Un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Coventry, en Reino Unido, ha investigado la cantidad de microplásticos y sustancias químicas como el bisfenol B que liberan diferentes tipos de mascarillas desechables.

El contaminante legado ambiental de las mascarillas desechables
Foto: RESIDUOS PROFESIONAL

El uso mundial de mascarillas se disparó durante la pandemia de Covid-19, pero muchas de ellas han sido desechadas como residuos, lo que ha contribuido a la contaminación del suelo y el agua.

A medida que estas mascarillas se descomponen, pueden liberar microplásticos y sustancias químicas al medio ambiente, lo que suscita preocupación tanto por la salud humana como por el medio ambiente.

Un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Coventry, en Reino Unido, ha investigado la cantidad de microplásticos y aditivos químicos que pueden liberar diferentes tipos de mascarillas desechables, como las mascarillas quirúrgicas y las filtrantes, que se utilizan a menudo para la protección personal en entornos sanitarios o en zonas con mala calidad del aire.

La Dra. Anna Bogush y el Dr. Ivan Kourtchev, del Centro de Investigación en Agroecología, Agua y Resiliencia de la universidad, colocaron mascarillas sin usar en vasos de precipitados de vidrio que contenían agua ultrapura y las dejaron sin tocar a temperatura ambiente durante 24 horas.

A continuación, el agua se filtró y se analizó en el laboratorio utilizando técnicas avanzadas para identificar los tipos y cantidades de microplásticos y sustancias químicas liberadas, con estrictos controles para evitar la contaminación.

Se descubrió que, incluso sin desgaste ni movimiento, las mascarillas liberaban partículas de microplástico y aditivos químicos en el agua, lo que sugiere que estos contaminantes ya están presentes desde el proceso de fabricación.

El estudio, publicado en la revista Environmental Pollution, reveló que las mascarillas filtrantes liberaban entre tres y cuatro veces más partículas de microplástico que las mascarillas quirúrgicas estándar. La mayoría de las partículas eran extremadamente pequeñas, de menos de 100 micrómetros de tamaño, aproximadamente el grosor de un cabello humano, y estaban compuestas principalmente de polipropileno, un plástico común utilizado en la fabricación de mascarillas.

También se detectaron otros plásticos, como polietileno, poliéster, nailon y PVC, especialmente en las mascarillas filtrantes. Dado que estos materiales no se descomponen fácilmente, pueden acumularse en el medio ambiente y causar daños a los ecosistemas y a la fauna silvestre que los ingiera o quede atrapada en ellos.

Algunos de estos materiales también pueden contener aditivos químicos que, una vez en el organismo, pueden alterar las hormonas o afectar negativamente a la salud humana.

Además de los microplásticos, los investigadores descubrieron que algunos tipos de mascarillas liberaban sustancias químicas como el bisfenol B en el agua. Se sabe que estas sustancias son perjudiciales para los peces y otros organismos que viven en el agua y también podrían afectar a las personas si entran en la cadena alimentaria, contaminan las fuentes de agua o se acumulan en el medio ambiente con el tiempo.

«Este estudio ha puesto de relieve la urgente necesidad de replantearnos cómo producimos, utilizamos y desechamos las mascarillas. No podemos ignorar el coste medioambiental de las mascarillas de un solo uso, especialmente cuando sabemos que los microplásticos y las sustancias químicas que liberan pueden afectar negativamente tanto a las personas como a los ecosistemas», afirma la Dra. Anna Bogush.

«A medida que avanzamos, es fundamental que concienciemos sobre estos riesgos, apoyemos el desarrollo de alternativas más sostenibles y tomemos decisiones informadas para proteger nuestra salud y el medio ambiente», concluye.

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