir alimentos, energía y productos industriales, sustituyendo de forma eficaz a los combustibles fósiles.
Reutilización del CO₂
La misión principal de VIVALDI es sencilla, pero enorme: aprovechar las emisiones de las fábricas contaminantes, reduciendo el CO₂ que calienta nuestra atmósfera y evitando depender de los combustibles fósiles para fabricar plásticos y productos químicos.
Al reutilizar el CO₂ en nuevos productos, VIVALDI proporciona recursos cruciales y sostenibles para la bioeconomía. Es una situación beneficiosa tanto para el medio ambiente como para la economía, ya que aleja a las industrias del modelo lineal de «fabricar-usar-desechar» y las acerca a una economía circular.
El principal éxito del proyecto radica en la creación de cuatro ácidos orgánicos de alto valor, que son los componentes fundamentales de los nuevos materiales dentro de la bioeconomía.
VIVALDI ha demostrado que puede convertir el CO₂ en productos que se pueden utilizar para fabricar plásticos de origen biológico con un rendimiento igual al de los antiguos. Y lo que es aún mejor, ha creado componentes para piensos sostenibles.
Estos nuevos bioproductos están cerrando literalmente el ciclo y proporcionando fuentes de carbono renovables, lo que demuestra que los residuos pueden ser una materia prima mejor y más limpia que el petróleo.
«Hemos demostrado que el CO₂ puede convertirse en un recurso valioso en lugar de un residuo, allanando el camino para una nueva generación de industrias basadas en el CO₂», afirma el profesor Albert Guisasola, coordinador del proyecto en la UAB. «Esto está totalmente en línea con los objetivos climáticos de Europa y la Estrategia de Bioeconomía».
Un proceso en dos pasos
Entonces, ¿cómo se lleva a cabo esta alquimia de alta tecnología? El proceso es una ingeniosa combinación de dos pasos que sustenta una próspera industria de base biológica.
Mediante un enfoque híbrido electroquímico-biotecnológico, el CO₂ se convierte primero en moléculas simples, como el ácido fórmico y el metanol, y luego se transforma mediante levaduras modificadas genéticamente en ácidos orgánicos como el láctico, el itacónico, el succínico y el 3-hidroxipropiónico.
Estos ácidos son componentes esenciales para los plásticos de origen biológico, los recubrimientos y los envases sostenibles, ya que ayudan a sustituir los ingredientes de origen fósil y favorecen una producción más sostenible en sectores como el químico.
El proceso es aún más ecológico gracias al desarrollo de un proceso bioelectroquímico que recicla los nutrientes de las aguas residuales de la fábrica, lo que hace que todo el sistema sea circular y eficiente.
El proyecto está demostrando su potencial a través de prototipos de prueba de concepto, que incluyen cubiertos de plástico de origen biológico y aditivos para piensos derivados del CO₂.
Al transformar el CO₂ en materias primas renovables, VIVALDI apoya directamente la Estrategia de Bioeconomía y el Plan de Acción de Economía Circular de la UE, demostrando cómo la innovación en biotecnología y electroquímica puede hacer que los sectores industriales europeos sean más sostenibles, competitivos y resilientes, al tiempo que se abren nuevos mercados y puestos de trabajo de origen biológico.
Es este enfoque integrado el que posiciona a VIVALDI como un auténtico agente de cambio y muestra cómo el camino hacia un futuro más verde puede comenzar donde menos lo esperamos: en el carbono que antes considerábamos un residuo.
Fuente:
Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea








