Una nueva investigación arroja luz sobre la experiencia japonesa con la economía circular y ofrece propuestas para los países que aspiran a transformar sus propias economías.
Japón fue uno de los primeros en adoptar los principios de la economía circular y tiene su propia forma de entender y aplicar el concepto. Sin embargo, el enfoque japonés de la economía circular ha sido relativamente inexplorado en la investigación académica en occidente, a pesar de su relevancia para abordar los retos sociales y ecológicos del siglo XXI. Una nueva investigación del Instituto Copérnico de Desarrollo Sostenible de la Universidad de Utrecht, en Países Bajos, arroja luz sobre la experiencia japonesa con la circularidad, ofreciendo valiosas ideas para los responsables políticos y las partes interesadas de los países que aspiran a transformar sus propias economías.
Japón introdujo el concepto de Sociedad del Ciclo Sólido de Materiales a principios de la década de 2000. Pero, ¿qué significa eso para las políticas de economía circular del país en la actualidad? El estudio publicado en Circular Economy and Sustainability explora los diversos puntos de vista de académicos, medios, empresas, autoridades gubernamentales y ONG japonesas.
¿Tecnocentrismo o transformación?
«Las políticas japonesas de economía circular se centran en gran medida en el reciclaje, las tecnologías de recuperación de energía, el crecimiento económico y la innovación», explica Walter Vermeulen, profesor asociado del Instituto Copérnico de Desarrollo Sostenible. «Esto significa que se alinean con una visión tecnocéntrica de la circularidad que hace caso omiso de los elementos de justicia social y no busca reducir los principales motores del consumo excesivo y la sobreproducción». El estudio subraya que estas prácticas podrían acabar reproduciendo y agravando las injusticias actuales en el acceso a los recursos materiales y energéticos y en el rebasamiento de los límites planetarios.
Por otro lado, los investigadores también descubrieron que determinadas partes interesadas en Japón tienen un enfoque más transformador de la circularidad. Por ejemplo, los gobiernos locales abordan problemas como la sobreproducción de recursos y el consumo excesivo, y las ONG japonesas defienden la justicia climática y opciones de circularidad más transformadoras como reducir, reutilizar y reparar. «El impulso de las consideraciones sociales y medioambientales en la economía circular suele proceder de organizaciones locales de abajo arriba que suelen tener ambiciones más transformadoras que los responsables políticos de alto nivel», afirma
.Desequilibrio de poder
Al mismo tiempo, la investigación descubrió que las ONG suelen quedar excluidas de las reuniones gubernamentales de toma de decisiones a nivel nacional, donde las empresas privadas y los economistas están sobrerrepresentados. Este desequilibrio de poder lleva a los investigadores a preguntarse por la falta de inclusividad en el proceso de toma de decisiones japonés.
«La falta de democracia en la toma de decisiones replica las actuales políticas centradas en el crecimiento, lo que conduce a una transición a la economía circular que solo beneficia a unos pocos actores industriales poderosos y hace poco por invertir las tendencias actuales e insostenibles de pérdida de biodiversidad, sobreconsumo y sobreproducción de recursos, pobreza global y relaciones económicas y políticas desiguales», explica Martín Calisto Friant, Investigador del Instituto Copérnico de Desarrollo Sostenible.
Además, es poco probable que una economía centrada en el crecimiento pueda cumplir los objetivos climáticos, aunque aplique principios de circularidad. «No hay pruebas científicas de que el crecimiento económico pueda desvincularse de impactos medioambientales como las emisiones de carbono con la suficiente rapidez como para evitar el colapso climático y el colapso de la biodiversidad», añade.
La democracia es clave
De cara al futuro, el estudio subraya la importancia de democratizar las estructuras de toma de decisiones y de implicar a los grupos sociales marginados en la configuración de las políticas de economía circular. Los investigadores sugieren retomar la filosofía ecológica holística de Japón y las tradiciones budistas como posibles fundamentos de las políticas de cambio climático. En palabras de Arai «En muchas tradiciones japonesas, las ideas de los círculos regenerativos y la vida en armonía con la naturaleza desempeñan un papel clave». Estos principios podrían constituir la base de una economía circular integradora que haga hincapié en la sostenibilidad, la reducción del consumo y la mejora del bienestar.
Según Calisto Friant, las tendencias actuales en Japón apoyan esta idea: «Aunque Japón ha experimentado un descenso del PIB desde 1995, los japoneses declaran una mayor felicidad y satisfacción vital y se alejan del individualismo y el consumismo en sus aspiraciones y hábitos socioculturales».
Los autores concluyen que, al desarrollar su transición hacia la circularidad, Japón podría tener en cuenta estos avances y diseñar políticas orientadas al decrecimiento que antepongan el bienestar humano y planetario a los beneficios y el crecimiento económico. «Nuestra investigación abre así la puerta a una implementación más inclusiva y resiliente de la circularidad en Japón, alineada con la justicia socioecológica y la sostenibilidad», concluyen.