La posibilidad de recuperar metales estratégicos a partir de residuos locales, utilizando además disolventes derivados de otros flujos de desecho, refuerza el potencial ambiental y económico de este enfoque.

Investigadores finlandeses han desarrollado un innovador método para extraer plata de residuos electrónicos utilizando ácidos grasos —como los presentes en aceites de cocina usados— en lugar de los tradicionales ácidos minerales altamente contaminantes. La técnica, publicada en la revista Chemical Engineering Journal, abre nuevas posibilidades para el reciclaje de metales preciosos y el impulso de la llamada minería urbana, reduciendo al mismo tiempo el impacto ambiental de estos procesos.
La plata es un metal clave en la transición energética y digital. Se utiliza, entre otras aplicaciones, en paneles solares, dispositivos electrónicos, contactos eléctricos y recubrimientos conductores. Sin embargo, menos del 20 % de la plata que se produce anualmente se recicla, a pesar de que la cantidad de residuos que la contienen no deja de aumentar. Al mismo tiempo, los recursos minerales disponibles para la minería tradicional se están agotando y el precio del metal se ha multiplicado por seis en los últimos 25 años, lo que convierte su reciclaje en una opción cada vez más estratégica y económicamente viable.
“Reciclar plata a partir de materiales de desecho es cada vez más importante para garantizar el suministro de este metal precioso. Es fundamental desarrollar nuevas estrategias de separación y reciclaje sostenibles que sustituyan a los procesos actuales, que suponen una gran carga para el medio ambiente”, explica Anže Zupanc, investigador posdoctoral de la Universidad de Helsinki y la Universidad de Birmingham.
¿Por qué la plata puede disolverse en grasas?
El nuevo método se basa en el uso de ácidos grasos comunes —oleico, linoleico y linolénico— combinados con una disolución acuosa de peróxido de hidrógeno al 30 %, que actúa como oxidante “verde” en condiciones suaves. Esta combinación permite disolver eficazmente la plata, que pasa a integrarse en los ácidos grasos, los cuales actúan tanto como medio de reacción como ligandos estabilizantes de los iones de plata.
A diferencia de los procesos convencionales, que emplean ácidos minerales fuertes y disolventes agresivos, el uso de ácidos grasos presenta múltiples ventajas. Estos compuestos pueden obtenerse a partir de residuos —como aceites de cocina usados procedentes de restaurantes de comida rápida—, son biodegradables, biocompatibles, poco volátiles y tienen una acidez mucho menor. Esto los hace más seguros, menos corrosivos y más fáciles de reutilizar dentro del propio proceso.
El desarrollo del método ha contado también con el apoyo de la química computacional. “Este enfoque nos permitió comprender la solubilidad de los metales analizando cómo influyen los disolventes en la termodinámica de la disolución”, señala Karoliina Honkala, profesora de la Universidad de Jyväskylä. Gracias a estos modelos, los investigadores pudieron determinar si la insolubilidad de un metal se debe a la pasivación de su superficie o a una barrera termodinámica.
Separación eficiente y recuperación del metal
Una vez disuelta la plata en los ácidos grasos, el proceso permite separarla de forma selectiva. La adición de acetato de etilo actúa como antisolvente y posibilita la precipitación de la plata en forma de carboxilatos de plata, mientras que los ácidos grasos no reaccionados pueden recuperarse y reutilizarse. Posteriormente, estos carboxilatos se reducen a plata metálica mediante un reactor de reducción asistida por luz, un método eficiente y seguro que evita el uso de reactivos peligrosos.
El hecho de que los ácidos grasos no sean solubles en agua facilita aún más la separación de los compuestos metálicos del resto de la mezcla, lo que simplifica el proceso y mejora su viabilidad a escala industrial.
Impulso a la minería urbana
“El objetivo de nuestra investigación es desarrollar técnicas de reciclaje de metales a partir de sustratos multimetálicos mediante estrategias que sean económicas, sostenibles y selectivas desde su diseño”, afirma Timo Repo, profesor de la Universidad de Helsinki. En este sentido, el uso de peróxido de hidrógeno como oxidante en condiciones suaves permite aplicar el método a la minería urbana, es decir, a la recuperación de metales valiosos a partir de residuos urbanos como teclados, placas electrónicas u otros dispositivos con recubrimientos de plata.
La posibilidad de recuperar metales estratégicos a partir de residuos locales, utilizando además disolventes derivados de otros flujos de desecho, refuerza el potencial ambiental y económico de este enfoque.
En un contexto marcado por la transición energética, la escasez de recursos y la necesidad de reducir el impacto de la minería tradicional, soluciones como esta demuestran que la innovación científica puede transformar residuos en recursos y abrir nuevas vías para un reciclaje más limpio y eficiente.







