La producción nacional de acero crece pero no recupera los niveles prepandemia y pone el foco en las importaciones extracomunitarias.

La industria siderúrgica aumenta el reciclaje de chatarra

El reciclaje de chatarra en España aumentó un 1,4% en 2024, hasta alcanzar los 9,4 millones de toneladas, consolidando a la siderurgia española como referente europeo en economía circular, y en la que ocho de cada diez toneladas de acero se fabrican a partir de chatarra reciclada.

Así lo reflejan los datos del ejercicio hechos públicos por la Unión de Empresas Siderúrgicas, UNESID, que confirman también que la industria siderúrgica española cerró 2024 con una ligera recuperación de la producción, si bien sigue lastrada por un entorno internacional adverso y unos costes energéticos estructuralmente elevados. Así, el mercado sigue sin recuperar la estabilidad previa a la pandemia y que la competencia desleal de proveedores extracomunitarios amenaza con erosionar la industria nacional.

En cuanto al consumo de productos siderúrgicos, 2024 cerró con 13,5 millones de toneladas, un 6,5% más que en el ejercicio anterior, gracias al fuerte tirón de los productos planos (+9,5%) frente a los largos (+3,7%). Este crecimiento contrasta con la tónica general del continente, donde la demanda se ha mantenido más débil, y se explica por el notable repunte de las importaciones extracomunitarias, que alcanzaron su cifra más alta desde 2007. Con respecto a las entregas a la UE y a terceros se han destinado respectivamente 3,8 y 1,8 millones de toneladas, aumentando casi un 8% en cada caso.

Según los datos recopilados por UNESID, la producción nacional de acero creció un 3,7% hasta alcanzar los 11,9 millones de toneladas, mientras que las entregas totales aumentaron un 4,3% (12,1 millones). Sin embargo, la actividad aún está por debajo de los niveles de 2019, en buena parte por la presión que ejercen las importaciones procedentes de países terceros, que han crecido un 20,4% y representan ya más de un tercio del consumo nacional.

“El sector ha demostrado su capacidad de resistencia y compromiso con la economía circular, pero no puede afrontar en solitario los efectos de una competencia desleal ni unos costes energéticos que lastran la competitividad y que siguen sin resolverse”, ha subrayado Carola Hermoso, directora general de UNESID. “Necesitamos una política industrial europea sólida, acompañada de medidas urgentes que nos permitan competir en igualdad de condiciones”, ha añadido.

Estabilidad en las exportaciones

En total, las importaciones crecieron un 3% (10,4 millones de toneladas), mientras que las exportaciones se estabilizaron en 7,7 millones, frenando así la caída de los dos años anteriores. El resultado de esta evolución es un déficit comercial de 1.256 millones de euros, equivalente a casi 3 millones de toneladas netas importadas, lo que agrava la presión sobre la producción nacional.

Respecto de las exportaciones, a la UE se han destinado 5,5 millones de toneladas (0,7%) y cerca de 2,2 millones de toneladas a terceros (1,5%). A pesar de la ligera mejoría del mercado extracomunitario, su nivel apenas supera el de 2023, que fue el más bajo de los últimos veinte años.

Pese a la leve mejora de los indicadores, UNESID advierte de que el contexto sigue siendo muy complejo. La debilidad de la demanda en China, la volatilidad geopolítica, la incertidumbre sobre las políticas arancelarias de Estados Unidos y la ralentización de la globalización generan un entorno incierto para una industria que es estratégica para la autonomía industrial y energética de Europa.

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