Una nueva resina apta para fabricar aerogeneradores puede reciclarse posteriormente para su uso en numerosas aplicaciones, incluidos dulces y bebidas deportivas.
La energía eólica es una forma de energía renovable cada vez más popular. Sin embargo, cuando llega el momento de sustituir las enormes palas de las turbinas que convierten el viento en electricidad, su eliminación es un problema. Ahora, investigadores de la Universidad Estatal de Michigan (EE.UU.) han informado de una nueva resina compuesta apta para fabricar estos colosos que luego podrían reciclarse en nuevas palas de turbina o en una variedad de otros productos, como encimeras, luces traseras de coches, pañales e incluso ositos de gominola.
Los investigadores han presentado sus resultados en la reunión de otoño de la Sociedad Química Americana (ACS).
«La belleza de nuestro sistema de resinas es que, al final de su ciclo de uso, podemos disolverlas y liberarlas de la matriz en la que se encuentran, de modo que pueden utilizarse una y otra vez en un bucle infinito», explica el doctor John Dorgan, encargado de presentar el trabajo en la reunión. «Ese es el objetivo de la economía circular», afirma.
Hechas de fibra de vidrio, las palas de los aerogeneradores pueden medir hasta medio campo de fútbol. Aunque algunas empresas han encontrado formas de reciclar la fibra de vidrio en materiales de menor valor, la mayoría de las palas desechadas acaban en los vertederos. Y es probable que el problema de la eliminación empeore. «Las palas de aerogeneradores más grandes son más eficientes, por lo que las empresas siguen fabricando palas cada vez más grandes», afirma Dorgan. «A menudo, los parques eólicos sustituyen las palas de las turbinas antes del final de su vida útil porque los parques pueden generar más electricidad con palas más grandes».
Dorgan y sus colegas fabricaron un nuevo material para turbinas combinando fibras de vidrio con un polímero de origen vegetal y otro sintético. Los paneles fabricados con esta resina termoplástica eran lo bastante fuertes y duraderos como para utilizarlos en turbinas o automóviles. Los investigadores disolvieron los paneles en monómero fresco y eliminaron físicamente las fibras de vidrio, lo que les permitió refundir el material en nuevos productos del mismo tipo. Lo más importante es que los paneles refundidos tenían las mismas propiedades físicas que sus predecesores.
Además de las nuevas palas de aerogenerador, la nueva resina podría utilizarse para otras aplicaciones. Mezclándola con diferentes minerales, el equipo produjo piedra cultivada que podía transformarse en objetos domésticos, como encimeras y lavabos. «Hace poco hicimos un lavabo de baño con la piedra cultivada, así que sabemos que funciona», dice Dorgan. Los investigadores también podrían triturar el material recuperado y mezclarlo con otras resinas de plástico para el moldeo por inyección, que se utiliza para fabricar artículos como fundas de ordenadores portátiles y herramientas eléctricas.
El material podría incluso reciclarse en productos de mayor valor. Al digerir la resina termoplástica en una solución alcalina se liberó poli(metilmetacrilato) (PMMA), un material acrílico habitual en ventanas, luces traseras de coches y muchos otros artículos. Al aumentar la temperatura de la digestión, el PMMA se convirtió en poli(ácido metacrílico), un polímero superabsorbente que se utiliza en los pañales. La digestión alcalina también produjo lactato de potasio, que puede purificarse y convertirse en caramelos y bebidas deportivas. «Recuperamos lactato de potasio de calidad alimentaria y lo utilizamos para hacer caramelos de goma, que yo comí», asegura Dorgan.
Ahora que los investigadores han demostrado que la resina tiene propiedades físicas adecuadas para los aerogeneradores, esperan fabricar algunas palas de tamaño medio para probarlas sobre el terreno. «La limitación actual es que no hay suficiente bioplástico para satisfacer este mercado, por lo que se necesita un volumen de producción considerable para empezar a fabricar turbinas eólicas con estos materiales», señala Dorgan.
¿Y hay un «factor de asco» en comer un caramelo que antes formaba parte de una turbina eólica? Dorgan no lo cree. «Un átomo de carbono procedente de una planta, como el maíz o la hierba, no es diferente de un átomo de carbono procedente de un combustible fósil», afirma. «Todo forma parte del ciclo global del carbono, y hemos demostrado que podemos pasar de la biomasa en el campo a los materiales plásticos duraderos y de nuevo a los alimentos».