El dióxido de carbono es un componente fundamental de la atmósfera, pero debido a las actividades industriales y comerciales de los últimos ciento cincuenta años, las emisiones de CO2 se han elevado hasta alcanzar cotas peligrosas. Una investigación financiada con fondos europeos está analizando fórmulas para capturar este gas directamente en la fuente y almacenarlo de manera segura bajo el mar.
Dado que los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera y los océanos son cada vez mayores, un equipo de científicos está desarrollando sistemas de captura y almacenamiento de carbono (CCS) en tierra y alta mar como posible solución a este problema. Sin embargo, resulta necesario seguir investigando para garantizar la seguridad de estas nuevas tecnologías, que capturan las emisiones de origen industrial y las almacenan de manera permanente en el lecho marino.
Un proyecto de carácter multidisciplinar financiado por la Unión Europea está dedicado a este proceso, buscando nuevas estrategias, metodologías y herramientas para garantizar un funcionamiento seguro de las instalaciones de CCS en alta mar. Con frecuencia, se trata de reservas de petróleo y gas que resultan económicamente inviables. El proyecto STEMM-CCS se propone crear estrategias que permitirán identificar emplazamientos marinos apropiados para el almacenamiento y controlarlos de forma efectiva, incrementando así el grado de confianza de la ciudadanía en la CCS como opción viable para reducir la concentración de CO2 en la atmósfera y los mares.
El equipo de investigación, liderado por científicos del Reino Unido, ha publicado un documento en la revista «Journal of Geophysical Research: Oceans» en el que se describen fórmulas rentables para detectar la fuente de fugas que se filtran desde fondo oceánico en los lugares de almacenamiento. Estas fugas pueden causar daños a los seres humanos y al medio marino, aunque las labores de seguimiento pueden ser costosas.
En el citado informe, Guttorm Alendal, de la Universidad de Bergen, combina el teorema de Bayes con previsiones de impacto ecológico con el fin de proponer tres estrategias para la toma de decisiones relativas a las rutas de búsqueda de vehículos submarinos autónomos equipados con sensores.
Detectar fugas de forma rápida, eficiente y autónoma
Identificar la fuente de una fuga depende de una gran diversidad de condiciones oceánicas y atmosféricas locales. Los cambios ambientales tales como alteraciones de la fauna o concentraciones elevadas de gases disueltos pueden servir de indicadores para detectar la presencia de liberaciones de gases en el mar, pero la variabilidad de las dinámicas oceánicas —la topografía local y cambios en la dirección de las corrientes a causa de variaciones de las mareas, por ejemplo— complican la labor de los vehículos autónomos.
Estos vehículos pueden realizar mediciones inmediatas para detectar la fuente de una fuga de gas: cada medición permite actualizar el campo de probabilidad de la embarcación desde la que se dirigen las operaciones y sustentar las decisiones sobre qué lugar de la zona designada será el siguiente en ser examinado. Creando un mapa de probabilidad basado en el teorema de Bayes se puede dirigir al vehículo hacia la ruta más rentable para localizar el origen de la fuga.
El proyecto STEMM-CCS (Strategies for Environmental Monitoring of Marine Carbon Capture and Storage) efectuará una serie de expediciones de investigación a posibles emplazamientos para instalaciones de CCS en el mar del Norte, en los que los investigadores liberarán CO2 bajo el lecho marino y rastrearán su trayectoria hasta el fondo oceánico y a través de la columna de agua. Utilizando una combinación de tecnologías existentes y los novedosos sensores y técnicas desarrollados por el equipo del proyecto para examinar las condiciones de referencia, las estructuras del subfondo marino y las vías que recorren los fluidos, se pretende generar una gran cantidad de conocimiento con el que fundamentar recomendaciones destinadas a la elaboración de buenas prácticas en el futuro.