Las colillas de cigarros, una responsabilidad de las empresas tabacaleras

Una investigación destaca que un mayor conocimiento de cómo las compañías tabacaleras contribuyen a este problema ambiental podría fomentar el apoyo político para implantar medidas de responsabilidad del productor, que requieren que estas empresas gestionen los residuos que causan sus productos.

Una investigación de la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda, revela que exigir que los cigarrillos contengan filtros biodegradables, multar a los fumadores que desechan las colillas y expandir las zonas libres de humos a espacios al aire libre son medidas que el público considera más apropiadas para reducir los residuos de productos de tabaco.

Una encuesta realizada a 800 personas, incluidos fumadores (386) y no fumadores (414), mostró que la mayoría de los encuestados considera que las colillas de cigarrillos son tóxicas para el medio ambiente, y que los fumadores son los principales responsables.

Sin embargo, la investigadora principal, la profesora Janet Hoek, afirma que cuando aumentó el conocimiento sobre la no biodegradabilidad de las colillas, también lo hizo la proporción de encuestados que vio en las empresas de tabaco las responsables de los residuos de sus productos.

«Las compañías tabacaleras han calificado a los fumadores como responsables de los residuos de los productos del tabaco, pero son las compañías tabacaleras las que a sabiendas fabrican un producto tóxico y dañino para el medio ambiente», explica Hoek.

«Los filtros de cigarrillos no solo engañan a los fumadores sobre los riesgos a los que se enfrentan, sino que también son una basura generalizada; los últimos informes de prensa sugieren que anualmente se desechan más de seis millones de colillas de cigarrillos en Nueva Zelanda», añade.

«Debido a que los filtros para cigarrillos contienen acetato de celulosa no biodegradable, se acumulan donde están desperdigados, filtrando químicos tóxicos en el suelo antes de ser arrastrados a los sistemas de aguas residuales y al mar, donde contribuyen a la acumulación de montañas de plástico».

Los filtros de cigarrillos se introdujeron por primera vez en los años 50 y 60 en respuesta a la creciente evidencia de que fumar causa cáncer de pulmón y otras enfermedades graves y, a menudo, fatales. La publicidad del momento afirmaba que los cigarrillos con filtro eran mejores para la salud de las personas, una percepción que persiste a pesar de que los filtros realmente no aportan beneficios para la salud a los fumadores y causan un daño ambiental importante.

Medidas analizadas

La profesora Hoek afirma que fumadores y no fumadores variaron en sus percepciones de las medidas analizadas. En general, la mayoría de los encuestados consideraron que los filtros biodegradables obligatorios (81%) y las multas (74%) son efectivos para reducir el desperdicio de tabaco. Sin embargo, los no fumadores eran más propensos que los fumadores a ver más espacios libres de humo (70%) como efectivos, mientras que los fumadores eran más propensos a ver más efectivas las medidas educativas, como campañas de comunicación (72%) o etiquetas en el paquete (55% ).

Los investigadores piden estrategias que aumenten la conciencia sobre el papel de las compañías tabacaleras en la generación de residuos de productos de tabaco, que han recibido hasta ahora poca atención.

«Un mayor conocimiento de cómo las compañías tabacaleras contribuyen a este problema ambiental podría fomentar el apoyo político para las medidas de responsabilidad del productor que requieren que estas empresas gestionen los residuos que causan sus productos», afirma la investigación.

«Al mismo tiempo, también debemos continuar fomentando el abandono del hábito de fumar y disminuyendo el consumo, ya que la reducción de la prevalencia de tabaquismo es la mejor solución a largo plazo para abordar el problema».

Más información en el blog de la profesora Janet Hoek sobre la investigación.