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Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid analizan el impacto sobre el medio ambiente de diferentes modelos de recogida y transporte de residuos urbanos.

Analizan el impacto ambiental de distintos modelos de recogida de residuos
Contenedores de superficie y contenedores soterrados se alternan en muchas ciudades españolas. Foto: RESIDUOS PROFESIONAL

Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) han estudiado el impacto ambiental de diferentes sistemas de recogida y transporte de residuos municipales utilizando la metodología de análisis del ciclo de vida. Los escenarios comparados consideran sistemas de contenedores convencionales, subterráneos (soterrados) y sistemas de recogida y transporte neumático de residuos.

En sus conclusiones, el estudio afirma que, de forma general, los sistemas convencionales generan menos impacto que los neumáticos, y los sistemas de contenerización de superficie generan menos impacto que los sistemas subterráneos. No obstante, los sistemas neumáticos tienen un mejor desempeño en impactos relacionados con las emisiones de NOx.

Los resultados obtenidos permiten evaluar el impacto ambiental asociado al ciclo de vida completo de cada tipo de sistema (materiales, consumos energéticos, etc.). Así, además de otro tipo de criterios −económicos, de planificación/integración urbana, de accesibilidad, de impacto visual o de minimización de olores− este criterio ambiental puede integrarse como uno más a la hora de decidir qué sistema implementar.

La gestión de los residuos municipales incluye las etapas de recogida, transporte y tratamiento. Todas ellas contribuyen a distintos problemas medioambientales tales como el cambio climático, formación de ozono troposférico, daño a los ecosistemas o agotamiento de recursos hídricos y minerales.

El diseño de la recogida y transporte de residuos debe considerar criterios medioambientales, no sólo para minimizar el impacto durante la fase de uso, sino evaluando todo el ciclo de vida de los distintos equipos y materiales empleados. Así, la metodología de análisis de ciclo de vida (ACV) permite evaluar, de acuerdo a una normativa internacional, los efectos ambientales y sobre la salud humana asociados a un producto, proceso, servicio o actividad durante su ciclo de vida completo.

La contribución de las etapas de recogida y transporte al impacto total generado por la gestión de los residuos es inferior a la de la etapa de tratamiento, si bien, un mal diseño de las mismas puede incrementar su impacto total. Esta contribución depende del tipo de sistema a implementar: sistemas neumáticos o sistemas convencionales basados en contenerización y transporte con camiones. En este último caso, la fuente energética empleada por el camión tiene una importante influencia en la carga ambiental provocada, especialmente en sus efectos sobre el cambio climático o la calidad del aire urbano.

El transporte y su consumo energético

Según los resultados obtenidos, Javier Pérez, uno de los investigadores del Grupo de Investigación en Tecnologías Ambientales y Recursos Industriales (TARIndustrial) de la UPM que ha participado en el estudio, explica que “en los sistemas convencionales con contenedores en superficie, el impacto total sobre el cambio climático del conjunto recogida/transporte viene determinado en un 87-90% por el transporte. En este caso, el mayor responsable del impacto total es el combustible empleado por los camiones. En el caso de que se empleasen camiones eléctricos, el impacto total dependerá de cómo se genere esa energía eléctrica”.

En los sistemas convencionales con contenedores soterrados, el impacto ambiental se ve incrementado respecto a los sistemas con contenedores en superficie, debido a la mayor cantidad de material empleado en la construcción del sistema de soterramiento.

Por último, en los sistemas neumáticos, su impacto ambiental viene determinado, sobre todo, por el consumo de energía eléctrica (y cómo ésta se haya producido) y por la extracción de materias primas/fabricación de materiales que componen los distintos elementos del sistema (tuberías, buzones, etc.).

La minimización del impacto ambiental asociado a estas dos etapas irá ligada a aspectos tales como el tipo de energía consumida, cómo ésta se genera y la eficiencia en su uso; los materiales a emplear, así como a las opciones de reparación de componentes, recuperación y reciclado de materiales; prolongar la vida media de cada uno de los componentes del sistema, o mejorar la operación del sistema mediante implantación de tecnologías de la información y la comunicación (sensores) que permitan optimizar rutas y adecuar el momento de la recogida a situaciones de alto llenado de los contenedores. “Y también, no lo olvidemos, mejorando el uso de los sistemas por parte del ciudadano a través de campañas de información y sensibilización ambiental”, concluye Javier Pérez.

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