Los planteamientos actuales del sector de la edificación para preservar los recursos y reutilizar los materiales de construcción están resultando especialmente difíciles, según un estudio.

Los edificios no cumplen los criterios de economía circular de la taxonomía de la UE

La industria inmobiliaria no está preparada para la transformación hacia una economía circular, tal como exige la Unión Europea. Esta es la principal conclusión de un reciente estudio realizado por el Consejo Alemán de Construcción Sostenible (DGNB) en colaboración con varios socios europeos. Basándose en proyectos de construcción reales, el estudio examinó la viabilidad para el mercado de los criterios de economía circular propuestos en la taxonomía de la UE. El resultado: ni un solo proyecto podía considerarse alineado con la taxonomía.

Dos aspectos que resultaron especialmente problemáticos fueron la reutilización de materiales y el uso de materiales reciclados. Además, la información era insuficiente y faltaban métodos de construcción circular.

Lanzada por la Unión Europea en 2020, la taxonomía de la UE es un sistema de clasificación de inversiones sostenibles destinado a acelerar la transformación neutra en carbono en el continente europeo.

«Solo tendremos éxito con la transformación hacia la construcción sostenible si se produce un cambio en nuestras prácticas empresariales hacia los principios de la circularidad», afirma la Dra. Christine Lemaitre, directora general del DGNB. «Por eso es acertado que la Unión Europea haya estado utilizando el marco de taxonomía de la UE para desarrollar criterios que promuevan la construcción circular. Nuestro objetivo con el estudio era calibrar si el sector de la construcción está ya en condiciones de cumplir los requisitos y si la taxonomía está logrando su objetivo de tener un amplio impacto».

La conclusión general del estudio, sin embargo, es que ninguno de los edificios podía clasificarse como ajustado a la taxonomía según el objetivo medioambiental de «transición a una economía circular». Más de la mitad de los edificios nuevos cumplían menos del 50% de los requisitos. «Los resultados fueron toda una revelación -dice Lemaitre-. Si vas a conferencias y reuniones o sigues los medios de comunicación, todo el mundo habla de la construcción circular, así que tienes la impresión de que el tema ya ha llegado a la industria. Pero según este estudio, aún no ha llegado a ese punto en la realidad, en los edificios que nos rodean».

El mayor obstáculo: la reducción del consumo de recursos

El estudio distingue fundamentalmente dos ejes. El primero es que el objetivo de algunos criterios es reducir inmediatamente el impacto ambiental negativo y el consumo de recursos, por ejemplo, reutilizando materiales de construcción o introduciendo materiales reciclados. El segundo es que hay que preservar el valor futuro de los recursos, evitando materiales que contengan contaminantes o garantizando que los materiales puedan recuperarse de los edificios.

Los resultados del estudio muestran que los planteamientos actuales para preservar los recursos y reutilizar los materiales de construcción están resultando especialmente difíciles. Por ejemplo, ni un solo proyecto de construcción consiguió cumplir la cuota de materiales, que estipula que al menos el 15% de los materiales de construcción introducidos deben reutilizarse, el 15% deben reciclarse y el 20% deben ser renovables, reutilizarse o reciclarse. Las razones fueron la falta de materiales adecuados y las carencias de información y datos sobre la economía circular.

«Centrar la taxonomía de la UE en el aquí y ahora es lo correcto -afirma Christine Lemaitre-. Pero si las cuotas de material ni siquiera pueden cumplirse en los proyectos que dan prioridad a la economía circular, los principios rectores del proceso de taxonomía están fallando en términos de impacto».

Los proyectos obtuvieron mejores resultados cuando se trató de demostrar la retención del valor futuro de los edificios o su capacidad para preservar el valor de los materiales de construcción, por ejemplo, demostrando que los edificios estaban diseñados para ser adaptables o permitían recuperar materiales. Sin embargo, incluso a en este aspecto, un obstáculo importante era la identificación de métodos adecuados y la elaboración de los requisitos de documentación. Los proyectos sólo tuvieron éxito si, paralelamente al proceso, los edificios se sometían a la certificación de sostenibilidad y podían aprovechar las especificaciones que ésta ofrecía.

Recomendaciones a la UE

A partir de los resultados del estudio, el consorcio de investigadores elaboró recomendaciones concretas, que ya se presentaron a la Comisión de la UE en octubre de 2022. Entre ellas figuran la adaptación de los criterios en lo que respecta a la preparación para el mercado, el establecimiento de definiciones y métodos claros y la fijación de parámetros de referencia. Un instrumento clave para colmar las lagunas de información y datos sería introducir un pasaporte de materiales de construcción que no solo recoja toda la información sobre la reciclabilidad de los materiales, sino que también ofrezca información sobre el mantenimiento y las distintas formas de retirar o reciclar los materiales en el futuro.

También se recomienda armonizar la taxonomía de la UE con los sistemas que se utilizan actualmente para evaluar la sostenibilidad de los edificios.

Igualmente, se ha hecho una recomendación general para que se armonicen las ambiciones centrales de los objetivos medioambientales con el fin de salvaguardar la consecución uniforme del enfoque de sostenibilidad que persigue la UE. En total, el sistema de clasificación de la UE incluye seis objetivos medioambientales. Para que una empresa o promotor pueda demostrar que los edificios cumplen la taxonomía de la UE, deben contribuir de forma significativa a un objetivo medioambiental y cumplir los requisitos denominados DNSH (do no significant harm, no causar daños significativos) para los otros cinco objetivos.

Hasta ahora, las empresas podían elegir entre dos objetivos medioambientales: la mitigación del cambio climático y la adaptación al mismo. «Si los criterios se mantienen como hasta ahora, nadie en la industria optará por pasar a una economía circular porque, en términos comparativos, los objetivos climáticos requieren menos esfuerzo y menos desembolsos», explica Lemaitre. «Para seguir siendo ambiciosos con el objetivo de la economía circular, recomendamos desarrollar y compartir una hoja de ruta para que el mercado pueda prepararse para los requisitos futuros».

La suficiencia debe ser un principio básico de la taxonomía

Básicamente, los criterios de la taxonomía carecen de incentivos para renovar los edificios existentes y utilizar los recursos con moderación. «Lo primero que debería venir a la mente cuando se piensa en la economía circular es conservar los edificios existentes, no levantar edificios nuevos que podrían acabar desmontándose dentro de muchos años», dice Lemaitre. «Pero además, actualmente los criterios podrían muy bien fomentar comportamientos derrochadores si se pueden utilizar recursos renovables adicionales para cumplir la cuota de material. En su lugar, un elemento central debería ser la suficiencia, como principio de diseño positivo. Por ejemplo, podría estipularse que, antes de levantar un edificio nuevo, se realice una evaluación de la ecoeficiencia», concluye.

Deje una respuesta

Queremos saber si no eres un bot *