En la convención mundial del BIR en Bangkok, líderes del sector del reciclaje debatieron sobre el impacto del proteccionismo en los mercados de metales y el futuro del libre comercio

Aranceles y libre comercio en la convención mundial del reciclaje

El papel de los aranceles como herramienta de defensa industrial volvió al centro del debate durante la Convención Mundial del reciclaje, celebrada por el Bureau of International Recycling (BIR) del 27 al 28 de octubre en Bangkok (Tailandia). En una sesión organizada por el International Trade Council (ITC), representantes de asociaciones y empresas líderes del reciclaje de metales confrontaron visiones opuestas sobre el equilibrio entre la protección de las industrias nacionales y el libre flujo global de materias primas secundarias.

La sesión, titulada “The challenge of tariffs to global trade”, reflejó la creciente tensión entre las políticas proteccionistas y los principios del libre comercio que sustentan históricamente al sector del reciclaje. Con los precios energéticos elevados, el debilitamiento de la demanda industrial europea y el avance de la regionalización de las cadenas de suministro, los participantes coincidieron en que el contexto actual exige decisiones estratégicas que afectarán al futuro del reciclaje mundial.

Europa: “El problema no es el reciclaje, es la economía”

El director general de European Metals Recycling, Murat Bayram, defendió que los aranceles no son la solución para fortalecer la industria siderúrgica europea. “Estamos en la misma batalla porque también queremos que los productores de acero europeos salgan más fuertes”, afirmó. Sin embargo, advirtió que “otro arancel solo traería más burocracia, más barreras y más complejidad”.

Bayram insistió en que la clave está en estimular la cooperación y la economía real, no en restringir el comercio. “El problema no es la industria del reciclaje, el problema es la economía. Los pedidos están cayendo y eso afecta a toda la cadena de valor”, explicó.

Como alternativa, propuso mecanismos de incentivo, por ejemplo, beneficios en certificados de CO₂ compartidos entre recicladores y acerías europeas, para favorecer el procesamiento local. A su juicio, el verdadero desafío no es la disponibilidad de chatarra, sino los altos costes energéticos, que siguen lastrando la competitividad de las plantas europeas frente a las de Asia o Estados Unidos.

El mercado se autorregula

El presidente del ITC, Emmanuel Katrakis, también rechazó las propuestas de imponer tasas a la exportación de chatarra metálica —especialmente acero, cobre y aluminio— dentro de la Unión Europea. Mostró datos que revelan que el consumo europeo de acero reciclado ha caído unos 10 millones de toneladas en la última década, mientras que las exportaciones han compensado parcialmente esa caída.

“No hay necesidad de restricciones, el mercado se equilibra solo —argumentó—. Cuando aumenta el consumo interno, las exportaciones bajan”. Katrakis insistió en que la caída de la producción siderúrgica en Europa responde a la pérdida de competitividad, no a la escasez de material reciclado.

Katrakis coincidió con Bayram en que un problema mucho más grave son los precios de la energía, que marcan la verdadera diferencia con los mercados de Estados Unidos o Asia.

EE.UU.: los aranceles como salvavidas industrial

En el otro extremo del debate, George Adams, consejero delegado de SA Recycling (EE.UU.), defendió abiertamente la política arancelaria estadounidense. “Amo los aranceles”, proclamó. Según Adams, las medidas proteccionistas han sido decisivas para “salvar” la industria del acero en Estados Unidos.

“Si puedes llevar nuestra chatarra hasta China o India, fabricar acero allí y traerlo de vuelta más barato de lo que nosotros podemos producirlo, algo está mal”, señaló. En su opinión, mantener una industria del acero nacional fuerte y rentable es una cuestión de seguridad económica. “Desde un punto de vista egoísta como reciclador estadounidense, quiero tener muchas acerías locales que paguen más por mi chatarra”, reconoció.

Katrakis le replicó preguntando cómo afectaban esos aranceles a los fabricantes de automóviles estadounidenses, obligados a pagar más caro el acero importado. Adams admitió que los costes se han incrementado, pero defendió que “es un precio necesario para mantener la capacidad industrial del país”. “Sí, nuestro acero es más caro, pero necesitamos esa industria. Las inversiones en nuestras acerías son enormes; son plantas modernas y eficientes, capaces de competir con cualquiera si el mercado es justo”, añadió.

Datos frente a percepciones

El vicepresidente de ReMA (Recycling Materials Association, EE.UU.), Adam Shaffer, presentó un ejemplo de cómo los datos empíricos pueden desmontar argumentos proteccionistas. La organización encargó un estudio sobre la disponibilidad de aluminio y cobre reciclados en el mercado estadounidense, cuyos resultados —publicados el pasado mes de octubre— demostraron que no existen pruebas que justifiquen restricciones a la exportación.

“El estudio confirmó lo que veníamos diciendo: no hay evidencia que respalde que las restricciones a las exportaciones [de cobre y aluminio] sean la solución”, explicó Shaffer. Los datos de este estudio sirvieron para rebatir las presiones de asociaciones industriales que pedían limitar la salida de materiales reciclados del país.

Asia y la deslocalización del reciclaje

El debate también abordó la transformación geográfica de la industria. Mark Sellier, director general de Tangent Trading (Reino Unido), recordó que la tendencia hacia la regionalización y la desglobalización no comenzó con los aranceles estadounidenses. “Muchas grandes empresas chinas del sector no férrico ya habían trasladado parte de su producción a Tailandia y otros países del Sudeste Asiático”, señaló.

Así, estos movimientos buscarían protegerse frente a las restricciones y cambios regulatorios sobre la importación de materias primas. “No están importando menos cobre, simplemente proviene de lugares distintos”, explicó.

Sellier describió también las “curiosas distorsiones” que generan los aranceles: tras su introducción en EE.UU., las exportaciones de chatarra a Canadá crecieron un 30%, y casi en la misma proporción aumentaron luego las exportaciones canadienses a China.

Para concluir, afirmó que, pese al auge del proteccionismo, China sigue siendo el eje estructural del reciclaje mundial. “Su capacidad es enorme y respalda todo el mercado de exportación. Las economías vecinas dependen de su inversión”. En su opinión, lo mismo ocurrirá en Europa y América, de forma que cada región tenderá a reforzar sus propios flujos, pero sin aislarse por completo.

Un equilibrio delicado

La convención del BIR en Bangkok dejó claro que el sector del reciclaje se enfrenta a un dilema estructural: cómo proteger sus industrias nacionales sin comprometer los principios del libre comercio que han impulsado su crecimiento. Mientras Europa busca fórmulas para mantener su competitividad, Estados Unidos defiende una política de “autosuficiencia industrial”, y Asia continúa consolidando su liderazgo global.

Como se destacó durante el encuentro, la fuerza del reciclaje reside precisamente en su carácter internacional. Pero, en un mundo cada vez más fragmentado, esa premisa enfrenta nuevos desafíos.

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