Un equipo internacional de científicos revisa sus predicciones hechas en 2002 sobre las amenazas a las costas rocosas del mundo. Entre logros, errores y omisiones, el informe revela qué ha cambiado y qué se avecina para 2050.
En 2002, un grupo de científicos marinos de renombre publicó una lista de amenazas que, según sus proyecciones, afectarían significativamente a las costas rocosas del planeta en los siguientes 25 años. Aquella hoja de ruta ambiental incluía advertencias sobre la proliferación de especies invasoras, el impacto de los organismos genéticamente modificados en el océano y el incremento de los efectos del cambio climático.
Hoy, con el cuarto de siglo cumplido, los mismos expertos —ahora acompañados por un equipo global multidisciplinar— han revisado aquellas predicciones a la luz de la evidencia actual. El resultado es un balance sorprendente: muchos de sus pronósticos se cumplieron total o parcialmente, otros no se materializaron, y varias amenazas clave no fueron anticipadas en absoluto.
El estudio actualizado fue publicado en la revista Marine Pollution Bulletin y dirigido por el profesor Stephen Hawkins, investigador de la Marine Biological Association, con la colaboración del profesor Richard Thompson, de la Universidad de Plymouth, recientemente incluido en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo para 2025 por la revista TIME.
Además del Reino Unido, participaron expertos de EE.UU., Sudáfrica, Italia, Irlanda, Chile, China y Mónaco, aportando conocimientos en biología marina, contaminación por plásticos, ruido y luz artificial, cambio climático y ecoingeniería. Según sus autores, esta variedad de perspectivas ha sido clave para comprender la complejidad de las amenazas ambientales que enfrentan las costas.
Aciertos: lo que se predijo con éxito
Entre los aciertos más destacados, el informe señala:
- La reducción en la frecuencia y magnitud de los derrames de petróleo.
- El aumento en la recolección de alimentos en costas rocosas, tanto con fines comerciales como recreativos.
- La expansión global de especies no nativas, como consecuencia del aumento de las temperaturas.
- Un incremento en la sedimentación de ríos, estuarios y mares, vinculado a la urbanización costera y la intensificación agrícola.
Predicciones a medias: realidades más complejas de lo previsto
Algunas proyecciones fueron solo parcialmente acertadas:
- Subestimaron el éxito de ciertas regulaciones, como la prohibición internacional del tributilo de estaño (TBT).
- Reconocieron la influencia del cambio climático, pero no anticiparon plenamente la diversidad de impactos en especies y ecosistemas.
- Minimizaron el rol de fenómenos meteorológicos extremos.
- Si bien acertaron en prever el aumento de infraestructuras de defensa costera para hacer frente a la subida del nivel del mar, subestimaron sus efectos ecológicos.
- Y, curiosamente, aunque esperaban consecuencias negativas del turismo costero, el resultado ha sido una mayor valoración pública de estas zonas.
Predicciones erradas: riesgos que no se concretaron
Algunas de las advertencias también resultaron exageradas, infundadas o directamente equivocadas:
- Las costas están ahora más expuestas a la eutrofización (exceso de nutrientes como nitrógeno y fósforo) que hace 25 años.
- Los riesgos de la acuicultura y de los organismos genéticamente modificados han sido mucho menores de lo esperado.
- No se observaron los daños previstos por instalaciones de energía renovable en alta mar.
- Los efectos de la radiación ultravioleta sobre especies costeras fueron sobreestimados.
Lo que nadie vio venir
Quizá lo más revelador del estudio es la lista de amenazas que en 2002 no estaban en el radar y hoy son motivo de seria preocupación:
- La acidificación de los océanos.
- La contaminación por plásticos y sus efectos a gran escala.
- La minería costera.
- La contaminación lumínica y acústica.
- Fenómenos extremos como sequías e inundaciones.
- La presencia de contaminantes farmacéuticos en el mar.
- El impacto combinado de múltiples amenazas ambientales.
Mirando a 2050: retos globales y respuestas locales
Para los autores, el informe ofrece una lección clave: aunque la ciencia puede anticipar muchas amenazas, la imprevisibilidad forma parte del desafío ambiental. La cooperación internacional y la acción coordinada a nivel local serán fundamentales para enfrentar los retos del futuro.
“Nuestros dos estudios han demostrado que es posible prever algunos de los retos a los que podría enfrentarse el planeta en el futuro e identificar formas de abordarlos. Sin embargo, siempre habrá cosas que no podamos prever -y cosas que no se materialicen como los científicos podrían esperar- y encontrar un equilibrio siempre será clave para minimizar el impacto que tenemos en nuestro planeta”, afirma el profesor Hawkins.
Por su parte, el profesor Thompson concluye: “En el último cuarto de siglo, la mayor parte del mundo ha tomado conciencia de las amenazas que se ciernen sobre nuestro planeta. Las cuestiones clave siempre han girado en torno a la mejor manera de hacerles frente. Los científicos marinos han demostrado que una combinación de medidas globales y locales puede generar cambios positivos: la prohibición del tributilestaño (TBT) por la Organización Marítima Internacional en 2003 es un ejemplo notable. Mientras prosiguen los debates internacionales en torno a factores como el Tratado Mundial sobre los Plásticos y las formas más eficaces de reducir el calentamiento global, es importante que reconozcamos los éxitos medioambientales del pasado y nos basemos en ellos”.