En esta ocasión entrevistamos a Julen Rekondo, químico por la Facultad de Ciencias de la Universidad del País Vasco. Su actividad profesional siempre ha estado relacionado con la gestión ambiental, como consultor, y también como divulgador ambiental. Es director técnico y asesor ambiental en “Aholkularitza eta Ikerketa INGURUNE S.L.”, desde 1992.
Julen Rekondo ha trabajado en la elaboración de diversos Planes Integrales de Gestión de Residuos Urbanos, así como en Planes de Suelos Contaminados; en la redacción de Estudios de Impacto Ambiental y de Evaluación de Impacto Ambiental (ECIA). Ha coordinado y gestionado numerosos proyectos de desarrollo e implantación de procesos de sostenibilidad y de Agendas Locales 21 en la Comunidad Autónoma del País Vasco, como Bilbao, San Sebastián-Donostia, Arrasate, Zumarraga, Comarcas de Debabarrena, Urdaibai, Urola Garaia, Goierri, Arratia, Debagoiena y Encartaciones. También ha participado en planes de adaptación de municipios al cambio climático.
Por su trayectoria profesional, ha obtenido diversos premios, como el Premio Nacional de Medio Ambiente 1998 que otorga el Ministerio de Medio Ambiente (ahora ministerio de Transición Ecológica y del Reto Demográfico), en la especialidad de medios de comunicación-prensa escrita; el Premio Gonzalo Nardiz 2002 del Gobierno Vasco por su trayectoria destacada en la difusión de la conservación de la naturaleza, y el Premio Periodismo Ambiental del País Vasco 2019 que otorga la Asociación y el Colegio Vasco de Periodistas (CVP-KEE).
Es colaborador especializado en temas medioambientales en varios medios de comunicación y revistas especializadas de Navarra, Euskadi y del conjunto del Estado español.
Es autor y coautor de varios libros, entre los que destacan “Haz algo por la Ecología (Editorial Gakoa), “Cambio Climático” (Sociedad de Gestión Ambiental, IHOBE), y “Ayuntamientos y Medio Ambiente” (Departamento de Urbanismo, Vivienda y Medio Ambiente del Gobierno vasco).
¿Cree que en las últimas dos décadas la cuestión de los residuos ha cambiado sustancialmente en España? ¿Cuáles diría que son los cambios más significativos?
En los últimos años, España ha iniciado un proceso de transición con vistas a eliminar su tradicional modelo de producción y consumo basado en la economía lineal para avanzar hacia una circular en línea con las estrategias de la Unión Europea y el cumplimiento de los objetivos climáticos. Ahora bien, el punto de partida es que generamos muchísimos residuos, sobre todo en los sectores de la construcción y de la demolición, siendo uno de los principales problemas es que cerca del 50% de los residuos aún se destina a vertedero. Si hablamos de los residuos urbanos, los datos de 2020 indican que España ha incumplido el objetivo de preparar un 50% de los desechos para su reutilización y reciclado en 2020, que en 2021 fue del 40%, por lo que aún tenemos un reto importante. Actualmente, el instrumento fundamental que provocará un cambio real es la Ley 7/2022 de residuos y suelos contaminados para una economía circular, cuya puesta en funcionamiento nos permitirá ir avanzando en mejorar la gestión de los residuos municipales.
En la medida en que es usted consultor y comunicador medioambiental, ¿cree que la complejidad de los residuos ocupa el lugar que se merece en el amplio espectro de la sostenibilidad?
No. Ha existido desde hace unas cuantas décadas una mentalidad que había que desembarazarse de la basura lo más fácilmente posible, y ello ha consistido en el vertido. Más recientemente, se ha convertido el reciclaje en un fin en sí mismo, sin implementar las 80 o más medidas reales de reutilización y reducción. Las administraciones públicas, aunque con sus excepciones, han incurrido en muchas ocasiones en una dejación de funciones, de forma especial las administraciones locales incumpliendo sus obligaciones competenciales, delegando en instituciones supramunicipales la gestión y “que me quiten la mierda de en medio”.
¿Considera que, tanto en relación a la ciudadanía como a la actividad empresarial, se ha avanzado en el plano de la conciencia del impacto de los residuos?
Pienso que no. Desde mi punto de vista, “ninguna política, por muy ingeniosa que sea, tiene alguna posibilidad de éxito si nace en la mente de unos pocos y en el corazón de nadie”. Es una frase de Henrry Kissinger, que, aunque no fue santo de mi devoción, considero que esa expresión me viene como anillo al dedo. Kissinger, como se sabe, desempeñó un papel preponderante en la política exterior de Estados Unidos entre 1969 y 1977.
Pero respondiendo a la pregunta, diré que es muy necesario mejorar la percepción que tiene la sociedad del sector de los residuos. Y para ello, es fundamental que desaparezcan las prácticas de “greenwashing” (en castellano “lavado verde”), la publicidad engañosa, que el material reciclado, por ejemplo, en el caso de áridos reciclados, estén dotados con el Marcado CE y se generalice su uso en sustitución de materiales extractivos…, y a todos los niveles: industria, administración, ciudadano/a particular.
Llegado a este punto hay que decir que una persona concienciada, imprescindible para estos retos, debe ser previamente informada. Es fundamental que esa información sea suficientemente clara y concisa para hacer del ciudadano/a un cómplice implicado, convencido en la necesidad de ser un sujeto activo en la consecución de los objetivos marcados. Y eso es tarea de todos y todas, administraciones, empresas, asociaciones.
Tenemos nuevas disposiciones normativas que están generando mucho contenido y expectativas, pero tal vez se esté obviando el enfoque hacia la ciudadanía y su papel-motor. ¿Cómo alcanzar la complicidad y simbiosis necesaria?
Es absolutamente necesario incidir más y más en la necesidad de una información completa sobre los impactos del ciclo de vida de los bienes. Es una condición `sine qua non´ para que los consumidores puedan adoptar conductas sostenibles consistentes.
Por otra parte, en un porcentaje amplio, los residuos y la basura en general no importan a la ciudadanía, hasta que no afecta al bolsillo. Si preguntas a cualquier persona que tenga un móvil, cuánto paga de factura por él al mes, seguro que lo sabe. Con ello, no quiero decir que la concienciación de la ciudadanía no haya aumentado en los últimos años. Si la pregunta es si esta concienciación es mejor que hace años, la respuesta es sí. Si la pregunta es si existe una gran concienciación, la respuesta es no. En parte es una cuestión generacional, pero sólo en parte. Aquí también hay un problema con la perversión del lenguaje. Ningún ciudadano recicla. Los ciudadanos separamos los residuos. Detrás aparece un largo y caro proceso que culmina con el reciclado de estos residuos. Sin embargo, esta realidad se oculta a las y los ciudadanos, lo que les hace ignorar la complejidad del proceso y las necesidades de colaboración que hay para que el sistema funcione.
¿Cuáles cree que son los mayores retos que tienen hoy en día las administraciones respecto a la gestión de los residuos? ¿Dónde considera que deberían poner el foco?
La realidad de unas administraciones u otras es diferente. Pero, a nivel general creo que se puede hablar de algunos retos que son comunes. En primer lugar, una asignatura pendiente en España y de la que se ha hablado en varias ocasiones en “Laboratorio de las Ideas sobre Residuos”, es la prevención de residuos, que se le ha calificado como la hermana pobre en la gestión de residuos, a pesar de que ocupe el primer lugar en la jerarquía comunitaria de residuos. Actualmente, disponemos ya de una nueva ley estatal de residuos 7/2022 que con la finalidad de romper el vínculo entre el crecimiento económico y los impactos sobre la salud humana y el medio ambiente asociados a la generación de residuos, desarrolla unas políticas de prevención de residuos que deben encaminarse a lograr un objetivo de reducción en peso de los residuos generados, de un 13% en 2025 respecto a los generados en el año 2010 y un 15% en el año 2030, respecto a lo generado en el año 2010. En este sentido, es una cosa positiva. Ahora bien, hay una trabajo importante que hacer y es la concienciación y sensibilización de la población hacia el problema que supone la excesiva generación de residuos.
Nos estamos aproximando de forma acelerada a los limites planetarios, y esto implica que no queda otro remedio que reducir drásticamente el consumo y es fundamental preparar y educar a la sociedad en que hay que cambiar el modelo y que progreso no es igual a crecimiento.
En segundo lugar, se están incumpliendo los objetivos europeos de preparación para la reutilización y el reciclaje de los residuos urbanos. Se incumplió en 2020, y si nada cambia, se va a seguir incumpliendo los objetivos en 2025 (55%) y 2030 (60%).
En tercer lugar, y en lo relativo a envases, se tiene que implementar el Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR), que mejoraría de forma muy significativa el reciclaje de los envases de bebida plásticos. Actualmente está implantado en doce países de la UE, y en 2025 está previsto que lo sea en 19 países, y funciona muy bien con un retorno medio del orden 92% de los envases con una calidad de materiales óptima.
En cuarto lugar, los dos sistemas de tratamiento más extendidos en cuanto a los residuos urbanos son altos generadores de material con destino a vertedero. En las plantas de Tratamiento Mecánico Biológico se genera un nivel medio de rechazos, que no solo son aquellos inorgánicos procedentes del proceso de reciclaje sino también miles de toneladas de materia orgánica (después de biometanización), digestato considerado biorresiduo por la Unión Europea (metales pesados por una mala separación en origen) al no reunir las características necesarias para fertilización, sobre todo de cultivos con destino humano. En cuanto a las plantas de incineración, en bastante de ellas se maquillan los datos de vertido, ya que no contemplan como tal las cantidades ingentes de cenizas, que deben ocupar vertedero exactamente igual que si ese material no hubiese sido reciclado o incinerado.
¿Seremos capaces de poder hacer frente a la creciente generación de los residuos con la economía circular?
La economía circular tiene el objetivo de cerrar y atajar los ciclos de los materiales. Dicho esto, la termodinámica nos dice que es imposible cerrar completamente los ciclos. Por ello, más que una economía circular, podemos aspirar a una economía espiral, tal como señalan Antonio Valero y Alicia Valero (Thanatia. Límites minerales de la transición energética, 2019).
A pesar de que no se puedan cerrar los ciclos, todavía estamos muy lejos de una economía espiral efectiva. Esto es debido a que la Tierra se ha considerado un reservorio infinito de recursos y un vertedero infinito de residuos. La cultura del usar y tirar se ha instaurado especialmente en los últimos 30-40 años y ni los productos están diseñados para ser recuperados, ni existen infraestructuras para recuperar dichas materias primas escasas. Se ha primado la cantidad y no la calidad y vemos como miles de objetos con contenidos en materias primas valiosísimas acaban acumulándose en vertederos sin ningún uso.
Respecto al impacto de los residuos sobre la salud, ¿cuáles cree que son las prioridades a abordar?
Uno de los problemas más importantes es la contaminación por plásticos, que se está convirtiendo en uno de los mayores desafíos de la humanidad. Cada año vertemos a los mares unos doce millones de toneladas de residuos plásticos, una gigantesca masa de inmundicia que contamina las aguas, los fondos y el litoral, lo que afecta a la biodiversidad marina y a las especies costeras, y a las seres humanos, a través de la cadena alimentaria.
Para evitar que las cosas no vayan a más, es necesario actuar en varios frentes. En primer lugar, se debe reducir la fabricación, la comercialización y el uso de plásticos procedentes del petróleo y limitar al mínimo los productos de un solo uso elaborados con este material.
En segundo lugar, y referido a los residuos plásticos de las basuras, las principales alternativas son la venta a granel y el envase reutilizable, y la implantación del Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR), del que he hablado anteriormente, por el que abogan al unísono las organizaciones ecologistas del conjunto del Estado, que mejoran de forma muy significativa el reciclaje de los envases de bebida plásticos, y del que Ecoembes, gestor del contenedor amarillo, es el principal lobbie opositor.
En cuanto a residuos y materiales, ¿Quién considera usted que son los principales referentes a seguir en España y fuera de ella?
Un referente en España, es Cataluña por varias cuestiones. Es pionera absoluta en la recogida selectiva de materia orgánica. Casi la mitad del total de recogida selectiva en Cataluña es materia orgánica procedente de cocinas (hogares), restaurantes, parques y jardines. Esta materia orgánica supuso más de la mitad de toda la materia orgánica recogida selectivamente en España en el año 2020. Y supone también, un ejercicio de responsabilidad y de cumplimiento. Cumplimiento con la Directiva de Vertidos que obliga a desviar progresivamente el residuo orgánico de los vertederos.
En segundo lugar, Cataluña fue la primera Comunidad Autónoma en aplicar cánones sobre el vertido y la incineración de residuos municipales. El canon de vertido se creó en 2004 (con un tipo impositivo inicial de 10 €/t) y el de incineración se instauró en 2008 (5 €/t). Dicho canon de residuos ha permitido en Cataluña avanzar en políticas de prevención y recuperación de residuos, y ha sido ampliamente defendido por todos los sectores: mundo local, mundo empresarial y entidades ambientalistas.
Uno de los problemas más importantes en la gestión de los residuos en España ha sido lo barato que sale el vertido de residuos. En la medida en que los costes de depósito en vertedero son relativamente bajos, al productor de residuos le resulta más sencillo llevarlo a vertedero que destinarlo a otros tratamientos que se encuentran por encima en la jerarquía comunitaria de residuos, lo que a su vez ha propiciado que se evolucione poco en la inversión de nuevas tecnologías de tratamiento. El impuesto al vertido contemplado en la nueva Ley española resulta de especial relevancia, puesto que armoniza la situación en todo el territorio de España, evitando el turismo de residuos entre aquellas comunidades autónomas limítrofes con y sin impuesto, e incrementa el coste del vertido para potenciar otras opciones de tratamiento de cara a los productores.
En tercer lugar, el sistema de recogida selectiva a través del “puerta a puerta”, está implantado en decenas de municipios catalanes, y los resultados de la recogida selectiva conseguidos en los municipios que tienen en marcha sistemas de puerta a puerta son en general superiores, tanto en lo que respecta a la cantidad recogida como a la calidad de la separación (en general se sitúan entre el 60 y el 80 % de recogida selectiva).
Fuera de España, me resulta complicado señalar referentes a nivel global, porque habría que tener en cuenta diferentes indicadores como la cantidad de residuos generados, porcentajes de productos reparados y/o reutilizados, las tasas de reciclaje, porcentaje de métodos de eliminación (incineración y vertido), así como la nefasta gestión, como la eliminación ilegal de residuos. Y, en este sentido, hay países referentes en algunos de esos indicadores, pero en otros no.
¿Qué papel puede jugar la Educación formal en la gestión de residuos?
Toda y mucha, muchísima. Prestando especial atención en los propios colegios, escuelas e institutos tanto por parte del personal docente como por los alumnos y alumnas. También sería buena idea, en aquellos centros donde se come, hacer recogida selectiva de residuos, un huerto ecológico, hacer compostaje…, de tal manera que la teoría y la práctica estén unidas. La educación ambiental debe ser un aspecto absolutamente trasversal que esté metido en todas las materias posibles.
Ahora bien, no es aceptable que el papel que debe jugar la Educación formal en la escuela sea una cuestión “de imagen”, o que los medios sometan al patrocinio espacios y contenidos. Hoy seguimos escuchando como alguno de los “grandes» comunicadores ambientales cuentan con el patrocinio total y único de sus programas y espacios periodísticos y defiende sistemáticamente postulados que han sido claramente desenmascarados, como es el caso de Ecoembes.
¿Qué papel juegan los medios de comunicación?
Toda. La presencia del sector de los residuos en los medios de comunicación está ligada en muchas ocasiones a prácticas irregulares que han desembocado en accidentes ambientales, y no tanto en poner el valor el sector. En este sentido, es muy importante no caer en informaciones sensacionalistas y muy negativas, y resaltar también las prácticas positivas que existen, que se hacen con el mayor rigor técnico y científico, de tal manera que la ciudadanía tenga canales para informarse y opciones para su intervención.
Aunque, el periodismo ambiental ha avanzado en los últimos tiempos, nos encontramos en muchos medios de comunicación convencionales y no especializados, falta de especialización y formación en esta materia. El tema de los residuos es complejo, muy técnico en bastantes ocasiones, y el reto es comprender la problemática de los residuos para difundirla, con todas sus implicaciones sociales, ambientales y económicas que tiene. Hoy en día, tenemos un mayor acceso a la información, pero también un volumen de datos que nos va a confundir, incluso datos falsos procedentes de un mercado de la información en el que cuesta distinguir la paja del trigo. Por todo ello, es necesario un periodismo comprometido con la veracidad, alejado de los contenidos pagados por empresas contaminantes, especializado y que dé cabida a expertos y especialistas.
¿Qué opina de las teorías del decrecimiento? ¿Le parecen una temeridad ideológica o una opción para resolver un problema al que no estamos dando respuesta de otro modo?
Bajo la perspectiva de la economía neoclásica dominante, todos los sectores económicos deben crecer. Pero esa consideración no es racional en la actual crisis climática. Para detener el aumento de temperaturas en 1,5 %, los países ricos tenemos que reducir las emisiones muy rápidamente. Y, actualmente ningún país está en la senda para lograrlo y cumplir el Acuerdo de París. Los países deben de reducir su consumo de energía, y para ello se tiene que reducir el tamaño de algunos sectores de la economía perjudiciales para el clima. Deberíamos, por tanto, decidir qué sectores deben crecer, por ejemplo, las energías renovables, la agricultura regenerativa, los empleos verdes, y es clave, por ejemplo, el reaprovechamiento de materiales…, y cuáles se deben reducir, que, en mi opinión, son aquellos que no son necesarios y consumen mucha energía; o sectores que no están pensados para cubrir las necesidades reales de las personas.
En este sentido, hay que poner un tope al uso de los recursos y la energía para que se sitúe a los niveles deseables e ir reduciéndolo cada año hasta que volvamos a estar dentro de los límites planetarios que hemos rebasado.
Esta entrevista se publicó originalmente en:
Laboratorio de Ideas sobre Residuos