Un reciente estudio sostiene la necesidad de un sistema internacional de etiquetado para productos plásticos en el que, además de su reciclabilidad, se informe de forma clara del coste medioambiental de su producción y los riesgos de los aditivos que contienen.

Proponen una escala de sostenibilidad para el etiquetado de productos plásticos
En la actualidad se producen en todo el mundo unos 368 millones de toneladas de plástico al año

La contaminación por plásticos es un problema mundial creciente, con una mezcla cada vez más compleja de plásticos que se encuentran en todas partes, desde el Ártico hasta el Monte Everest. Un etiquetado simplista y poco útil de los productos de plástico y las más que mejorables tasas de reciclaje, incluso en los países mejor equipados, son algunos de los principales obstáculos para atajar este problema.

En un nuevo estudio publicado en la revista Environmental Science & Policy, expertos de las universidad de Exeter y Bath (Reino Unido) y la Universidad de Queensland (Australia) proponen un nuevo sistema de etiquetado de aplicación internacional que pase de centrarse en la reciclabilidad a la sostenibilidad, que sea específico para el país y la región de compra del producto e informe al público sobre el contenido de aditivos plásticos.

«Necesitamos capacitar a los consumidores para que tomen decisiones más sostenibles», afirma el primer autor, Stephen Burrows. «En lugar de las etiquetas de reciclaje ‘sí-no’, que suelen ser engañosas, una ‘escala de sostenibilidad’ podría tener en cuenta la reciclabilidad, pero también otros factores como el coste medioambiental de la producción y los posibles riesgos para la salud humana de los aditivos», añade.

En su opinión, «exigir que los envases lleven indicaciones específicas de cada región para su eliminación alejaría la responsabilidad de los consumidores y la trasladaría a los reguladores y a los productores de plástico. Esto es vital porque la mezcla de productos de plástico es tan compleja y confusa, que la industria debe ser responsable de las instrucciones claras, precisas y accesibles sobre la mejor manera de eliminar los artículos de plástico».

«Lo mismo ocurre con los aditivos químicos que se encuentran en muchos plásticos -explica Burrows-. Estos productos químicos se añaden a los plásticos para darles determinadas propiedades, como el color, la flexibilidad y la resistencia al fuego. Exigir a los productores que enumeren todos los aditivos sería un paso importante para informar al público y ayudarle a tomar decisiones sobre el impacto medioambiental y la salud humana».

Los investigadores insisten en que sus recomendaciones no deben restar importancia a la necesidad urgente de utilizar menos plástico, especialmente los artículos de un solo uso.

En la actualidad se producen en todo el mundo unos 368 millones de toneladas de plástico al año. Las estimaciones de las tasas de reciclaje varían enormemente. Por ejemplo, Alemania recicla el 62% de sus residuos plásticos, muy por encima de la media europea del 30%. Por su parte, China recicla aproximadamente un 25%, mientras que la cifra en Estados Unidos es de solo un 8%.

La profesora Tamara Galloway, de la Universidad de Exeter, afirma que «nuestras recomendaciones para una escala de sostenibilidad están diseñadas para reducir parte de la confusión en torno a la eliminación del plástico. El objetivo final es proteger el medio ambiente y la salud humana de los efectos nocivos de los residuos plásticos».

Por su parte, el profesor Kevin Thomas, de la Alianza de Ciencias de la Salud Medioambiental de la Universidad de Queensland y del Centro Minderoo de Plásticos y Salud Humana, dice: «Esperamos que nuestras recomendaciones inicien una reevaluación del etiquetado de los plásticos y que la aplicación de una escala de sostenibilidad permita a las personas tomar decisiones informadas sobre el uso de los plásticos».

El enigma de las tazas de café

Hablando de la confusión de los consumidores, Burrows pone el ejemplo de las tazas de café de un solo uso de bioplástico PLA (ácido poliláctico).

Muchas de estas tazas se etiquetan ahora como reciclables y compostables, pero se trata de procesos distintos. Dependiendo de la composición de la taza, podría ser reciclable, pero depende de si las instalaciones locales están equipadas para procesar el PLA. Por lo tanto, puede que no sea adecuado para el contenedor de reciclaje.

También podría ser compostable, aunque muchos de estos vasos solo pueden descomponerse en un proceso de compostaje industrial (no en uno de autocompostaje en el jardín). Por tanto, si se tiran a la basura general, acabarán como más plástico en el vertedero.

«Si alguien utiliza uno de estos vasos y ve un contenedor de reciclaje y otro de ‘residuos generales’, ¿dónde debe depositarlo? La mayoría de la gente no lo sabe y, de hecho, la respuesta puede depender de varios factores que no se suelen indicar. Nuestras sugerencias para un nuevo sistema de etiquetado basado en una escala de sostenibilidad están pensadas para atajar esta confusión», concluye Burrows.

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