Ricardo Fernández García.

Doctor en Ciencias Químicas.
Assistant Plant Manager.
Momentive Specialty Chemicals Barbastro.

En los últimos años ha crecido la polémica en torno al «fracking» o fracturación hidráulica. Una técnica de extracción de recursos energéticos muy popular en Estados Unidos pero que, si escuchamos a las organizaciones ecologistas, presenta grandes riesgos medioambientales.

Su principal motivo de éxito es que se postula como una alternativa a los recursos convencionales de prospección del gas natural y el petróleo. Hemos de tener en cuenta nuestra situación de vulnerabilidad y dependencia de estos recursos, situados, en su mayoría en países con un alto nivel de conflictividad, como Siria, Libia, Irán o Irak.

¿Qué es el “fracking”?

El término fracking o fracturación hidráulica se usa para referirse a una técnica de extracción de gas natural mediante la fracturación de la roca madre (pizarras y esquistos) que encierra el gas o el petróleo, favoreciendo así su salida hacia el exterior.

Para extraer el gas atrapado en la roca se utiliza una técnica de perforación mixta:

  • En primer lugar se perfora hasta 5.000 metros en vertical y después se perfora varios kilómetros en horizontal (de 2 a 5 km).
  • Entonces se inyecta agua con arena (98%) y una serie de aditivos químicos (2%) a gran presión. Su finalidad es favorecer la fisura o la disolución de la roca para que el gas se libere y ascienda a la superficie a través del pozo.
  • El proceso se repite a lo largo de la veta de roca rica en gas. Parte de la mezcla inyectada vuelve a la superficie (entre un 15 y un 85%).

Esta técnica lleva años aplicándose en varios países, sobre todo en Estados Unidos, donde se han constatado una serie de problemas asociados a este tipo de explotaciones.

En Latinoamérica, se comenzó su desarrollo en Argentina, en el yacimiento de Vaca Muerta, ubicada en la provincia de Neuquén. Este país ocupa a nivel mundial el segundo puesto en recursos de gas no convencional y el cuarto en petróleo

Sus repercusiones

Repercusiones socioeconómicas

En Estados Unidos esta técnica se emplea desde los años cuarenta, si bien el aumento del precio de los combustibles fósiles la ha hecho económicamente rentable. En este país, se estima que:

  • en 2010 esta técnica estaba presente en aproximadamente el 60% de los pozos de extracción en uso. Se estima que la generalización de este método ha aumentado las reservas probadas de gas cerca de un 47% en cuatro años y en un 11% la estimación de existencia de petróleo.
  • en 2012 se crearon, gracias a los hidrocarburos no convencionales extraídos a través de la fractura hidráulica, 2,1 millones de empleos y contribuyó en 283.000 millones de dólares a su economía. Asimismo, según un informe, se crearán 3,3 millones de nuevos empleos y sumará 468.000 millones de dólares al crecimiento de Estados Unidos al final de la década.

Otra repercusión es su alto índice de ocupación de tierra debido a las propias plataformas de perforación, las zonas de aparcamiento y maniobra para camiones, equipos, instalaciones de procesamiento y transporte de gas, así como las carreteras de acceso. La industria señala que esta situación no genera un inconveniente importante, debido a que la mayoría de las extracciones se hacen en lugares poco habitados y que, al entrar el pozo en producción, solo queda en la superficie una tubería muy reducida.

Repercusiones medioambientales

  • Emisiones a la atmósfera. Es quizás su punto más favorable ya que reduce las emisiones a la atmósfera de efecto invernadero con respecto al carbón. En efecto, Estados Unidos ha reducido sus emisiones de CO2 gracias al fracking. De un lado, el tiempo de vida del metano en la atmósfera (más corto que el dióxido de carbono), y de otro, según la Agencia de Protección Ambiental estadounidense (EPA), produce la mitad de dióxido de carbono, menos de un tercio de óxidos de nitrógeno y un 1% de óxidos de azufre en la planta generadora al compararlo con las emisiones de aire promedio de la generación con carbón.
  • Gran consumo de agua. Los críticos con el fracking alertan de la gran cantidad de agua empleada. Sus defensores alegan que se usan de 10.000 a 30.000 metros cúbicos, menos que la necesaria para regar dos hectáreas de maíz. Además, explican, solo se utiliza una única vez.
  • Movimientos sísmicos. Los movimientos ecologistas denuncian que el fracking desata pequeños terremotos, pero la industria asegura que hasta ahora solo se ha demostrado relación con un “microseísmo” de 3 grados en la escala Richter, algo, según indican, escasamente perceptible.
  • Contaminación de los acuíferos. Una de las críticas más frecuentes es que el fracking contamina los acuíferos por los aditivos que se emplean. Veamos algunos factores:
    • Contaminación directa por los aditivos químicos nocivos del agua de inyección, algunos de ellos, no declarados por formar parte de su patente.
    • Contaminación por el agua de inyección no recuperada. En condiciones normales de operación, el agua de inyección no recuperada que queda en el subsuelo (entre el 20 y el 80%) podría producir la contaminación directa del agua subterránea, y de ahí la de manantiales, aguas superficiales, abastecimientos urbanos y agropecuarios…
    • Contaminación por metales pesados (como arsénico), materiales radiactivos o aguas de salinidad extrema que existen en las capas profundas, y que el fluido inyectado a altísima presión puede movilizarse hacia acuíferos cercanos a la superficie.
    • Contaminación por el propio gas que se explota. El metano puede migrar por conductos incontrolados (fracturas naturales, roturas o agrietamientos en las entubaciones, juntas deficientemente selladas entre la entubación y la pared rocosa…), tanto por el interior del subsuelo, contaminando los acuíferos, como hacia la superficie.
    • Contaminación por explosión en la plataforma. Si hubiese un reventón en la plataforma, se producirían graves daños personales y ambientales.

Las empresas esgrimen que:

  • los aditivos son productos aceptados normalmente, como bactericidas o dispersantes, que no entrañan peligro;
  • se están empleando las más avanzadas tecnologías y
  • las mayores medidas de prevención, como por ejemplo el efectivo aislamiento de la perforación, con una triple tubería de acero recubierta por capas de hormigón.

Una técnica con opiniones contrarias

Frente a la preocupación manifestada por algunas asociaciones ecologistas debido a los posibles riesgos medioambientales derivados de esta técnica, otras organizaciones científicas como la Royal Society británica afirmó, en 2012, que los riesgos eran manejables «siempre y cuando se implementen las mejores prácticas operacionales».

A nivel internacional, en el año 2013, la fracturación hidráulica ha sido prohibida tanto en Francia, como en algunos lugares de los Estados Unidos, como Búfalo (Nueva York) y Pittsburg (Pensilvania). Existen, además, moratorias en Canadá y Sudáfrica. Igualmente, es de señalar que en diciembre de 2012, Gran Bretaña levantó la moratoria de 18 meses que se había puesto sobre esta tecnología de extracción y comenzó a impulsar su utilización.

En España, aunque el Senado nacional aprobó la Ley de garantía de suministro eléctrico, en que se incluyeron los procesos de estimulación hidráulica como alternativa para generar energía en Canarias, Baleares, Ceuta y Melilla, la normativa general establece que su autorización corresponde a las Comunidades Autónomas. Algunos gobiernos autonómicos como los de Cantabria o La Rioja la han prohibido; otros como el del País Vasco, la permiten.

Situación en España

Se tienen indicios de la existencia de yacimientos de gas pizarra en España, sobre todo en la cuenca vasco-cantábrica, aunque también en otras zonas como la cuenca del Guadalquivir, la Cordillera Subbética y zonas de Cataluña, en las comarcas de Osona y la Segrarra.

En la actualidad, ya hay decenas de permisos concedidos y otras tantas solicitudes, pero de momento no se ha llegado a perforar el suelo para realizar las catas, ya que cada una debe contar antes, como se ha indicado, con su correspondiente declaración de impacto ambiental positiva.

Conclusiones

Como ha indicado la Royal Society británica los riesgos eran manejables «siempre y cuando se implementen las mejores prácticas operacionales«, y ello significa seguir los principios medioambientales rectores en la Unión Europea, que son los principios de cautela y precaución cuyos máximos exponentes son:

  • Una adecuada Declaración de Impacto Ambiental para evitar posibles afecciones en el territorio de las zonas explotadas, tanto en la superficie como en el subsuelo, que provoquen que este terreno quede inservible para usos posteriores.
  • Una adecuada Autorización Ambiental Integrada donde se recojan todos los parámetros de control a seguir así como los aspectos técnicos a considerar.

Foto de portada:
www_ukberri_net en Flickr (cc)

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