Un estudio del Instituto Sueco de Investigación Ambiental IVL pone de relieve los beneficios ambientales de aumentar a solo un 10% el reciclaje textil en la Unión Europea.
A pesar de la creciente preocupación por la insostenibilidad de la moda rápida («fast fashion»), las tasas de reciclaje textil a nivel mundial siguen siendo sorprendentemente bajas. Actualmente, solo alrededor del 1% de los residuos textiles se reciclan en un proceso de fibra a fibra, es decir, se transforman nuevamente en materias primas para fabricar nuevos tejidos. En la mayoría de los casos, los textiles desechados se «infrarreciclan», convirtiéndose en productos de menor valor como aislantes o materiales de relleno.
Sin embargo, la evolución del reciclaje de fibra a fibra podría cambiar este panorama. Las estimaciones prevén que esta tecnología alcance una tasa del 26% para 2030. Además, la Estrategia de la Unión Europea para Textiles Circulares y Sostenibles establece como objetivo que, para ese mismo año, todos los productos textiles comercializados en el mercado europeo sean duraderos, reparables y reciclables.
En este contexto, investigadores del Instituto Sueco de Investigación Ambiental IVL han evaluado las posibles consecuencias ambientales de incrementar la tasa de reciclaje textil al 10% para 2035 en la UE. Aunque esta cifra puede parecer modesta, representa un avance significativo respecto a la situación actual. El estudio, publicado en la revista Sustainability, llena un vacío importante en la investigación sobre los impactos ambientales de la implantación a gran escala del reciclaje textil en Europa, proporcionando datos clave para orientar futuras inversiones y políticas públicas.
El equipo analizó cinco procesos clave en el ciclo de vida de los textiles:
- Aumento de la recogida y clasificación para reciclaje.
- Incremento del reciclaje efectivo.
- Reducción de los volúmenes de textiles incinerados o enviados a vertederos.
- Disminución de la producción de fibras primarias.
- Compensación por la menor producción de energía derivada de la reducción de la incineración.
Mediante un análisis de Monte Carlo, los investigadores evaluaron el efecto de múltiples variables y calcularon la sensibilidad de los resultados ante factores como la descarbonización del sistema energético europeo o los beneficios climáticos derivados de la menor producción de fibras vírgenes.
Los resultados son prometedores: alcanzar una tasa de reciclaje textil del 10% tendría un 92% de probabilidad de reducir el impacto climático y prácticamente un 100% de probabilidad de mejorar la gestión de los recursos hídricos. En términos absolutos, esto supondría una reducción promedio de 440.000 toneladas de CO₂ equivalente por año y un ahorro de más de 8.800 millones de m³ de agua (expresado en equivalentes mundiales de escasez hídrica).
El impacto sobre el agua mostró una notable estabilidad en las proyecciones, con una probabilidad de mejora que no desciende del 99%, mientras que la reducción de emisiones de carbono varía ligeramente según los supuestos de descarbonización, situándose entre el 62% y el 98%.
El estudio destaca la importancia de considerar factores determinantes como la descarbonización de la matriz energética europea y la reducción de la producción de fibras vírgenes para maximizar los beneficios ambientales del reciclaje textil. También subraya que los procesos de reciclaje necesitan avanzar en eficiencia energética y en la calidad de las fibras recicladas, que deben poder sustituir plenamente a las fibras vírgenes si se quiere cerrar el ciclo de manera efectiva.
A nivel político, los autores señalan que medidas de apoyo —como incentivos fiscales para materiales reciclados o impuestos sobre recursos vírgenes— serán clave para impulsar esta transición. Asimismo, advierten sobre los retos que plantea la recogida y clasificación de textiles, que actualmente varía mucho entre los Estados miembros de la UE. Cabe recordar que, según la normativa europea, todos los países deberán contar con sistemas de recogida separada de textiles a partir de 2025.
El estudio del IVL proporciona así una base científica sólida para orientar políticas y decisiones empresariales que permitan transformar la cadena de valor textil hacia un modelo circular, con beneficios tangibles para el clima y los recursos hídricos.
Fuente:
Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea