En 2018, los plásticos de un solo uso representaban el 46% de los residuos plásticos globales. Con la pandemia de la COVID-19 esta cifra se incrementará notablemente.
Damià Barceló, director fundador del Instituto Catalán de Investigación del Agua (ICRA) y uno de los científicos catalanes más citados universalmente, ha participado en uno de los primeros estudios a nivel internacional que hace una evaluación crítica global sobre los efectos del COVID-19 en la lucha y las leyes contra la contaminación de los plásticos.
Este estudio lo acaba de publicar la revista internacional Science of the Total Environment, con el título «Repensando y optimizando la gestión de los residuos plásticos bajo la pandemia del COVID-19: soluciones políticas basadas en el rediseño y la reducción de plásticos de un solo uso y los equipos de protección individual», y lo firman un equipo de expertos de la Universidad de Aveiro (Portugal), Dalhousie University, de Halifax (Canadá), y del ICRA.
El estudio presenta un resumen razonado de la situación actual y de las directivas vigentes sobre los plásticos y la evolución de las políticas gubernamentales sobre el uso de los plásticos, la producción y la gestión de los residuos durante la pandemia. Analiza los principales acuerdos internacionales (Convención de Basilea, 2.019; la Ley del Mar de las Naciones Unidas, UNCLOS; la Convención Internacional para la prevención de la contaminación de los buques, MARPOL; GESAMP y GPLM, entre otros) y facilita un mapamundi donde marca los límites legales vigentes en cada país respecto a los plásticos de un solo uso, estipulados por la UE (Comisión, Parlamento y Consejo), EEUU y hasta 127 países. Y ofrece además otro gráfico sobre la política de bolsas de plástico, en el que muestra los países en los que rige una prohibición o una tasa, que se encuentran en Finalmente también aporta un tercer mapa sobre el uso obligatorio de mascarillas por países.
Algunas cifras
Los plásticos de un solo uso representaban en 2018 el 46% de los residuos plásticos globales. Con la COVID-19 esta cifra se incrementará notablemente.
Según WWF se están introduciendo en la naturaleza por lo menos 10 millones de mascarillas cada mes. En el supuesto de que haya una gestión incorrecta de solo el 1% de los residuos -en realidad esta cifra puede ser al menos 10 veces más-, tenemos que entre 30.000 y 40.000 kg de mascarillas van al medio natural cada mes como mínimo.
La gestión del incremento de residuos de plásticos debido a la COVID-19 se hace a través de vertederos o incinerándolos. Por lo tanto habrá un incremento de gases de efecto invernadero y de compuestos tóxicos.
En China la producción de mascarillas se ha incrementado un 450% en un mes (de 20 millones a 110 millones en febrero de 2020). Sus tejidos llevan polipropileno o polietileno que termina en microfibras microplásticas que van al fondo de los océanos y de los sedimentos.
Junto al incremento de la producción, está el aumento de la mala gestión de los residuos plásticos, que tiene unos efectos letales sobre las causas del cambio climático.
Recomendaciones
La pandemia actual de la COVID-19 ha hecho patente la dependencia de la humanidad respecto al plástico como material y la fragilidad del sistema de gestión de residuos y de la reducción de los plásticos. Las pandemias no son nuevas en la historia de la humanidad y por lo tanto la búsqueda de soluciones debe ser prioritaria, ahora más que nunca. Y esto implica nexos directos entre políticos, industria e investigación.
Algunas de las directivas ya adoptadas sobre los plásticos se deben convertir en realidad ahora más que nunca. Durante la COVID-19, se ha multiplicado el uso de plásticos de un solo uso y de material protección individual y, por ello, es prioritario repensar y rediseñar los plásticos (por ejemplo, el desarrollo de soluciones a un precio asequible basadas en materiales bios y respetuosas con el medio ambiente), junto con la mejora de métodos de reciclaje para asegurar un final de vida apropiado para estos productos. Se deberían producir alternativas reutilizables (por ejemplo en los equipos de protección individual) y deberían incentivarse financieramente (a nivel del sector industrial correspondiente).
Con la salud pública como máxima prioridad, las implicaciones de la COVID-19 en el medio ambiente siguen siendo infravaloradas. Aunque el número de los estudios que examinan el impacto medioambiental de la pandemia de la COVID-19 (p. ej., en la calidad de aire, la huella de carbono) está creciendo día a día, queda poco claro el alcance del «impacto» físico de la contaminación de plásticos durante la COVID-19 y qué pasará a largo plazo.
La masa de residuos generados debido a la COVID-19 amenaza los métodos existentes de gestión de residuos, y significan que la diseminación/contaminación de plásticos puede conllevar riesgos gravísimos tanto para la salud medioambiental como la humana. Por ello es imperativo incrementar la monitorización (estudios acuáticos, terrestres y aéreos) de los residuos plásticos post COVID-19 en todo el mundo. Es preciso incentivar el movimiento social de la Ciencia Ciudadana porque puede ser una gran contribución a esta causa. Además, se tendrían que priorizar los estudios que examinan el destino, el comportamiento, la degradabilidad y los efectos de los equipos de protección personales y sus aditivos, que son una potencial plataforma para los patógenos y tienen capacidad adsorbente de contaminantes químicos. La producción de plásticos se tendría que desvincular de recursos basados en combustible fósil como los derivados del petróleo.