Un estudio refleja que las promesas de las empresas para reducir su huella de plástico son poco efectivas, ya que se centran en estrategias de gestión de residuos posteriores, como el reciclaje, pero no abordan la raíz del problema: el uso de plástico virgen.
La Tierra está inundada de plástico. Ensucia nuestros paisajes y vías fluviales, desborda los vertederos y amenaza cada vez más la salud humana y medioambiental en todo el mundo. Y como la mayor parte del plástico se fabrica con combustibles fósiles, también contribuye al cambio climático.
Muchas empresas, conscientes de las crecientes expectativas del público sobre la responsabilidad corporativa, se han comprometido a reducir su huella de plástico.
Sin embargo, un nuevo análisis realizado por investigadores de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte (EE.UU.), revela que, aunque el 72% de las 300 empresas más importantes de la lista Fortune Global 500 han asumido algún tipo de compromiso voluntario para reducir la contaminación por plásticos, pocas han dado prioridad a la reducción del uso de plástico virgen, que es la verdadera raíz del problema, según Zoie Diana, candidata al doctorado en la Escuela de Medio Ambiente Nicholas de Duke.
«Descubrimos que, en lugar de cerrar el grifo del plástico en su origen, las empresas se centran de forma abrumadora en estrategias de reducción de residuos posteriores, como incluir más plástico reciclado o potencialmente reciclable en sus productos y reducir marginalmente el volumen de plástico utilizado en sus envases, una práctica conocida como aligeramiento», afirma Diana, que dirigió la investigación.
Estos enfoques parecen buenos, y lo son hasta cierto punto, asegura. «Pero si una empresa reinvierte lo que se ahorra con el aligeramiento en nuevos productos que también utilizan plástico, o si acaba fabricando más bolsas, botellas y envases en general, aunque sean individualmente más ligeros y menos intensivos en plástico, no se va a producir una reducción neta de la contaminación por plástico».
Los investigadores de Duke han publicado su estudio, revisado por expertos, en la revista One Earth. Como parte de su análisis, revisaron los informes anuales de casi 1.000 de las empresas más grandes y poderosas del mundo.
El reciclaje solo no basta
Entre 1950 y 2017, la producción mundial de plásticos se multiplicó por 174 y se prevé que vuelva a duplicarse para 2040, según señala el estudio. Alrededor del 79% de los residuos plásticos generados por esta producción acaban en vertederos o en el medio ambiente. Solo el 9% se recicla y solo una décima parte de esa cantidad se ha reciclado más de una vez en los últimos 50 años.
«Muy poco del plástico que depositamos en el contenedor de reciclaje acaba siendo realmente reutilizado», afirma Diana. «El reciclaje solo retrasa la eliminación del plástico y la contaminación. Cualquier solución integral debe dirigirse a la producción y uso de plástico virgen».
Compromisos difíciles de evaluar
La vaguedad de los términos utilizados para describir algunos de los compromisos de reducción de la contaminación también fue una señal de alarma. «Tres cuartas partes de las 300 mayores empresas del mundo asumieron al menos un compromiso que no tenía plazos ni era medible», afirma Diana. «No había plazos, ni fechas límite, ni formas cuantificables de evaluar si se estaban haciendo progresos».
Tampoco se reconocía la relación entre la producción de plástico y el cambio climático. «La mayoría de las empresas no establecieron ninguna relación en los informes disponibles públicamente entre la reducción de su huella de carbono y la reducción de su huella de plástico, especialmente en lo que respecta a la reducción de la producción y el uso de plástico virgen», dice Diana.
La Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente está trabajando para establecer un tratado internacional sobre los plásticos en 2024, que Diana espera que tenga como objetivo el plástico virgen. Cree que también es necesario un escrutinio científico continuo de las huellas de plástico de las grandes empresas. «Los científicos tienen un papel importante en el seguimiento y la definición de los problemas medioambientales, lo que puede ayudar a responsabilizar a las empresas», asegura.
Varios de los autores del artículo son miembros del Grupo de Trabajo sobre la Contaminación por Plástico de la Universidad de Duke, que aprovecha la experiencia de 46 investigadores y estudiantes de 12 campos -entre ellos la toxicología ambiental, la empresa, la medicina, la política pública, la bioinformática, la conservación marina, la historia, la ingeniería y la química- para encontrar soluciones innovadoras a la contaminación por plástico.