La investigación realizada en Países Bajos, España y la India refleja que los puestos de trabajo en el sector de la remanufacturación y reutilización de ropa suelen ser temporales y mal remunerados, y cuestiona que se pueda hablar de economía circular si no hay justicia social.

Empleo precario en el sector de la moda circular

A menudo se elogia a los Países Bajos como líder en economía circular, pero en su tesis doctoral, Lis Suárez Visbal, de la Universidad de Utrecht, revela un problema oculto. Si bien la moda circular en los Países Bajos puede ser sostenible desde el punto de vista medioambiental, las investigaciones muestran que aún no lo es desde el punto de vista social: muchos de los llamados «empleos verdes» en el sector textil holandés distan mucho de ser justos.

El sector neerlandés ofrece ejemplos llamativos. Por ejemplo, varias empresas sociales de reparación y remanufacturación, e incluso instalaciones de reciclaje, suelen ser elogiadas por ofrecer oportunidades a grupos vulnerables. Estos puestos suelen existir porque las empresas reciben subvenciones para contratar a personas que necesitan ayuda para encontrar trabajo o reintegrarse en el mercado laboral.

Aunque en principio esto es positivo en sí mismo, en la práctica estos puestos de trabajo suelen estar vinculados a subvenciones para el empleo a corto plazo. Pero como en los Países Bajos no hay mucha producción o remanufacturación a gran escala, una vez que finaliza el período de subsidio, estos trabajadores tienen dificultades para encontrar empleos estables a tiempo completo con prestaciones adecuadas y se ven obligados a buscar nuevos puestos, a menudo de nuevo con contratos temporales y con el salario mínimo. Esto crea una puerta giratoria de trabajo precario, que puede parecer bueno en las estadísticas, pero que no genera medios de vida duraderos.

Además, persisten las desigualdades de género, ya que las mujeres tienden a aceptar contratos a tiempo parcial o menos seguros debido a sus responsabilidades familiares, lo que da lugar a una brecha salarial de género incluso en los empleos circulares supuestamente «sostenibles».

Debilidad estructural

En España se observaron patrones similares. Aquí, las iniciativas de reparación, remanufacturación y reciclaje también están dominadas por empleos temporales y con salarios bajos, con perspectivas profesionales a largo plazo limitadas. Los paralelismos entre los Países Bajos y España muestran que no se trata de un problema aislado, sino de una debilidad estructural del sector en toda Europa.

En la India, que exporta moda circular a Europa y recicla una cantidad significativa de residuos textiles europeos, el panorama es diferente, pero igualmente preocupante. Allí, la reparación, la refabricación y el reciclaje se llevan a cabo a menudo en el sector informal, donde los trabajadores no tienen contratos, ni seguridad social, ni protección de ningún tipo. Los hombres suelen ganar más que las mujeres, incluso cuando realizan trabajos similares, y la ausencia de regulación deja a los trabajadores vulnerables en riesgo de explotación.

La investigación, que analizó 60 empresas de los Países Bajos, España y la India, pone de relieve una tendencia global: tanto en Europa como en Asia, la moda circular puede reducir el impacto medioambiental, pero, a menos que se incorpore la justicia social, corre el riesgo de reproducir las mismas inseguridades y desigualdades de la moda rápida.

¿Hay circularidad con precariedad?

Para que la transición circular tenga verdadero éxito, debe aportar no solo beneficios medioambientales, sino también un trabajo justo, estable y digno. En los Países Bajos, los resultados de cuatro años de trabajo plantean una pregunta urgente: ¿puede el país seguir siendo pionero en la economía circular si los empleos que crea siguen siendo precarios?

Como parte de su investigación, Suárez Visbal desarrolló un conjunto de herramientas prácticas que conectan directamente los objetivos medioambientales con la justicia social. Una de ellas permite a las empresas evaluar si sus iniciativas circulares están mejorando la vida de los trabajadores. Este marco ya ha atraído la atención internacional: el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD) lo está adoptando como base para realizar evaluaciones de impacto social más amplias en todas las industrias circulares. También ha asesorado a organismos gubernamentales y no gubernamentales de la India, España y los Países Bajos sobre cómo diseñar políticas circulares que protejan a los trabajadores y, al mismo tiempo, aborden las preocupaciones medioambientales.

«Nos complace que las empresas que se han comprometido con este enfoque durante el proceso de investigación ya hayan introducido mejoras tangibles, como mejores condiciones de trabajo, comités de empleados, programas de formación sobre bienestar y circularidad», afirma Suárez-Visbal. «Esto demuestra que, con el enfoque adecuado, las empresas ya pueden pasar hoy mismo a prácticas circulares más inclusivas».

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