Con el reciclaje de residuos en España pasa lo mismo que con las manifestaciones, que son un éxito total o un fracaso absoluto en función de quién dé las cifras. Al final, el ciudadano de a pie suele hacer una media y calcula que por ahí andará el dato más fiable. Pero la verdad es que esta práctica en poco a nada ayuda a crear una sociedad más concienciada con la correcta gestión de sus residuos, sino más bien al contrario, genera desconfianza hacia un sistema que se percibe poco transparente.

Ecoembes, entidad que gestiona los envases depositados en los contenedores amarillo y azul, anunció hace pocos meses que el pasado año se reciclaron en España el 70,3% de los envases domésticos, dos puntos más que en 2011, una cifra nada desdeñable que sitúa a nuestro país en muy buena posición para dar cumplimiento a los objetivos europeos de reciclaje para 2020. Concretamente, se recuperaron el 81,9% de los envases de cartón, el 81,6% de los de metal y el 53,6% de los envases de plástico.

Hay que tener en cuenta, no obstante, que estos resultados hacen referencia exclusivamente a los envases de origen domiciliario, dejando fuera los de origen comercial e industrial que, según se calcula, son la mitad del total. Estos últimos son, además, mucho más difíciles de rastrear, aunque cabe deducir que un alto porcentaje de ellos queda fuera de los circuitos de reciclaje, terminando en vertederos o, en el peor de los casos, en la naturaleza (mar y montes).

Los datos de Ecoembes, sin embargo, contrastan con otros derivados de un informe de la Comisión Europea (año 2010), y de los que se hace eco la asociación Retorna, que promueve el Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) de envases. Según dicho informe, el índice de recuperación de envases de plástico se situaba en el 22%, mientras que los de metal apenas alcanzaban el 20%.

Desde luego, no pretendo desde aquí poner en duda la idoneidad de los métodos que unos u otros utilizan para calcular las tasas de reciclaje en nuestro país, pero no cabe duda de que las diferencias reflejadas en estos ejemplos son demasiado abultadas. Sí puedo deducir que los cálculos de la Comisión Europea incluyen los envases de origen comercial e industrial, lo que ayudaría a casar un poco más las cifras.

En este contexto, la recientemente creada Plataforma para la Sostenibilidad de los Envases solicitó recientemente al ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, que dé los pasos necesarios para evitar este baile de cifras en torno a la gestión de residuos. El presidente de dicha entidad, Carlos Martínez Orgado, ha escrito un post en su blog donde habla muy claro al respecto y cuya lectura recomiendo –aunque deduzco que a muchos no les gustará–.

En la presentación de la Cumbre sobre Estadísticas de Residuos, celebrada el pasado mes de junio, se anunciaba que la UE va a condicionar el acceso a fondos europeos al cumplimiento de los objetivos recogidos en la Directiva Marco (50% de reciclado y preparación para la reutilización antes de 2020). ¿Esto podría favorecer la elección de un sistema menos preciso pero tendente a ofrecer mejores resultados? Quizás, pero tampoco vamos a cuestionar a priori la profesionalidad y rigurosidad de quienes deban tomar esta decisión.

Sin embargo, sí convendría recordar que las cifras contundentes se consiguen con hechos contundentes, y que cuando la sociedad perciba el reciclaje de residuos como una actividad absolutamente transparente, libre de toda sospecha de manipulación en favor de ciertos intereses –y no digo que la haya, solo hablo de cómo se percibe–, que además genera riqueza, empleo e innumerables beneficios medioambientales, entonces lo hará suyo, participará de él sin reparos, y ese será el punto de inflexión a partir del cual todos los objetivos, por ambiciosos que sean, estarán a nuestro alcance.

Fuentes:
Ecoembes
Retorna
Informe sobre la gestión de residuos de los Estados miembros de la UE (pdf en inglés)
Instituto para la Sostenibilidad de los Recursos (ISR)

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